La técnica del injerto permite cultivar especies sensibles a ciertos patógenos, sobre suelos infectados, utilizando el sistema radicular de patrones tolerantes o resistentes, y la parte aérea de la variedad a cultivar. Se trata de proteger frente a enfermedades que se transmiten desde el suelo y afectan a la raíz o a los vasos conductores de savia, llegando a producir la muerte de la planta.