Nuevos retos para el Tratado de las Semillas

Los paises deben avanzar en la implementacion del pacto, incluyendo los derechos del agricultor

Este año se reuniran los 143 paises cuyos parlamentos nacionales han ratificado el Tratado internacional sobre los recursos fitogeneticos para la alimentacion y la agricultura. Entre ellos estaran por primera vez Argentina, Bolivia, Chile y Estados Unidos. Discutiran mejoras encaminadas a incrementar la capacidad de los cientificos y los agricultores de dar respuestas a los desafios de producir mas, mejores y mas diversos alimentos en condiciones de cambio climatico. Tambien se debatira sobre como asegurar en el siglo XXI una distribucion mas justa y equitativa de los beneficios y sobre como hacer realidad los derechos del agricultor.

La conservacion y el intercambio de semillas a nivel mundial son necesarios para la investigacion. Desde enero de 2007, el Tratado de las Semillas de la FAO —como se le conoce familiarmente— ha facilitado el intercambio de mas de 3,26 millones de muestras de los cultivos mas importantes para la alimentacion del mundo.

Se trata de cultivos basicos que estan todos los dias en nuestra dieta: trigo en forma pan, de pizza y de pasta, el arroz de la paella, los garbanzos del cocido y las verduras de nuestras ensaladas. Especies que se han elegido por su estrecha vinculacion a la seguridad alimentaria a nivel planetario. Hablamos tambien de otros como el maiz, la cebada, las habas, los frijoles, las patatas, las lentejas y asi hasta una larga lista de 64 cultivos.

En efecto, todos los estudios realizados hasta la fecha enfatizan la gran dependencia que existe entre los paises respecto a cultivos originarios de otras regiones. Uno de los mas recientes indica un nivel de dependencia media entre paises del 69%. Y lo que es mas revelador: en los ultimos 50 años esa dependencia ha aumentado. En parte debido al crecimiento economico, los avances cientificos y la necesidad de asegurar la sostenibilidad del desarrollo agricola, y en parte tambien por la globalizacion de los sistemas de produccion de alimentos. Sin olvidar que mas del 80% de las variedades de semillas cultivadas que habia hace un siglo se han perdido para siempre.

El Tratado de las Semillas es el instrumento negociado y consensuado por todos los paises para estrechar la cooperacion entre ellos en esta materia y evitar asi la perdida de biodiversidad agricola. Aunque ya se ha hecho mucho, queda mucho por hacer. A traves del ultimo informe mundial elaborado por la FAO sobre semillas y erosion de los cultivos alimentarios, mas de 60 paises han alertado de problemas. Alrededor de la mitad de las perdidas de semillas afectaban a cereales y a gramineas usadas principalmente como forraje para el ganado, y 18 paises han informado sobre la desaparicion de variedades de hortalizas. Por ejemplo, Ecuador, China y Libano informaron de la perdida de diversidad en variedades de maiz, arroz, almendras y otros cultivos locales.

Esa erosion genetica que se produce a miles de kilometros de nuestros hogares nos afecta. Pensemos por un momento en el arroz. Sabemos que las regiones con mayor diversidad del arroz son Africa y el suroeste de Asia, donde los agricultores continuan cultivando variedades de origen ancestral. Las mejores colecciones de arroz se encuentran en Benin, China, Estados Unidos, Filipinas, India y Tailandia, ademas de los bancos de semillas internacionales del Centro Internacional del Arroz y del Centro Africano del Arroz. Pues bien, en estos primeros años de operaciones el Tratado de las Semillas ha facilitado el intercambio de 558.676 muestras del cereal para la investigacion provenientes de Filipinas, Benin, Japon, Estados Unidos, Canada y Brasil.

Una de las caracteristicas esenciales de los cultivos es su estrecha relacion con la accion humana. Lo que llega a las manos de los investigadores desde un banco de semillas estuvo antes en el campo, fue obtenido por agricultores y fueron ellos los que hicieron una seleccion a traves de milenios. Y todavia hoy, principalmente en los paises en desarrollo, son los que se ocupan su conservacion y de que los cultivos sigan evolucionando y adaptandose tanto a nuestras necesidades como a las condiciones cambiantes medioambientales. Por eso el Tratado de las Semillas reconoce esa labor y la necesidad de promoverla mediante el reconocimiento y la implementacion de los derechos del agricultor en su texto.

Hoy en dia, las actividades de conservacion identificadas en el Tratado son tambien una realidad sobre el terreno, donde a menudo agricultores e investigadores colaboran. Desde 2009, el Tratado ha financiado numerosos proyectos de agricultura familiar con alto impacto sobre la seguridad alimentaria, la adaptacion al cambio climatico y la biodiversidad agricola. Estos proyectos, ejecutados en paises en desarrollo contribuyen a los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

A traves de estos proyectos, mas de un millon de personas de 45 paises en desarrollo, la mayoria pequeños agricultores, se han beneficiado de sus actividades. En colaboracion con organizaciones de agricultores, de la sociedad civil y de instituciones de investigacion y educacion, se ha capacitado a 22.000 personas en conservacion, gestion y uso sostenible de semillas de cultivos a traves de mas de 300 cursos y talleres.

Ademas, el Tratado ha ayudado a rescatar y reintroducir en sus lugares de origen miles de variedades de cultivos que se habian perdido y que ahora estan disponibles para los agricultores a traves de bancos comunitarios de semillas y de ferias de intercambio de semillas. Por ejemplo, en Malawi, el Tratado ha formado a 38 grupos de agricultores, y gracias a la colaboracion de estos con los cientificos se han identificado y reintroducido en los campos doce variedades de cultivos locales con las que ya no se contaba. Como resultado, hoy hay mas de 2.000 familias que cultivan variedades locales con mayor diversidad, mas nutritivas, mas resistentes, mas productivas y que necesitan menos fertilizantes.

Y los paises que son parte del Tratado, en el contexto del marco juridico y operativo que ofrece, realizan este trabajo en estrecha colaboracion con los campesinos, institutos nacionales de investigacion de otros paises, con sus bancos de semillas y con sus programas de mejora. Ademas, a traves del Tratado los once paises de los bancos internacionales de semillas del Grupo Consultivo para la Investigacion Agricola Internacional (CGIAR), donde trabajan miles de investigadores y expertos, contribuyen a este intercambio mundial de semillas, aceptando las reglas del juego del Tratado.

Los verdaderos visionarios fueron los hombres y mujeres, ciudadanos del mundo, que se empecinaron en cambiar las reglas que permitian la apropiacion impune y el expolio de las semillas por parte de los grandes poderes economicos. El Tratado de las Semillas ha aportado un nuevo equilibrio entre el acceso a las semillas para la investigacion y el acceso a los beneficios de quienes, en el campo, continuan sus labores milenarias de conservacion y adaptacion permanente.

El Tratado fue aprobado por consenso por todos los paises y con el apoyo imprescindible de la sociedad civil, incluyendo los agricultores, las industrias de semillas y los investigadores.

Volviendo la vista atras, podemos decir que no ha sido un camino facil hacer realidad el texto del Tratado y los ideales de sus pioneros. Hoy, es necesario que todos los paises, junto a la sociedad civil, sigan trabajando para conseguir —por el bien de la humanidad— la implementacion completa del pacto, incluyendo los derechos del agricultor. Tambien es imperativo que el dialogo y las negociaciones continuen para afrontar los nuevos retos medioambientales, tecnologicos y cientificos —como la genomica y la biologia sintetica— y tambien los socioeconomicos, como el incremento de la monopolizacion del comercio de las semillas y de la mercantilizacion de los alimentos.

Este es, y seguira siendo, un Tratado necesario para la agricultura sostenible, la investigacion cientifica, el desarrollo rural y la alimentacion humana.