Orquídeas: ¿sólo para entendidos?

En los últimos años, aparecieron en la Argentina nuevos orquidiófilos apostando al cultivo de esta flor. Es que la enorme diversidad de orquídeas combinada adecuadamente con otros factores económicos, puede desembocar en un emprendimiento productivo.
Aunque estas flores son originarias de regiones tropicales y subtropicales, se las puede encontrar en cualquier parte del planeta, con excepción de las zonas de hielos permanentes. Por ello, el país ofrece condiciones naturales adecuadas para sus plantines. Incluso, algunos expertos consideran que esta producción intensiva concentra ya un gran capital en un espacio reducido, en el ámbito local.

«El negocio de las orquídeas no es fácil, demanda mucho conocimiento e inversión inicial. Pero no es imposible», advierte Damián Sancho, socio gerente de Orquídeas Austral.
En la actualidad, esta actividad ofrece dos posibilidades: la comercialización de plantines y plantas, o el cultivo y mejora de las diferentes especies en laboratorios. En líneas generales, la mayoría de los emprendedores se dedica a la venta del producto terminado. Por eso, existen entre 20 y 25 revendedores especializados por cada cinco productores, sin contar a los viveros.
«Los grandes productores (alrededor de siete en toda la Argentina) no poseen laboratorios propios sino que tercerizan ese servicio», recalcó Sancho. Y, hoy por hoy, la clonación y la producción in vitro ofrecen las mejores posibilidades a los emprendedores.
Para el productor Javier Tarillo Egner, el actual mercado de productores de orquídeas posee espacio para nuevos jugadores. «Sólo existen cinco laboratorios comerciales y uno experimental —en la ciudad de Corrientes—, en todo el país», enfatiza.
Como todas las plantas, las orquídeas —que son epífitas, es decir viven sobre otras plantas— se reproducen por semilla. Y se debe considerar que el plantín tarda en crecer al menos tres o cuatro años. «Su reproducción se hace in vitro en un laboratorio, ya sea por semilla o por clonación», explica Tarillo Egner.
Por ese motivo, uno de los puntos fundamentales de la actividad es el conocimiento que permite mejorar las especies. «Con la clonación se obtienen dos ejemplares iguales. Y mucho se logra por medio del método de prueba y error», subraya Sancho.
Así, la puesta en marcha de estos emprendimientos demanda una inversión de capital de entre $ 50.000 y 60.000. Pero, su desembolso se puede ir adecuando al crecimiento del negocio.
«Más del 50% de ese monto se lo lleva la instalación del laboratorio, sin olvidarse de otros gastos de peso como drogas, frascos con tapas de biopore, estanterías con tubos fluorescentes y aire acondicionado, entre otros», enfatiza Tarillo Egner.
Pocos imaginan que un laboratorio para producir orquídeas es similar a un quirófano. Es que esta tarea se asemeja a la de los cultivos bacteriológicos, donde todo debe ser estéril.
«Por ejemplo —comenta Tarillo Egner—, no debe faltar un flujo laminar para filtrar el aire, cuyo costo ronda los US$ 6.000, ni un autoclave para esterilizar que cuesta $ 5.000».

La floración

El éxito de un buen producto radica no sólo en el conocimiento sino además en la utilización correcta de factores primordiales. Por ello, se manipulan en el laboratorio y después en el invernadero, la ventilación, la luz, el riego, el abono, los sustratos o mantillo, el microclima, etcétera.
Sin duda, el objetivo del orquidiófilos (sea amateur o profesional) debe ser contar con la mayor cantidad de plantas de alta producción. Pero estas plantas comienzan a florecer, en promedio, a partir del quinto año de vida.
En ese punto reside uno de los principales motivos que encarecen a estos productos. De ese modo, su costo oscila entre $ 50 y 150. Los expertos afirman que cuánto más exótica y más añeja la planta, más costosa será.
«Si bien no existe una organización que agrupe a las empresas del sector y pueda dar cifras oficiales, los datos que manejamos indican que se producen anualmente entre 50.000 y 60.000 plantas«, informa Sancho.
En la actualidad, la exportación de orquídeas argentinas es muy limitada. Naciones como Taiwán, Holanda y Brasil llevan la delantera. Esta situación obedece mucho a que esos países poseen una experiencia de más de 40 años en el negocio.
En cierto modo, el clima de ciertas regiones de la Argentina influye en el precio final creando una barrera para la venta de la producción nacional en mercados externos. Diferente es la situación de los orquidiófilos brasileños, que cuentan con beneficios climáticos.
Es que estas plantaciones necesitan para desarrollarse no más de 25ø en verano, ni tampoco menos de esa temperatura en invierno. Y el clima de Brasil facilita cumplir esa regla, mientras que en algunas zonas de Argentina se debe reproducir con calefacción.
De ese modo, una flor nacional puede costar US$ 10 en el mercado internacional, mientras una brasileña vale US$ 3.

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