El barbecho químico: etapa clave en el manejo de malezas en siembra directa

El período de barbecho es el que transcurre entre la cosecha de un cultivo y la siembra del cultivo siguiente. Es una etapa importante ya que durante la misma se almacenan recursos necesarios para el desarrollo del cultivo posterior.

Se pueden diferenciar desde el punto de vista práctico, dos tipos de barbechos:

a) barbecho corto que se realiza poco antes de la implantación del cultivo.

b) barbecho largo, que es el que comienza poco después de la cosecha del cultivo antecesor.

Se denomina, entonces, barbecho químico al período entre el primer tratamiento herbicida que se realiza después de la cosecha y la siembra directa del cultivo siguiente.

La elección de los herbicidas y el momento de inicio de los tratamientos no obedecen a reglas fijas; deben considerarse, entre otros factores, la composición de la comunidad de malezas, la abundancia relativa de cada una de las especies, su ciclo y su agresividad.

Así mismo, debe tenerse en cuenta: la sensibilidad de las especies más importantes a los herbicidas disponibles, la posibilidad de que estas especies produzcan semillas o yemas y, no menos importante, es la consideración del cultivo que se realizará posteriormente. Factores como la cantidad y calidad de cobertura existente y las condiciones ambientales no deben soslayarse, ya que determinan, en muchos casos, el éxito o fracaso de las medidas de control.

La planificación y posterior ejecución del barbecho químico, debería realizarse en un período cercano a la cosecha del cultivo estival, ya que en ese momento las malezas de ciclo otoño invernal serán pequeñas y estarán en pleno crecimiento. En esa época del año las condiciones ambientales, en general, favorecerán la eficacia de los principios activos, permitiendo la activación de los herbicidas residuales así como el inicio de su disipación; esto último es de fundamental importancia si el herbicida no es selectivo para el cultivo posterior. A modo de ejemplo podemos citar el empleo de Metsulfurón-metil previo a un cultivo de soja. En la región sojera núcleo de Argentina, este período coincide con los meses de marzo, abril y mayo; no obstante, el estudio de los pronósticos climáticos puede orientarnos mejor en ese sentido.

Durante el período invernal, las bajas temperaturas, la menor radiación y las escasas precipitaciones no favorecen el crecimiento de las malezas. Sin embargo, estas condiciones también afectan en forma negativa la acción de los herbicidas. Por ello, de ser necesaria la aplicación de herbicidas; ésta debería realizarse prestando atención a las situaciones potenciales generadoras de estrés en las plantas, tanto históricas como actuales. En este período se incrementa, además, la probabilidad de que los herbicidas residuales no se activen y no se disipen a una tasa tal que posibilite la siembra del cultivo estival sin riesgos de fitotoxicidad.

La finalización del invierno e inicio de la primavera constituye otro momento crítico, ya que comienza la emergencia de las especies potencialmente invasoras del cultivo estival. En esta etapa, si bien la base de los tratamientos será similar a la empleada en el barbecho largo, los herbicidas residuales a emplear deberán ser selectivos para el cultivo. Si no deseamos asumir riesgos innecesarios los herbicidas aplicados durante esta etapa, si están correctamente posicionados, pueden aportar significativamente al control de malezas dentro del ciclo del cultivo.

En una alta proporción de la superficie en la que se realiza barbecho químico, la base del mismo está constituida por principios activos no selectivos y de amplio espectro (p.e. glifosato), los cuales se complementan con herbicidas hormonales (p.e. 2,4 D) y/o con herbicidas residuales.

Gran parte de las especies citadas frecuentemente como tolerantes a glifosato, son malezas de barbecho tratadas tardíamente, y por lo tanto, en forma no eficaz y que pueden prolongar su ciclo en el cultivo de verano y generar un problema adicional a las malezas propias del ciclo estival. De esta manera, provocan aumento en los costos de producción, reducción de los rendimientos y, finalmente, incrementan su importancia en las campañas futuras.

Uno de los determinantes de esta problemática es el insuficiente, o ausencia, monitoreo de los lotes. Asimismo, existe por parte de muchos técnicos y productores una sobreestimación de los herbicidas en general y del glifosato en particular. Estos productos tienen una actividad óptima cuando las plantas son pequeñas y están creciendo activamente; por el contrario, cuando las malezas son grandes y/o han sobrevivido a condiciones de estrés o a tratamientos fallidos previos, su sensibilidad a los herbicidas es significativamente menor.

Como ejemplo de esto, podemos citar los numerosos casos de fallas en el control de rama negra (Conyza bonariensis y C. sumatrensis) que se manifestaron durante las últimas campañas. Probablemente, esta problemática se haya visto favorecida por las condiciones de sequía atípicas, la detección tardía del problema y el empleo de subdosis de herbicida.

Experiencias realizadas por INTA y la Universidad Nacional de Rosario (UNR), permitieron detectar que la sensibilidad de rama negra a glifosato está condicionada por el tamaño de las plantas. Así, individuos en estado de roseta de entre 3 y 8 cm de diámetro fueron satisfactoriamente controladas con 3 l/ha de glifosato líquido soluble 48% en tratamientos invernales. Sin embargo, esa misma dosis de herbicida, aplicada en primavera sobre plantas con tallos de 15 a 20 cm, no afectó en forma significativa a la maleza, que continuó su ciclo e interfirió con el cultivo estival.

Combinaciones de Herbicidas

Es frecuente aplicar mezclas de herbicidas con el fin de economizar y ampliar el espectro del tratamiento; para esto, se suelen emplear combinaciones que ya vienen preparadas por el fabricante y, en otros casos, es el productor o el aplicador el que realiza la mezcla. Es en estos últimos casos en los que se deben extremar los cuidados ya que es probable que uno o más componentes no sean compatibles, generando problemas en el tanque del equipo aspersor o bien afectar la eficacia del tratamiento.

Finalmente, es importante conocer el ciclo de las malezas que pretendemos controlar, a fin de evitar realizar tratamientos extemporáneos que lo único que aportarán serán gastos innecesarios y polución. También es clave recordar que a las malezas no las vamos a dominar sólo con herbicidas.

Concluyendo, el barbecho químico es una pieza clave en un esquema de siembra directa, donde el conocimiento sobre la biología y dinámica de las malezas, la planificación, el monitoreo, la elección de herbicidas, la oportunidad de los tratamientos y la tecnología de aplicación, tienen consecuencias que trascienden largamente este período y afectan en forma significativa el resultado final del proceso productivo