El Mundo que Dejamos a los Niños

La historia del hombre como habitante de este planeta es muy corta, apenas unos cientos de miles de años, cuando se calcula que hay vida en la Tierra desde hace cientos de millones. Si embargo, pese a ser una especie relativamente nueva, ha tenido un crecimiento demográfico tal, que si se tratara de otra especie estaríamos hablando con gran preocupación de una devastadora plaga.


El hecho es que no solo crecemos demográficamente, sino que además, incluso en mayor medida, lo hacemos geográficamente.


Cada día utilizamos una superficie mayor para nuestras ciudades, nuestros cultivos, nuestros caminos o nuestros deshechos.


El agua que no bebemos, la contaminamos; no comemos pasto, pero lo tapamos con cemento o lo fumigamos y no lo dejamos crecer; como no podemos respirarnos todo el oxígeno del planeta, creamos máquinas que nos ayuden a extinguirlo por completo.


La Tierra es un ser vivo, necesita respirar y no se lo estamos permitiendo.


Por supuesto que tenemos la posibilidad de quitarnos culpas y decir que nosotros no hemos hecho nada de todo eso, que el mundo se viene desarrollando de esa forma desde hace cientos de años y que cuando nosotros llegamos esto ya estaba así. Todos estos son argumentos ciertos, lógicos e irrefutables.


Sin embargo, todos nosotros tenemos una responsabilidad de la cual no podemos evadirnos, una responsabilidad tan cierta como los argumentos anteriores, que es la de explicarle a nuestros hijos que hemos hecho nosotros para que ellos vivan en un mundo mejor al nuestro.


Porque si queremos poder mirar a los ojos a un niño sin remordimientos de conciencia, primero debemos hacer un esfuerzo para que su mundo sea mejor que el nuestro y dejar de contribuir para que la vida en este planeta se vuelva cada vez mas insostenible.


Yo, por mi parte, quiero poder mirar a mis hijos a los ojos, con la tranquilidad de que desde mi lugar, mas allá de mis limitaciones de tiempo, de dinero, de salud o de cualquier otra índole, hago cada día todo lo que puedo, para que vivan en un mundo de paz, de solidaridad, justicia, igualdad, respeto por la diversidad y el ambiente. Un mundo mucho mejor al que me toca vivir a mí, aunque no sea mi culpa el estado en el que se encuentra. Porque sí seré responsable del estado en el que quede cuando yo lo deje.


Todos y cada uno de nosotros seremos responsables del mundo que le dejemos a nuestros niños, pero debemos entender que no alcanza con utilizar menos agua, usar detergentes biodegradables o la bici en lugar del coche. Todo eso está bien y es útil, pero solamente si además participamos activamente en Organizaciones, Colectivos, Escuelas, Marchas, Charlas, Foros o cualquier otra forma de expresión de la Sociedad Civil para que nuestro esfuerzo deje de ser una mera suma de voluntades y se convierta en un movimiento con suficiente fuerza como para incidir en el curso del desarrollo humano. Debemos hacerlo para poder mirar a los ojos a un niño.


Ricardo Natalichio
Director
www.EcoPortal.net

.