Secado eficiente de nueces

La producción y exportación de nueces en Chile tiene por delante diversos desafíos. Ya no se trata solo de producir más y de mejor calidad, sino de cómo secar un volumen que se duplicará en pocos años, con una infraestructura que optimice el proceso y que potencie la asociatividad entre agricultores para promover una inversión inteligente, por Jorge Velasco Cruz

¿Cuáles son los parámetros que definen la eficiencia de un buen secado de nueces? ¿Qué importancia tiene una buena cosecha para el proceso de secado? ¿Cómo hacer una inversión inteligente? Son algunas preguntas esenciales a la hora de planificar una temporada productiva.

Las lluvias de abril de 2016 pusieron en el tapete la importancia del secado de las nueces para Chile. “El problema es que los agricultores, en ese minuto, tenían una mayor capacidad de cosecha a la de secado”, afirma David Valenzuela, ingeniero agrónomo, socio y gerente general de la exportadora La Invernada, una de las principales del país en la comercialización de nueces.

Cuando el año pasado llegaron las grandes lluvias a comienzos de otoño, las nueces estaban con los pelones abiertos y listas para ser cosechadas. Fue así como, con las primeras aguas del viernes 15 de abril, la fruta cayó al suelo en forma inmediata y quedó ahí hasta el fin de las precipitaciones el lunes siguiente. En ese momento, recién los agricultores pudieron entrar a los campos con recolectores para realizar la cosecha, ya que las condiciones no permitían el uso de maquinaria.

De alguna manera, aquellas lluvias fueron una “tormenta perfecta”. Las cosechas estaban planificadas para hacerse en forma escalonada, pero cuatro días antes de la tormenta hubo mañanas muy húmedas que hicieron que todos los pelones se abrieran. En forma excepcional, estaba toda la fruta lista para ser cosechada en un solo día: fue en ese momento cuando comenzó a caer el aguacero. “Si hubiera llegado tres días antes, no pasaba nada, y si caía tres días después, el daño hubiese sido mucho menor. La probabilidad de que ocurra esa lluvia, con la intensidad y en la oportunidad como se dio, es muy baja”, dice David Valenzuela.

Un proceso de secado normal en la zona central, demora en promedio 20 horas, pero después del evento climático de abril de 2016, tardó el doble: 40 horas. “Los cajones donde se secan las nueces no rotaban. No se alcanzaban a vaciar y volver a llenar. Ése fue el ‘taco’ que se produjo. La lluvia afectó la calidad, pero si hubiésemos sido capaces de hacer el proceso más rápido, los daños no hubiesen sido tan grandes”, explica el gerente general de La Invernada.

Por lo general, una cosecha de nueces se extiende por tres semanas: en la primera se recoge el 25% del volumen; en la segunda, un 50%; y en la tercera, el 25% restante. Por lo tanto, un productor debe tener la capacidad para secar la mitad de la producción en una semana. Así, por ejemplo, ante un volumen de 500 toneladas, debe poder cosechar 250 durante los seis días que funcionan los secadores, lo que da 40 toneladas diarias de capacidad de secado.

A nivel país, el volumen de secadores instalados llegaba en 2016 a un equivalente a 3.500 toneladas. Bajo este número y considerando procesos de 20 horas de secado y 21 días de cosecha, en Chile se podrían secar 73.500 toneladas, cifra que responde teóricamente bien a las 75.000 toneladas que se extrajeron el año pasado.

Pero debido a los problemas climáticos, en 2016 se precisó realmente de un promedio de 35 horas de secado, lo que tuvo como resultado que la capacidad instalada alcanzó sólo para procesar 42.000 toneladas. O, dicho de otra forma, para secar 75.000 toneladas de Chandler, el tiempo necesario se alzó de 21 a 35 días.

Como consecuencia, luego de la experiencia ocurrida el año pasado, los productores modificaron sus estimaciones de secado: hubo que alargar el tiempo estipulado para así contar con un extra de seguridad. “Hoy no es necesario pensar en 35 horas, que es un caso extremo, pero tampoco podemos pensar en 20 horas, porque es muy conservador. Si tomamos un promedio de 28 horas de secado, las 3.500 toneladas instaladas nos permitirían en 21 días cosechar 52.500 toneladas”, explica David Valenzuela.

De esta forma, si se toman las proyecciones para los próximos cinco años, que calculan una producción de 166.000 toneladas para 2022, se debiera invertir del orden de 4.000 metros cúbicos de capacidad instalada de secadores por año, lo que equivale a una capacidad de almacenaje de 2.000 toneladas en cajones de secado, aproximadamente. Si la producción para este año se estipula en 90.000 toneladas, queda claro que hay un déficit de infraestructura en esta materia. El desafío es grande.

Cuándo y Cuánto Invertir en Despelonado y Secado
¿Qué hacer para instalar más secadores? Muchos son reacios a pagar una alta inversión que se usa solo tres semanas al año y por ello deciden dejar el proceso de secado en manos de un tercero. Pero el costo de alquilar un secador es considerable, toda vez que puede alcanzar un promedio de US$ 0,30-0,32 centavos por kilo seco de nuez.

Entonces, ¿cuándo invertir en una línea de despelonado y secado? David Valenzuela plantea tres escenarios, sobre la base de una producción de seis toneladas por hectárea: el de un agricultor que produce menos de 200.000 kilos (35 hectáreas, aproximadamente); otro que obtiene entre 200.000 y 600.000 kilos (35 a 100 hectáreas) y el que logra sobre 600.000 (más de 100 hectáreas).

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Fuente RedAgrícola Chile

* 2ª Imagen de RedAgrícola Chile / David Valenzuela, Ingeniero Agrónomo, socio y gerente general de la exportadora La Invernada