Manejo de malezas en cítricos y durazneros

En fruticultura, como en los demás cultivos, las malezas constituyen un problema serio de manejo al competir por agua y nutrientes, y cuando las plantas frutales son chicas también pueden ser afectadas debido a la competencia por la luz.

En fruticultura, como en los demás cultivos, las malezas constituyen un problema serio de manejo al competir por agua y nutrientes, y cuando las plantas frutales son chicas también pueden ser afectadas debido a la competencia por la luz. De hecho, si no son controladas, tienen efectos sobre el desarrollo del monte frutal, reduciendo los rendimientos y la calidad de los frutos.

En experiencias realizadas en el INTA San Pedro, mientras que las plantas de duraznero utilizadas como testigo en campo enmalezado alcanzaron una altura media de 1,18 metros, las ubicadas en campo tratados con control de malezas alcanzaron 1,50 metros, es decir un 27 por ciento más.

En plantas de naranja de ombligo de 2 años de edad, el diámetro de la copa donde se realizó un buen control de malezas osciló entre 1,10 y 1,20 metros y en las testigo varió de 0,5 a 0,6 metros, apenas la mitad.

En el noreste de la provincia de Buenos Aires se han registrado cien especies de malezas, con distinto grado de importancia, tanto por su difusión como por su carácter nocivo de las cuales 35 son perennes y 65 anuales.

Control mecánico

Todos los perjuicios que causan las malezas plantean la necesidad de desarrollar acciones de control. Hasta hace pocos años el método más usado era el mecánico, con herramientas (disco montero, arado de reja, rastras) tiradas por tractor o con azadas alrededor de las plantas en forma manual. Este método tiene ventajas y desventajas.

En un suelo erosionable (pendiente mayor del 1 por ciento) este tipo de labores causan problemas serios por erosión hídrica, además que le ocupa mucho tiempo al productor y lo limita para la realización de otras tareas. La operación puede, asimismo, ocasionar daños a las raíces y a la copa, provocando heridas que son puerta de entrada de patógenos, especialmente de la agalla de corona en frutales de carozo , y mohos y podredumbre en los cítricos.

Otra dificultad que presenta el método mecánico radica en que es muy dependiente de las condiciones ambientales, porque en primaveras lluviosas no se pueden realizar las labores a tiempo , y en ese momento la competencia por nutrientes es mayor porque las plantas están en pleno desarrollo vegetativo por floración o en fructificación.

En esas condiciones las malezas se desarrollan en forma exuberante y disputan intensamente con las plantas frutales. El productor cuenta con el equipo y las herramientas para el control mecánico y por eso no necesita hacer inversiones, pero este aspecto es relativo debido al costo de los combustibles y la frecuencia que requieren las labores.

Control químico

En cuanto al control químico, el costo de los mejores herbicidas es elevado, pero a veces no sólo es el más eficaz sino que resulta imprescindible cuando se trata de montes de alta densidad, porque al segundo o tercer año de plantados es imposible cruzarlos con herramientas.

Los herbicidas residuales pueden tener un efecto que se prolongue durante 6 a 12 meses, que permite otras tareas al productor y al eliminarse las labores mecánicas cerca de las plantas, no se generan heridas y no se destruyen las raíces superficiales.

En general es muy conveniente la complementación del control mecánico -aplicado entre filas-, con el método químico en banda sobre la fila o en la proyección de la copa, de ésta manera la banda se ensancha con el tiempo y la combinación de ambos controles, además de resultar más económica, significa menor contaminación ambiental .

En casos de montes con pendientes mayores al 1 por ciento es necesario tener la entre fila o cancha con vegetación adecuada , que se mantiene baja por corte mecánico o mediante herbicidas que tienen un control parcial.

Alternativas de control químico

En los montes de duraznero del primer año, el control se efectúa al poco tiempo de la plantación, preferentemente después de una lluvia que permita el asentamiento de la tierra sobre las raíces.

Un herbicida recomendado es el terbacil (*) con dosis de 1,6 a 2 kg por hectárea, la mayor de ellas para campos muy infestados o para tener mayor poder residual , que puede llegar a un año sin repetir la aplicación. La banda a ser tratada oscilará entre 1,40 y 1,80 metros ( 70 a 80 cm a cada lado de la fila de plantas).

En un monte plantado a 6 metros entre filas, la superficie tratada será de entre el 20 y el 30 por ciento del total. Una dosis de 1,2 kg por hectárea ha dado buenos resultados aunque su poder residual es menor y por eso habrá que hacer otro tratamiento a los 6 a 9 meses.

También puede emplearse diurón de 4 a 5 kg por hectárea. Esta última dosis es para montes con alta infestación de malezas, aunque algunas -como la malva- puedan escapar.

Es recomendable utilizar simazina (*) en cantidades de 3,25 a 3,75 litros por hectárea; al igual que el terbacil (0,8 a 1,2 kg por hectárea) en combinación con 2,4 a 3,6 kg de diurón por hectárea, cuyos valores máximos son para campos muy infestados. Esta mezcla ha dado resultados equivalentes a los del terbacil cuando se lo utiliza en las dosis más altas, pero con un costo menor. Otra mezcla satisfactoria es la de 2.25 litros de diuron con 2 litros de simazina por hectárea.

Para un tratamiento de montes cítricos del primer año, al mes de la plantación y después de una lluvia se utilizan 1,6 a 2,4 kg por hectárea de bromacil ( la dosis menor demuestra ser eficaz aunque con menor poder residual). En los montes cítricos de dos o más años puede emplearse bromacil de 2,4 a 3,2 kg por hectárea o la mezcla ya formulada de bromacil más diurón que se utiliza a razón de 3,2 a 4,8 kg por hectárea.

Tanto en montes de durazneros como de cítricos, cuando hay malezas nacidas se aconseja realizar un tratamiento a base de paraquat de 2 a 4 litros por hectárea antes de utilizar un herbicida residual.

Cuando se trata de malezas perennes generalmente se controlan bien con glifosato al 1 o 2 por ciento para el control de sorgo de Alepo (la concentración mayor con volúmenes de 100 a 120 litros de agua por hectárea y la menor para 200 a 300 litros), sin mojar el follaje del duraznero.

El glifosato de 2 a 4 por ciento sirve para el control,. de gramón, cebollín, correguela, yuyo sapo y lagunilla. La variación de la concentración depende del volumen como en el caso anterior, y para el control de gramón y sorgo de Alepo puede reducirse la dosis en un 30 a un 50 por ciento, con el agregado de etoxilatos de ácido graso al 0,5 por ciento, siempre que la maleza no tenga un desarrollo muy exuberante y el lote haya tenido labores de discos dobles al cortar rizomas al final del invierno.

Otro método consiste en aplicar aminotriazol en dosis de 2,7 a 3,2 kg por hectárea agregando tensioactivo al 0,1 por ciento y si bien actúa sobre la mayoría de las malezas perennes, es muy eficaz para el control del yuyo sapo.

El agregado de 2,4D de 1 a 2 litros por hectáreas permite reducir la dosis de aminotriazol y glifosato en el control de yuyo sapo y correguela. El 2,4 D solo de 2 a 3 litros llega a lograr un buen control sobre estas malezas.