Micorrizas

Imagen: micorrizas

El término micorriza proviene de la unión del griego Mykos (hongo) y el latín Rhiza (raíz), y fue acuñado por Frank (1885) bajo la hipótesis de que una micorriza es un hongo en la raíz cuya función es proveer recursos del suelo a su hospedador a cambio de productos energéticos. La definición no obstante ha ido cambiando con el transcurso del tiempo, pudiendo tomar como referencia la enunciada por Brundrett (2004) la cual reza:

“Las micorrizas son asociaciones simbióticas esenciales para uno o los dos miembros de la misma. Se establecen entre un hongo (especializado para vivir en suelos y plantas) y una raíz (u otro órgano en contacto con el sustrato) de una planta viva, que de esta manera se convierte en la principal responsable del intercambio de nutrientes. Las micorrizas se dan en un órgano especializado de la planta, donde el contacto se produce a raíz de un desarrollo sincronizado planta-hongo”.

La clasificación actual de las micorrizas reconoce siete tipos distintos de simbiosis micorrícica, (Smith y Read 1997).
– ectomicorriza
– ectendomicorriza
– arbuscular
– arbutoide
– ericoide
– monotropoide
– orquidiacea.

Ateniéndonos a la relevancia por número de especies a las que se encuentran asociadas son dos de ellas, las ectomicorrizas y las micorrizas arbusculares, las que hay que tener más en cuenta. Se ha sugerido que las micorrizas tuvieron un papel decisivo en la invasión y posterior colonización de los hábitats terrestres por parte de las plantas (Brundett 2002). Estas ideas se basan en la existencia de restos fósiles de hongos micorrícicos, en los que se pueden ver claramente hifas, arbúsculos y vesículas, datados en el periodo Devónico, hace 400 millones de años, periodo en el que las plantas iniciaron la colonización terrestre (Taylor y col. 1995).

La habilidad para captar nutrientes por parte de los hongos micorrizogenos, es la que los hace esenciales para el correcto desarrollo de las plantas. Diversos estudios han demostrado como las hifas de los hongos micorrícicos arbusculares pueden expandirse a distancias de hasta varios centímetros de las raíces, transportando iones tales como fósforo, calcio y azufre, pudiendo así la planta captar nutrientes que de otra manera permanecerían inaccesibles (Rhodes y Gerdemann, 1975, 1978). La colonización del suelo por parte del hongo ayuda a su vez a que la planta se sostenga físicamente en dicho suelo, mejorando su resistencia y adaptabilidad (Bolan y Fitter, 2005). El transporte de nitrógeno hacia la planta por parte del hongo, ha sido también objeto de estudio, demostrándose, el transporte de este en forma de ion amonio (Ames y col, 1983) . Previamente se había demostrado el transporte de otros nutrientes, (Daft y Nicolson, 1966) y se observó como la micorrización favorecía el crecimiento de las plantas en suelos pobres en fósforo (Gerdemann, 1964).

Por tanto los efectos de las micorrizas se pueden resumir como:

– Mejora en la nutrición e hidratación de la planta, la micorrización permite a la planta nutrirse con recursos que de otra manera permanecerían ocultos o inmovilizados.
– Mejora en la capacidad productiva de suelos poco productivos, al aumentar la superficie radicular de las plantas y la capacidad de absorber nutrientes.
– Mejora en la estructura de los suelos.
– Mejora en la resistencia a situaciones de estrés por parte de la planta, al hallarse mejor nutrida, encara de mejor manera estas situaciones.
– Mayor resistencia de las plantas frente a organismos patógenos, mejorando la salud de las plantas sin aplicación de productos químicos.

Bibliografía
– Ames, R. N., Reid, C. P. P., Porter, L. K. & Cambardella, C. (1983). Hyphal uptake and transport of nitrogen from two 15N-labelled sources by Glomus mosseae, a vesicular-arbuscular mycorrhizal fungus. New Phytologist 95, 381-396
– Bolan, F. 2005. A critical review on the role of mycorrhizal fungi in microbiology. Academic Press Ltd., London.
– Brundrett MC. 2002. Coevolution of roots and mycorrhizas of land plants. New Phytologist 154: 275-304
– Daft, M. J & Nicolson, T H (1966). Effect of Endogone mycorrhiza on plant growth. New Phytologist 65, 343-350.
– Frank, A B. (1887) Ueber neue Mykorrhlza-formen. Benchte der Deutschen Bota11lschen Gesellschaft 5, 395-422.
– Gerdemann, J. W. (1964). The effect of mycorrhizas on the growth of maize Mycologia 56, 342-349.
– Rhodes, L. H. & Gerdemann, J. W. (1975) Phosphate uptake zones of mycorrhizal and non-mycorrhizal onions. New Phytologist 75, 555-561.
– Rhodes, L. H. & Gerdemann, J. W. (1978a). Translocation of calcium and phosphate by external hyphae of vesicular-arbuscular mycorrhizae. Soil Science 126, 125-126.
– Rhodes, L. H. & Gerdemann, J. W. (1978 b). Hyphal translocation and uptake of sulphur by vesicular-arbuscular mycorrhizae of onions Soil Biology and Biochemistry 10, 355-360
– Smith, S. y Read, D. 1997 Mycorrhizal Symbiosis. Plant growth regulation Vol 25 71-73
– Taylor TN, Remy W, Hass H, Kerp H. 1995. Fossil arbuscular mycorrhizae from the early Devonian. Mycologia 87: 560-573.