Conservación de suelos: prácticas culturales

En las zonas tropicales la productividad del suelo declina rápidamente con el cultivo, esto trae como consecuencia, que para satisfacer la demanda de alimentos, se requiere  que se incorporen más y más tierras a la  producción agrícola cada año. Sin embargo, la situación es cada vez más crítica porque las mayores reservas de suelos que son potencialmente arables en las regiones de bosques y sabanas son de baja capacidad de almacenamiento de agua y con alta susceptibilidad a la erosión, por lo que los recursos se hacen cada vez más limitantes. Es bien sabido que cuando la vegetación natural es reemplazada por la agricultura comercial, es inevitable que se produzca alguna erosión del suelo. Lo importante en los sistemas agrícolas es lograr pérdidas de suelo tolerables, a fin de mantener el potencial de productividad de la tierra en función de una adaptabilidad económica.

Conservación

La conservación es un concepto amplio. En términos generales  involucra varios aspectos, tales como, el uso racional de los recursos y el medio ambiente en general, el uso ordenado y eficaz de los recursos, la eliminación del despilfarro económico y social y la elevación al máximo de las ganancias sociales netas a lo largo del tiempo.

Conservación del suelo

Cuando se habla de suelo, el término de conservación se refiere casi siempre al conjunto de medidas o prácticas orientadas a la protección y defensa del suelo contra la erosión u otro tipo de deterioro o degradación.  No obstante, algunos autores señalan que es sinónimo de Agricultura Sostenible. Otros señalan que es la rama de la Ciencia Agrícola que persigue el uso adecuado de la tierra a fin de mantener la capacidad productiva de la tierra por un tiempo indefinido. También se dice, que es el uso del suelo según su potencialidad y el uso según su limitación. En términos generales, la conservación del suelo persigue obtener el máximo beneficio económico sostenido del recurso suelo.

Los principales métodos de conservación son los mismos de una buena agricultura: el uso adecuado de la tierra, la labranza, la nutrición de la planta y el manejo del agua. En condiciones de alto riesgo de degradación se requieren prácticas de soporte o prácticas de conservación. Las prácticas de conservación de suelos, persiguen preservar, mantener, restaurar o mejorar la capacidad productiva de las tierras. Generalmente, se relacionan con el control de la degradación del suelo, por lo que se conocen como prácticas de soporte.

Objetivos de la conservación de suelos

La conservación del suelo contempla los siguientes objetivos:

  • Mantener, mejorar y restaurar la fertilidad química y física del suelo (nutrientes, materia orgánica, estructura superficial, trabajabilidad, capacidad de almacenamiento de agua, entre otras).
  • Hacer el mejor uso de los recursos tierra, capital y trabajo (Fig. 1).

  • Mantener la degradación del suelo en límites tolerables.

En relación al control de la erosión, la conservación del suelo persigue:

  • Condicionar el suelo para hacerlo más resistente a la separación y trasporte y más capaz de adsorber el agua superficial.
  • Cubrir el suelo para protegerlo del impacto de la lluvia y el viento.
  • Retardar el escurrimiento y el efecto del viento sobre la superficie.
  • Proveer vía protegidas para eliminar el escurrimiento superficial inevitable

Disminución de la erosión

Desde el punto de vista del control de la erosión, las posibilidades del hombre de reducir los riesgos de erosión mediante su actuación sobre los factores que intervienen en el proceso, pueden verse en el Cuadro 1.

Clasificación de los métodos de conservación

Tradicionalmente las prácticas de conservación se han agrupado en tres tipos: culturales, agronómicas e ingenieriles. A veces se hace difícil clasificar una determinada práctica en un determinado tipo pues en muchos casos ésta reúne características de dos o más tipos. Por ejemplo, la labranza en contorno puede verse como una práctica de tipo cultural, pero también de tipo ingenieril. A continuación se describen las prácticas culturales.

Prácticas culturales: son las comunes en una buena agricultura y están dirigidas a aumentar en forma directa la productividad agrícola. Dentro de ellas se tienen:

1.1 Fertilización inorgánica

       La fertilización es la práctica de mayor impacto directo e inmediato sobre el incremento de la productividad de los cultivos, por lo que es ampliamente utilizada. Su objetivo es reponer, mantener y elevar la disponibilidad de nutrimentos. Su manejo debe basarse en los análisis de suelo y planta.

En el control de la erosión, una adecuada fertilización se traduce en buen crecimiento del cultivo, lo que implica una mayor cobertura superficial, mayores rendimientos, mayores residuos de cosecha y mayor protección contra la erosión. A su vez una buena suplencia de nutrimientos al suelo es el principal requisito para que un cultivo se desarrolle fuerte y sano. La protección del suelo contra la degradación es un requisito para el éxito de un programa de fertilización. Se debe considerar que los fertilizantes que se pierden del campo por erosión o que son aplicados en un suelo impermeable y pobremente aireado representan una pérdida económica, pues no serán utilizados por el cultivo.

La Fig. 2 muestra la importancia que tienen las prácticas comunes de una buena agricultura, tales como, una  óptima fertilización y una densidad de siembra adecuada sobre la disminución de la erosión. Puede verse que con un manejo adecuado del cultivo de maíz se obtiene mayor rendimiento en granos y adicionalmente se disminuyen las pérdidas de suelo, debido a que hay una mayor protección del suelo contra la lluvia y la escorrentía. Este efecto es más marcado al incrementarse la pendiente y por tanto el riesgo de erosión.

1.2 Encalado

       El encalado, usando como fuentes CaCO3, Ca Mg(CO3)2 ó Ca (OH)3 es una práctica que persigue disminuir los efectos negativos ocasionados por la toxicidad del aluminio (Al) y del manganeso (Mn) y las deficiencias de calcio (Ca), magnesio (Mg) y fósforo (P) en los suelos ácidos.

El objetivo principal es neutralizar el Al intercambiable, principal responsable de la acidez de la mayoría de los suelos. En la siguiente ecuación puede verse como el calcio desplaza al aluminio e hidrógeno de las posiciones de intercambio y el aluminio es neutralizado y precipitado como Al (OH)3.

Esto generalmente se logra cuando el pH del suelo se eleva a valores de aproximadamente 5,5 o valores cercanos a la neutralidad (alrededor de 7). Otro objetivo del encalado es aplicar Ca y Mg como nutrimento asociado con el uso de cultivos tolerantes a la acidez (Fig. 3).

1.3. Fertilización orgánica

        Los abonos orgánicos mejoran la fertilidad química y física del suelo. La materia orgánica que contienen los fertilizantes orgánicos aporta macro (N, P, K, Ca, Mg, S) y micro (Fe, Mn, Zn, Cu, B, Mo, Cl) elementos para la plantas; aumenta la retención de agua del suelo; mejora la agregación y estabilidad estructural, haciéndolo menos separable y trasportable y con menor riesgo de escurrimiento; retiene micronutrientes al formar quelatos con óxidos amorfos; aumenta la capacidad de intercambio catiónico y disminuye la fijación del fósforo (Cuadro 2).

1.4 Riego conservacionista

       El riego debe hacerse de acuerdo a la disponibilidad y calidad de las aguas, y a las características del sistema clima-topografía-suelo-planta, disponibilidad y calidad de agua y nivel técnico del usuario. Se seleccionará el método de riego (Fig. 4) para optimizar las necesidades del usuario y los factores de producción. Se debe prestar atención a la prevención y control de la salinización y alcalinización.
Para ello, el diseño de riego debe contemplar, además de la lámina para reponer el uso consuntivo, la lámina para el lavado de sales.

1.5 Sistema de siembra conservacionista

  • Siembra en contorno: consiste en disponer las hileras de siembra y realizar las labores de cultivo en curvas de nivel o líneas de contorno, de modo tal que cada hilera constituya un obstáculo al paso del agua de escorrentía (Fig. 5).

 

  • Siembra triangular: es una práctica recomendable en cultivos permanentes (café, frutales). Las plantas se disponen en forma triangular, sembrando cada planta en la hilera en el medio de la distancia entre hileras de las plantas en la hilera superior e inferior a ella, para poner mayor obstáculo al paso del agua. Cuando se realiza a distancia equidistante se denomina tresbolillo ( Fig. 6).

 1.6 Sistema de labranza conservacionista

       La labranza busca crear condiciones deseables para el crecimiento de la planta y manejo del agua. Persigue la preparación de una cama adecuada para la germinación y la emergencia de la planta y su posterior desarrollo, eliminar plagas, enfermedades, incorporar fertilizantes y enmiendas (encalado), controlar la erosión hídrica o eólica y conservar o eliminar el agua.

Diferentes cultivos, desarrollándose en condiciones climáticas y edáficas particulares, pueden requerir diferentes tipos de labranza para una mayor productividad sostenida. Las prácticas de labranza que mejor controlan la erosión hídrica o eólica pueden ser completamente diferentes de aquellas que mejor controlan el drenaje superficial o la humedad del suelo. Una vez fijados los objetivos de la labranza y realizada la descripción de las características deseables en las zonas de manejo del cultivo y del agua se seleccionan los parámetros a manejar con la labranza y se estimaran los límites críticos. Entre estos parámetros resaltan la depresión de almacenaje (agua almacenada en las micro depresiones de la superficie de un suelo labrado), almacenaje de la capa arable (agua almacenada en los poros), mantenimiento de la estructura superficial (que no se forme sellado y encostramiento), tamaño de agregados secundarios (suficientemente pequeños que aseguren agua, nutrimentos y aire a la semilla, y suficientemente grandes para evitar el encostramiento), densidad aparente, microrelieve superficial, residuos en superficie y temperatura del suelo. Los resultados dependerán del tipo de implemento usado y de la intensidad o número de pases de la labor realizada.

La labranza primaria, basada en labores de subsolado y arado de cincel que rompen el suelo en profundidad sin voltearlo, el arado de disco que voltea el suelo y el de vertedera que invierte la capa superficial y trae a la superficie material del subsuelo, permiten incrementar la depresión de almacenaje y la capacidad de almacenaje de la capa arable. La labranza secundaria o laboreo superficial, basado básicamente en las rastras desterronadoras, de disco, livianas o pesadas como el bigrome, y la rastra de púas, permiten controlar el tamaño de terrones o agregados secundarios y el microrelieve superficial. A su vez la cantidad de residuos que quedan en la superficie dependerá también del tipo y la intensidad de la labranza. La labranza primaria deja mayor cantidad de residuos en superficie. A su vez, a mayor número de pases de rastra menor cantidad de residuos en superficie. En el Cuadro 3 se muestra el efecto de diferentes implementos de labranza (Figuras a, b, c, d) sobre los residuos dejados en superficie.

  • Labranza en contorno: es aquella que se realiza en sentido perpendicular a la pendiente, siguiendo las curvas de nivel. Su efectividad en el control de la erosión es limitada, variando en función de la pendiente. En altas pendientes pierde eficiencia, llegando a ser contraproducente. En estas condiciones, se recomienda dar una ligera inclinación de los camellones o hilos de siembra hacia un drenaje protegido. Esta práctica pierde eficiencia en largas longitudes de pendiente, debiéndose acompañar con prácticas que disminuyan o acorten la longitud de los terrenos cultivados ( Fig. 7).

  • Labranza conservacionista: se refiere a los sistemas de labranza o siembra que dejan sobre la superficie más de 30% de residuos en superficie, basándose en la mínima disturbación del suelo. Dependiendo de la intensidad de las labores realizada puede hablarse de labranza reducida cuando se reduce el número de labores con respecto al sistema convencional en la zona, labranza mínima que conduce a la mínima disturbación del terreno y de labranza cero cuando se siembra directamente sin disturbar el suelo. Abriendo tan sólo un surco profundo para la colocación de la semilla. Estos sistemas dejan sobre la superficie los residuos de la cosecha anterior o del barbecho

1.7 Acondicionadores del suelo

      Conjunto de sustancias sintéticas de origen diverso que actúan como estabilizadores de los agregados del suelo, reduciendo el mecanismo de salpique. El suelo se hace más resistente a la separación y al trasporte del agua. Esta práctica influye en el mantenimiento de las características físicas del suelo (tasa de infiltración, porosidad, aireación), al evitarse la formación del sello o costra (sellado o encostramiento) y el arrastre de material fino al interior del suelo que tapona los poros y causa la compactación.

Los acondicionadores de suelo pueden aplicarse de dos maneras incorporadas al suelo, de mayor costo, o sobre una superficie. En ambos casos se recomienda una descomposición lenta para mayor eficiencia y menor costo. Los compuestos utilizados no deben alterar en forma negativa la actividad biológica del suelo. El uso de esta práctica se dirige principalmente al sistema de horticultura de alta rentabilidad.

En Venezuela Pla y col (1981) evaluaron el uso de emulsiones asfálticas (mezcla de asfalto con agua) aplicando una fina capa sobre la superficie del suelo, en cultivos anuales mecanizados y encontraron una alta eficiencia en la disminución de las pérdidas de suelo y agua por evapotranspiración y mayor rendimiento del cultivo en relación con el suelo desnudo, concluyendo que esta práctica podría permitir prolongar la estación de crecimiento para obtener dos o tres cosechas del cultivo por año según las condiciones de clima y suelo (Fig. 8).

Ing. Agr. Onelia Andrade (MSc; PhD)

Bibliografía consultada:
Páez, M., Fernández N. y O. Rodríguez. 1992. Conservación de Suelos y Aguas. Universidad Central de Venezuela. Facultad de Agronomía. 420 p.
Pla, I., Florentino, A. y D. Lobo. 1981. Regulación del régimen hídrico de suelos bajo agricultura de secano en Venezuela mediante la aplicación de emulsiones de asfalto. Revista de la Facultad de Agronomía. Maracay. 12 (1-2)137-163.