La gerencia agrícola como motor del desarrollo de la resiliencia en los productores rurales

En un mundo agrícola cada vez más expuesto a riesgos climáticos, económicos y sociales, la resiliencia se ha convertido en una condición esencial para la supervivencia de las fincas y la sostenibilidad de los sistemas productivos. En este contexto, la gerencia agrícola deja de ser un mero ejercicio administrativo para convertirse en un proceso estratégico, capaz de anticipar, adaptarse y responder de manera eficiente a los desafíos que enfrenta el productor en su día a día. La resiliencia, lejos de ser un atributo espontáneo, es una capacidad que puede y debe ser construida, y la gerencia es su herramienta clave.

¿Qué es la resiliencia en la agricultura?

La resiliencia, en el ámbito agrícola, se define como la capacidad de un productor o una finca para resistir, adaptarse y recuperarse frente a crisis o perturbaciones, como sequías, plagas, caídas de precios, conflictos territoriales, falta de acceso a insumos o enfermedades zoonóticas.

Una finca resiliente no es aquella que nunca enfrenta problemas, sino aquella que, a pesar de los golpes, logra seguir funcionando, producir, sostener a la familia y adaptarse a las nuevas condiciones.

Desarrollar resiliencia implica:

  • Diversificar riesgos, tanto en producción como en mercados.

  • Mantener márgenes de maniobra, como reservas económicas o estratégicas.

  • Aprender de la experiencia, incorporando mejoras después de cada crisis.

  • Conectarse con redes sociales, técnicas o institucionales que fortalezcan su capacidad de respuesta.

La gerencia agrícola como constructora de resiliencia

La gerencia agrícola moderna ofrece un marco racional y estratégico para organizar las decisiones del productor de manera que se construya resiliencia en el tiempo. Esta gerencia no se limita a anotar gastos o planificar cosechas; su valor reside en convertir la incertidumbre en riesgo calculado y el riesgo en oportunidades de mejora.

1. Planificación para anticipar escenarios

Una finca resiliente es una finca que piensa hacia adelante. La gerencia permite elaborar planes de producción que consideren diferentes escenarios climáticos y de mercado. Esto incluye:

  • Definir cultivos con menor vulnerabilidad.

  • Evaluar la viabilidad financiera ante distintas situaciones.

  • Considerar alternativas de riego o manejo en caso de fallas.

Planificar con resiliencia implica no depender de un solo cultivo, un solo comprador o una sola fuente de ingreso.

2. Organización para usar bien los recursos

La resiliencia requiere que los recursos (tiempo, mano de obra, maquinaria, agua, tierra) sean utilizados de forma eficiente y estratégica. Una buena organización reduce desperdicios, identifica cuellos de botella y mejora la respuesta ante situaciones adversas.

Por ejemplo, contar con sistemas organizados de almacenamiento de agua o una estructura clara de roles laborales dentro de la finca puede marcar la diferencia en momentos de crisis.

3. Ejecución con criterio técnico y flexibilidad

La gerencia fortalece la ejecución al promover el uso de prácticas sostenibles, el seguimiento técnico y la capacidad de ajuste en función del contexto. Una finca resiliente no ejecuta por costumbre, sino con criterio, monitoreo y capacidad de cambio.

Ejecutar con resiliencia implica tomar decisiones informadas durante el ciclo productivo, ajustar el calendario ante una lluvia fuera de temporada, o sustituir insumos cuando hay escasez o alza de precios.

4. Control para aprender, corregir y mejorar

El control gerencial —mediante indicadores, registros, balances y análisis post-cosecha— permite evaluar lo que funcionó y lo que no. Esta es la base del aprendizaje continuo y, por tanto, de la resiliencia.

Una finca que mide sus resultados puede identificar puntos débiles, corregir errores y preparar mejor la próxima campaña. En cambio, una que no controla, repite errores sin saberlo, debilitando su capacidad de adaptación.

¿Por qué sin resiliencia no hay futuro para las fincas?

En contextos de cambio climático, degradación ambiental y mercados inestables, la vulnerabilidad de las fincas pequeñas y medianas es muy alta. Las fincas que no logren adaptarse corren el riesgo de desaparecer o caer en ciclos de endeudamiento y pobreza.

La resiliencia garantiza la continuidad de la producción, la estabilidad familiar, la permanencia en el territorio y la posibilidad de enfrentar el futuro con dignidad. Sin ella, el esfuerzo del productor puede ser destruido en una sola campaña por un evento fuera de su control.

Gerencia y resiliencia, una relación inseparable

La resiliencia no nace sola: se construye desde la gerencia agrícola. Un productor que planifica, organiza, ejecuta y controla sus actividades con visión estratégica, aumenta su capacidad de enfrentar la adversidad, de recuperarse y de evolucionar.

Por ello, es urgente que los productores agrícolas superen la lógica de la rutina heredada o de la intuición y asuman con convicción su rol de gerentes de su finca, entendiendo que en esta época de cambios acelerados, la gestión no es un lujo, sino una necesidad.

En definitiva, la gerencia agrícola es la columna vertebral sobre la cual puede edificarse una agricultura resiliente, moderna y sostenible. Y sin resiliencia, no habrá finca que resista los embates del futuro.

Por: Ing. Agr. Ricardo Castillo López

MSc. Dr.

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