Las labores en la agricultura

El objetivo de las labores agrícolas o laboreo es el de conseguir un terreno que ofrezca las condiciones ideales para el soporte de la vida vegetal, y con ello crear las condiciones óptimas para la germinación de la semilla en primer lugar y para el desarrollo de la planta posteriormente.

Así pues un correcto laboreo incidirá sobre la aireación del terreno, facilitándola gracias al aumento de la porosidad, sobre la humedad, ya sea ayudando a conservarla o evitando el exceso de esta, según sea el caso, sobre la temperatura, ya que un terreno mullido tendrá un menor coeficiente de conductividad térmica, y por tanto ayudará a que las variaciones de temperatura sean menores, y por supuesto, sobre la estructura del suelo, favoreciendo la formación de una estructura granular que ayude a un correcto desarrollo vegetal.

Además de las propiedades físicas del suelo, también las propiedades biológicas y químicas se ven afectadas por las labores. Por un lado las labores favorecen la evolución química del suelo, mediante la oxidación de elementos minerales, la solubilización de los mismos e incluso la movilización de elementos nutritivos que hasta el momento permanecían ocultos para las plantas. Por otro lado, el cambio de las propiedades físico-químicas del suelo tiene un efecto positivo a su vez sobre la microflora, favoreciendo su actividad y con ella la mineralización de materia orgánica, la humificación etc.

Las principales labores, ordenadas según el momento en que son aplicadas son las siguientes (Urbano, 1995):

Imagen: Labores