Cambio climático y gestión agrícola: la urgencia de una transformación gerencial en las fincas

El cambio climático está alterando de forma profunda y acelerada las condiciones en las que opera la agricultura. Variaciones en los patrones de lluvias, aumento de temperaturas, mayor frecuencia de eventos extremos, aparición de nuevas plagas y enfermedades, y pérdida de fertilidad de los suelos, son solo algunas de las amenazas que enfrentan las fincas agrícolas, especialmente en regiones vulnerables. Ante este escenario, la agricultura tradicional basada en rutinas heredadas, decisiones empíricas y baja planificación, ya no es sostenible.

Este artículo plantea por qué es urgente reorientar el manejo de las fincas hacia una perspectiva más gerencial y estratégica, capaz de integrar la gestión de riesgos, la eficiencia en el uso de recursos, la innovación tecnológica y la planificación de largo plazo, para garantizar la resiliencia y sostenibilidad de la producción agropecuaria.

1. El cambio climático como disrupción estructural

A diferencia de las variaciones estacionales que históricamente han influido en la agricultura, el cambio climático genera transformaciones persistentes, inciertas y muchas veces irreversibles. Esto impone nuevos desafíos que no pueden ser abordados con decisiones improvisadas o de corto plazo:

  • Cambios en el calendario agrícola.

  • Reducción de la previsibilidad climática.

  • Pérdida de productividad por estrés hídrico o térmico.

  • Riesgo creciente de pérdidas económicas y alimentarias.

Estas condiciones exigen un cambio de paradigma en la toma de decisiones en el ámbito productivo.

2. ¿Qué implica una gestión más gerencial en las fincas agrícolas?

Adoptar un enfoque gerencial no significa simplemente usar más tecnología o modernizar infraestructuras. Significa transformar la forma en que se planifica, se evalúan riesgos, se toman decisiones y se gestionan recursos. Algunas características clave de este enfoque son:

  • Diagnóstico sistemático de recursos productivos y climáticos.

  • Gestión financiera con registros contables, análisis de costos y escenarios.

  • Planificación multianual con metas de productividad, diversificación e inversión.

  • Gestión de riesgos mediante seguros, reservas forrajeras o cultivos resilientes.

  • Uso de tecnologías de información climática y digitalización agrícola.

  • Capacitación continua y apertura al aprendizaje y la innovación.

En esencia, es pasar de una “finca que reacciona” a una “finca que anticipa, se adapta y decide estratégicamente”.

3. Por qué la gestión tradicional es cada vez más insuficiente

El modelo de gestión tradicional suele estar basado en:

  • El conocimiento empírico del productor.

  • Repetición de prácticas sin análisis técnico o económico.

  • Poca documentación de resultados y costos.

  • Escasa planificación financiera.

  • Débil conexión con redes de información o asistencia técnica.

Este modelo funcionó mientras los riesgos eran relativamente conocidos y estables. Pero en un entorno climático cambiante, la improvisación o la dependencia de la experiencia pasada pueden llevar a decisiones ineficientes, pérdidas evitables y mayor vulnerabilidad.

4. Beneficios concretos de una gestión más profesional

Reorientar la finca hacia una gestión más estratégica trae múltiples beneficios, incluso en condiciones adversas:

  • Mayor resiliencia ante sequías, inundaciones o variabilidad climática.

  • Uso más eficiente del agua, fertilizantes y mano de obra.

  • Acceso a financiamiento rural, al demostrar capacidad de planificación.

  • Mejores decisiones sobre diversificación o cambio de rubros.

  • Reducción de pérdidas y mejora de ingresos.

  • Mayor capacidad para participar en cadenas de valor sostenibles.

Este enfoque también facilita la incorporación de la agricultura climáticamente inteligente y los instrumentos de gestión de riesgos climáticos, como los seguros paramétricos, los sistemas de alerta temprana o los programas de compensación por servicios ambientales.

5. El rol del Estado y las políticas públicas

El tránsito hacia una agricultura más gerencial no puede depender solo de la iniciativa individual del productor. Requiere condiciones institucionales y de política que lo faciliten, tales como:

  • Extensión rural con enfoque en gestión del cambio climático.

  • Capacitación técnica y financiera de productores y cooperativas.

  • Acceso a información agroclimática confiable y localizada.

  • Promoción de alianzas público-privadas en asistencia técnica y mercados.

  • Incentivos para prácticas resilientes y tecnologías limpias.

  • Programas de crédito y seguros adaptados al nuevo contexto.

En este sentido, la gestión gerencial de las fincas se convierte también en una estrategia nacional de adaptación al cambio climático.

Por: Ricardo Castillo López

Ing. Agr. MSc. Dr.

universidadagricola.com