Fases del desarrollo de las malezas

Las fases del desarrollo de una maleza o de cualquier planta en general, envuelven toda una serie de procesos, es decir, desde que se inicia su formación con la doble fecundación (propio de las Angiospermas) hasta su muerte o senescencia. Generalmente, estas fases del desarrollo se conocen simplemente con el nombre de «Ciclo Ontogenético«. Es de vital importancia el conocimiento que se tenga del mismo, para hacer más efectivo y por ende más económico su control (Espinoza et al., 1995).

El Ciclo Ontogenético comprende dos grandes estadios: El Vegetativo y el Reproductivo. El Vegetativo incluye la parte del desarrollo del individuo, es decir, la formación de los órganos especializados, cuyas funciones aseguren la preservación del mismo. El estadio Reproductivo comprende aquella fase del ciclo ontogenético cuya función básica es asegurar la preservación de la especie (Espinoza et al., 1995; IDRC, 1997).

Estadio vegetativo

Este a su vez comprende las siguientes fases:

1.- Fase de Embriogenia ó Embriogénesis: Es el proceso de formación del embrión después de la fecundación. El embrión constituye la parte esencial de la semilla; por lo general es de color blanco, aunque en ciertas especies, es amarillo o rosado. Está formado por los cotiledones y el eje embrionario. El eje embrionario, a su vez, se diferencia en una raíz primaria, embrionaria, ó radícula; la parte axial de dicho eje forma el hipocótilo, y se localiza debajo de la inserción de los cotiledones. Entre los cotiledones, se observa una yema apical o primordial, llamada plúmula o gémula (rudimento del vástago), de la cual se desarrollará el sistema caulinar de la planta (Mazparrote y Delascio, 1998).

2.- Fase de Semilla ó Seminal: En ella están involucrados los procesos que conllevan a la formación y diferenciación de las estructuras propias de la semilla, tales como: el episperma, el cual es la capa externa, con función generalmente protectora; el endosperma ó albumen, que es el tejido nutritivo y el embrión, que representa el rudimento de la futura planta y a su vez está constituido por la radícula (rudimento de la raíz), plúmula, cotiledones, hipocótilo (eje infracotiledonar) y el epicótilo (eje supracotiledonar, correspondiente al primer entrenudo del tallo) (Lindorf et al., 1991).

3.- Fase de Germinación: Dicha fase se inicia cuando se coloca una semilla viable en condiciones favorables (luz, temperatura, humedad, aireación, etc). El embrión empieza su crecimiento, emergiendo primero la radícula y luego la plúmula, previa ruptura del episperma (González et al., 1990).

4.- Fase de Plántula: Como consecuencia de la germinación se inicia el desarrollo del individuo, que en ésta fase se denomina plántula. A su vez, dicha fase se subdivide en:

a) Subfase de Emergencia: (latín «emergere» = «brotar»): Se conocen dos tipos básicos de emergencia: la hipógea, cuando los cotiledones permanecen soterrados, la cual ocurre en plantas Monocotiledóneas y la epígea, cuando salen a la superficie, en el caso de las plantas Dicotiledóneas (González et al., 1990; Espinoza et al., 1995).

b) Subfase de Autonomía Metabólica: Como se deduce del término, la plántula está en condición de cumplir las funciones vitales, pasando de una fase en la que subsiste a expensas de lo que le provee la semilla, a una fase autótrofa, independiente. Macroscópicamente ésta fase del crecimiento no presenta rasgos relevantes, estando caracterizada por prevalecer en ella las funciones propias de una planta (González et al., 1990).

5.- Fase Juvenil: Se manifiesta externamente en la planta, a través de ciertas características, tales como: alargamiento de los entrenudos, comienzo de las ramificaciones, formación de hojas con la morfología característica de la especie a la cual pertenece y en algunos casos seguida de la abscisión de las hojas plántulares (Mazparrote y Delascio, 1998).

Estadio reproductivo

En general, comprende las siguientes fases:

1.- Fase Adulta: Incluye el desarrollo reproductivo, que a su vez, comprende las subfases de floración y fructificación. Se destaca él declino de la tasa de crecimiento de los entrenudos apicales a favor del fenómeno de la floración y posterior fructificación. La ocurrencia de la floración como índice de la fase adulta o de madurez, es valedera para la mayoría de las plantas tanto herbáceas como leñosas (González et al., 1990).

De acuerdo a la duración del ciclo ontogenético de las plantas superiores se distinguen, a grandes rasgos, los siguientes grupos: anuales, bianuales y perennes; diferenciándose así, principalmente por el tiempo transcurrido en alcanzar el período de la reproducción; los dos primeros grupos (anuales y bianuales) se conocen en conjunto con el nombre de monocárpicas o de ciclo corto; y las perennes, con las denominaciones de policárpicas o de ciclo largo (Mazparrote y Delascio, 1998).

2.- Fase de Senectud (Senescencia): Incluye un conjunto de procesos detectables externamente por una paulatina disminución del poder de productividad, decaimiento visible de las partes vegetativas, sumado a una mayor susceptibilidad a los ataques de agentes externos (patógenos, etc). En las plantas herbáceas, la fase de senectud es caracterizada por la caída natural de flores y frutos y por decaimiento de las partes vegetativas. Las plantas anuales y bianuales o de ciclo corto, se diferencian de las perennes o de ciclo largo, no solamente por ser monocárpicas las primeras y policárpicas las segundas, sino por el hecho de que el individuo monocárpico perece una vez lograda la producción de frutos y semillas (Espinoza et al., 1995).