Brexit, los peligros del “día después” del divorcio agroalimentario

El principio de acuerdo alcanzado por ambas partes el 14 de noviembre establece las condiciones de una salida que está pendiente de ser ratificada por el Parlamento británico, el Consejo europeo y el Parlamento Europeo.
El Reino Unido se convertirá el 30 de marzo de 2019 en un “tercer país”, con un periodo transitorio hasta el 31 de diciembre de 2020, que sólo tendrá lugar si se logra un acuerdo de retirada y se evita una salida abrupta.


“Todo depende del tipo de ‘brexit‘ que vayamos a afrontar; si no se llega a un acuerdo factible en 2019, nuestras exportaciones al Reino Unido, cliente prioritario, se verían duramente afectadas: retrasos en los envíos, saturación de puertos y centros logísticos, nueva documentación que cumplimentar”, explica a Efeagro el profesor del Instituto Internacional San Telmo Horacio González Alemán.
De acuerdo con sus datos, “el Gobierno británico ya ha anunciado medidas especiales como habilitar más espacio en el puerto de Dover, recomendaciones de incremento de stocks… Podría ser una situación compleja, y difícil”.
“Si se llega a un acuerdo, y por tanto hay un periodo transitorio, la situación se mantendría tal y como hoy la conocemos y habría tiempo para diseñar el nuevo marco sin alteración abrupta de las corrientes de comercio. Mejor confiar en que los políticos consigan una solución; de lo contrario sería un duro golpe para las dos partes y un freno a nuestras exportaciones”, señala.


España vende alimentos y bebidas a Reino Unido por valor de 4.000 millones de euros, el 10 % del total agroalimentario, con sectores como el hortofrutícola, el vinícola o el pesquero como algunos de los más preocupados por un cambio de escenario.



Entre los mayores temores del sector agroalimentario están que se produzcan cambios normativos, barreras no arancelarias y acuerdos preferenciales de Reino Unido con potencias agrícolas competidoras de España, además de cuestiones generales sobre la inflación, el impacto de la devaluación de la libra o las dudas sobre si Londres reconocerá las denominaciones de origen.


Según datos de la industria, el sector agroalimentario español tiene un superávit comercial de 2.500 millones de euros con Reino Unido, con vino, aceite y carne de cerdo como principales referencias.


Y mientras los alimentos perecederos pueden sufrir las consecuencias de la ralentización y la burocratización de los procesos, productos de calidad como el aceite o el vino pueden verse amenazados por la competencia de terceros países.



La Secretaría de Estado de Comercio ha empezado una campaña con el fin de orientar a las empresas en función de su sector y su relación con el Reino Unido y los exportadores de frutas y hortalizas se preparan para afrontar  en el brexit cuestiones como los controles aduaneros y fitosanitarios, y el comportamiento de los mercados.



En el caso de la pesca, este divorcio en el seno europeo afecta a las posibilidades pesqueras y al reparto de las cuotas por países; como se recoge en el principio de acuerdo “el Reino Unido será un Estado costero independiente”, aunque el texto alude en el mismo párrafo a “la cooperación en las medidas de conservación y la racionalidad en la gestión de la pesca”.



Un mero reflejo de las incertidumbres que rodean al “día después” de un divorcio en el que se disputarán muchas “custodias” agroalimentarias. EFEAGRO
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