La importancia de conocer la temperatura del agua de riego

A menudo cuando vamos a regar, simplemente llenamos la regadera o cogemos la manguera y nos ponemos con ello, pero lo cierto es que es muy importante conocer la temperatura del agua del riego para evitar problemas. Y es que, tanto si está demasiado fría como demasiado caliente, podríamos dañarlas.

Sepamos qué consecuencias podría haber si regamos con un agua que no está a la temperatura adecuada.

Regar con un agua que esté a una buena temperatura, es decir, que no esté ni fría ni caliente, ayudará a que las raíces puedan absorber sin ningún problema los nutrientes que disueltos en el suelo; en cambio, si dicha temperatura no es la adecuada, enseguida se debilitarían.

Si se riega con agua fría o muy fría, los nutrientes se disuelven con más lentitud, de modo que las raíces tendrán más dificultades para conseguirlos. Además, si la temperatura es extrema, podría producirse un shock radicular y transpiración intensa en partes aéreas (hojas y tallos).

Si está demasiado caliente (más de 55 grados centígrados), hasta un cactus se echaría a perder. El incremento de la energía cinética de las moléculas provocaría un aumento de la velocidad de las reacciones químicas que se producen en la planta, lo que podría llevar al colapso.

Esto significa que, si bien al principio podríamos ver que crecen más rápido, al final llegaría un momento en el que se quedarían sin energía, su salud empeoraría y las plagas las atacarían.

Aunque cada tipo de planta tiene sus necesidades, en realidad no es necesario complicarse mucho. Mientras que la temperatura oscile entre los 37 y los 43ºC, no habrá problema en regar con esa agua. Durante el invierno, si se enfría demasiado, podemos llenar un recipiente con agua y ponerla a calentar un poco en el microondas.

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