El cambio climático es un fenómeno ambiental con profundas implicaciones económicas. Aunque en su origen es un problema físico y biológico, sus causas, consecuencias y soluciones están profundamente mediadas por decisiones económicas.
Este artículo expone por qué la economía —especialmente desde sus enfoques institucionales, del bienestar y de los incentivos— es esencial para comprender, evaluar y diseñar respuestas efectivas al cambio climático. Se exploran conceptos clave como externalidades, bienes públicos, costos de oportunidad, distribución intertemporal y mecanismos de mercado, destacando cómo estos permiten traducir desafíos ambientales en decisiones racionales y colectivas.
1. ¿Por qué la economía es clave para entender el cambio climático?
El cambio climático surge principalmente de la acumulación de gases de efecto invernadero (GEI), producto de actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, la deforestación y la agricultura intensiva. Aunque estas actividades generan beneficios económicos, también imponen costos ambientales globales que no son asumidos por quienes los generan. Este desajuste representa una falla de mercado de gran escala: las externalidades negativas.
La economía ofrece el lenguaje y las herramientas para:
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Cuantificar daños y beneficios.
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Evaluar la eficiencia y equidad de políticas.
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Diseñar incentivos que alineen intereses individuales con objetivos colectivos.
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Tomar decisiones racionales bajo incertidumbre y restricciones.
2. Bienes públicos, externalidades y acción colectiva
El clima estable es un bien público global: no excluible y no rival. Esto significa que nadie puede ser excluido de sus beneficios, y que su disfrute por unos no impide el disfrute por otros. Esta condición crea un problema de acción colectiva: los beneficios de mitigar el cambio climático son compartidos, pero los costos de hacerlo recaen sobre actores individuales, que muchas veces prefieren no actuar esperando que otros lo hagan (comportamiento de polizón).
La economía ayuda a explicar por qué los mercados por sí solos no resuelven este tipo de problemas, y por qué se requieren instituciones y mecanismos de gobernanza que coordinen esfuerzos y distribuyan responsabilidades.
3. Análisis de costo-beneficio y evaluación de políticas
Uno de los aportes más prácticos de la economía al cambio climático es el uso de herramientas como:
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Análisis de costo-beneficio (ACB): permite comparar diferentes opciones de política en función de sus beneficios esperados y costos.
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Tasas de descuento intertemporal: esenciales para decidir cuánto valoramos hoy los beneficios o daños que ocurrirán en el futuro, aspecto clave cuando se trata de generaciones futuras.
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Valoración económica de daños climáticos: como pérdidas agrícolas, impactos en salud, daños a infraestructuras o pérdida de biodiversidad.
Estos enfoques permiten diseñar políticas más racionales y transparentes, y justificar acciones tempranas de mitigación y adaptación.
4. Instrumentos económicos para la acción climática
La economía también aporta herramientas concretas para enfrentar el cambio climático, como:
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Impuestos al carbono: para internalizar el costo ambiental de las emisiones.
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Mercados de derechos de emisión: mecanismos de mercado que permiten reducir emisiones de forma eficiente.
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Pagos por servicios ambientales (PSA): compensaciones económicas por conservar ecosistemas que absorben carbono.
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Subsidios verdes y penalizaciones a prácticas nocivas: para modificar señales de precios.
Estos instrumentos buscan modificar los incentivos económicos que guían el comportamiento de consumidores, productores y gobiernos.
5. Distribución, justicia y economía política del cambio climático
El cambio climático no afecta a todos por igual, y tampoco lo hacen las políticas climáticas. Por eso, la economía también se ocupa de la distribución de costos y beneficios, tanto entre países como dentro de ellos. Temas clave incluyen:
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¿Quién paga por la transición energética?
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¿Cómo se compensan a las poblaciones más vulnerables?
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¿Qué papel juegan los países ricos frente a los países pobres en responsabilidad histórica?
La economía política del cambio climático estudia cómo el poder, los intereses y las instituciones influyen en las decisiones y en la implementación de políticas climáticas.
6. Economía neoinstitucional y cambio climático
Desde la economía neoinstitucional, se pone énfasis en la importancia de las reglas del juego: las instituciones formales (leyes, tratados) e informales (normas sociales) que estructuran el comportamiento económico. Esta perspectiva permite:
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Analizar los costos de transacción asociados a la cooperación climática.
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Entender el oportunismo y los incentivos a incumplir acuerdos internacionales.
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Diseñar mecanismos de gobernanza adaptativa frente a la incertidumbre.
El cambio climático, por su complejidad y escala, requiere nuevas formas de cooperación y gobernanza más allá del Estado-nación y los mercados tradicionales.
A Manera de Conclusión
El cambio climático es tanto un problema ecológico como un desafío económico. Ignorar la dimensión económica impide comprender sus raíces, valorar sus impactos y diseñar soluciones efectivas y equitativas.
La economía, especialmente cuando se articula con otras disciplinas, ofrece un marco poderoso para transformar la crisis climática en una oportunidad de innovación, cooperación y desarrollo sostenible.
Por: Ricardo Castilo López
Ing. Agr.MSC. Dr.
universidadagricola.com