El recurso humano y la productividad en la porcicultura

Sin embargo, se concede menor o nula importancia a lo que permite potencializar o derribar una industria: el recurso humano.

La población rural de nuestro país participa con 23% de la población total con aproximadamente 27.5 millones de habitantes que viven en localidades con menos de 2,500 habitantes.

La actividad primaria (sector agropecuario, forestal y pesca), siguen siendo la principal en las zonas rurales (42.5%), aunque ha dejado de ser la preponderante. La manufactura y los servicios, principalmente, han cobrado relevancia en los últimos años, acentuándose en localidades con más de 2,500 habitantes (Inegi, Encuesta Intercensal 2015).

En muchas de estas poblaciones se desarrolla la porcicultura nacional y de ahí mismo surge el recurso humano que trabaja continuamente para lograr los indicadores técnico-productivos que hacen rentable la actividad, luego entonces, la producción de carne de cerdo requiere de mano de obra con altos niveles de especialización, más aún, considerando que se invierten millones de pesos en infraestructura y en animales superiores a los 65 millones de pesos por granja, valor estimado para una granja de engorda tecnificada para 10,000 espacios.

En ese contexto, surgen entonces varias preguntas sobre el tema: ¿Contamos con el personal idóneo para que realice las actividades requeridas?, ¿tenemos al personal que necesitamos?, ¿es atractiva la empresa para el colaborador de una granja?, ¿tenemos un plan de selección y desarrollo de nuestro personal?, y es que, al igual que en cualquier organización, el recurso humano en la ganadería representa hoy un capital especializado que en los próximos años cobrará gran importancia, no sólo por su conocimiento, sino por la falta de reemplazo en el surgimiento de nuevas generaciones cuyos intereses pueden estar en otras actividades.

Este tema se tocó en días pasados en el 7o Congreso Nacional de Productores Porcícolas, organizado por la OPORPA, en donde se mencionó, por diferentes ponentes, la importancia del recurso humano, así como los cambios que se deben adoptar en la producción ante una nueva realidad

Mañana explicaré algunas propuestas de mejora.

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Dentro de la estructura de costos de producción de carne de cerdo, el concepto mano de obra participa en promedio con menos de 5% del total, mientras que el de prestaciones sociales correspondientes es una práctica aleatoria o inexistente en las granjas

Si a estas prestaciones se le agrega que en las empresas no hay definido un perfil del colaborador en la producción, ni se cuenta con programas de inducción, planes de capacitación, desarrollo laboral y personal de los colaboradores ocasiona un impacto directo al negocio.

No contar con personal calificado provoca baja en la productividad de la granja, exhibiéndose diferencias significativas entre granjas y lotes, reflejadas en la conversión alimenticia, ganancia diaria de peso y, por supuesto, en kilos logrados al final de la etapa, que van desde 1% hasta más de 5%, que al ser multiplicado por el número de animales y precio del alimento o precio de venta, se visualiza un ingreso que se dejó de recibir.

También es necesario considerar aspectos sobre el nivel de las expectativas de desarrollo de los trabajadores, ya que al no contar con un proceso de inducción a las actividades dentro de la granja, el puesto a ocupar, funciones, posición en la empresa y el papel de la empresa en el contexto de la red de valor, ocasiona que se presenten altas tasas de rotación del personal (11%), se cita por ejemplo, que el tiempo de permanencia de un colaborador en su primer empleo en una granja porcina es de aproximadamente dos años y si consideramos que la curva de aprendizaje de ellos va de tres meses hasta un año, se reduce el trabajo efectivo a la mitad.

Si el personal no renuncia, se le asigna un nuevo encargo, “las multitareas”, mismas que debe desarrollar además de su trabajo cotidiano, e incluso, debe cubrir huecos de personal que surgen durante el proceso por causas diversas.

Las empresas buscan gente joven ya que el desgaste físico es alto, las condiciones de trabajo muy demandantes en horario, temperaturas oscilantes, y experiencia necesaria. Se menciona, por ejemplo, que un casetero requiere alrededor de 3,800 kilocalorías para ejecutar su trabajo, luego entonces, y al paso del tiempo, se presentan situaciones relacionadas con obesidad, enfermedades metabólicas por dietas y hábitos de alimentación inadecuados utilizados para cubrir las necesidades de energía de los colaboradores.

Lo más importante de este tema es que la industria porcícola ha tomado cartas en el asunto y la prueba es que este tema ya se aborda en foros de productores con bastante seriedad, profesionalismo y actitud laboral con visión de bienestar hacia los colaboradores, ello, tendiente a la profesionalización y generación de mano de obra calificada y especializada, que tendrá que reflejarse en una mayor permanencia de los empleados, lealtad a la empresa y una mayor productividad en beneficio de ambas partes.

*Eduardo Trejo González, especialista de la Dirección Técnico y de Redes de Valor de FIRA. La opinión aquí expresada es del autor y no necesariamente coincide con el punto de vista oficial de FIRA.

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