La agricultura y la capa de ozono

La capa de ozono es la zona de la estratosfera terrestre que contiene una concentración alta de este gas. La existencia de la capa de ozono es fundamental para la preservación de la vida en nuestro planeta filtrando la mayor parte de la radiación ultravioleta proveniente del sol.

Esta radiación tiene una longitud de onda más corta que la luz visible produciendo diversos efectos adversos tanto para la salud humana como para el medio ambiente.

La capa de ozono filtra principalmente los rayos ultravioletas B, perjudiciales para la vida en la tierra, mientras que deja pasar los rayos ultravioleta A que sí son necesarios para este fin. En 1986 Susan Solomon, investigadora estadounidense, demostró que el ozono estaba siendo destruido por la presencia de Cloro y Bromo provenientes de los clorofluorocarbonos (CFC’s). Más tarde se descubrieron otros gases que también estaban implicados en la disminución de la capa de ozono como el tetracloruro de carbono, el cloroformo de metilo, los halones o el bromuro de metilo. Estos gases se encontraban en casi todo, desde las lacas para el pelo a refrigeradores de aires acondicionados e incluso en la agricultura.

En el Protocolo de Montreal de 1987 se prohibió el uso global de CFC’s, más tarde saldrían reglamentos específicos que regulan y prohíben el uso de esta y otras sustancias que agotan la capa de ozono, como es el Reglamento (CE) nº 2037/2000. Gracias a estas medidas, el agujero de ozono se redujo aproximadamente 4 millones de kilómetros cuadrados en 2015. Un área que se asemeja a la superficie de la India. También el sector agrario ha tenido alguna influencia. Con la mejora de los métodos de análisis científico se detectaron algunos fitosanitarios que impactaban negativamente en la capa de ozono y que fueron rápidamente retirados del mercado, como el tetracloruro de carbono o el bromuro de metilo.

En sentido opuesto, si no se hubieran tomado las medidas necesarias y se hubiera seguido dañando la capa de ozono, la agricultura hubiera sufrido también los problemas relacionados de un aumento de la radiación ultravioleta B. Se ha estudiado con detalle los efectos de esta radiación sobre diversas especies vegetales y, aunque la productividad de los cultivos en el campo no solo depende de la sensibilidad de las especies a esta radiación, sino también de la interacción con otros factores bióticos y ambientales, se estima que esta se verá afectada negativamente.

La radiación ultravioleta B afecta principalmente al crecimiento y la acumulación de biomasa de las plantas reduciendo la longitud del tallo y las hojas. Este efecto es debido a los mecanismos de adaptación a la radiación UV-B, para proteger sus tejidos reduciendo la absorción de luz UV. También aumentará la cantidad de ceras, fenoles y flavonoides para impedir la penetración de esta radiación y prevenir el efecto de esta sobre los distintos componentes celulares. Esto afectaría a toda la cadena trófica al ser considerados compuestos antiherbívoros.

Además, la radiación ultravioleta B tiene un mayor efecto negativo sobre las comunidades de microorganismos como hongos y bacterias, que son fundamentales para muchos cultivos como son las leguminosas. Por todo esto, es necesario abordar la problemática a nivel global, ya que son muchos los factores implicados en la productividad que se podrían ver afectados por el aumento de la esta radiación.