Al realizar el hoyado, se pretende proporcionar un sitio definitivo adecuado para el normal desarrollo de las raíces, que permita buena aireación, incremente la retención de humedad y estimule la actividad microbial; el tamaño del hoyo dependerá de las características físicas del suelo.
La preparación de la mezcla del sustrato para la siembra dependerá de los resultados del análisis de suelo que se haya realizado previamente. Castro (2001) recomienda adicionar 2 kg de materia orgánica bien descompuesta y 200 g de micorrizas a cada hoyo y aplicar las enmiendas que el suelo necesite, según el análisis de suelo. De otra parte, Bernal (1990) recomienda adicionar al hoyo materia orgánica bien descompuesta, 125 g de un fertilizante completo, 10 g de elementos menores, 10 g de un nematicida y 500 g de cal.
Castro (2001) recomienda planificar la siembra para que coincida con la época de lluvia, si no se cuenta con riego; y en lo posible, transplantar en horas de la tarde. La siembra debe hacerse a la misma profundidad de la bolsa para evitar encharcamiento y pudrición de las raíces o de la base del tallo.