En apariencia, gerenciar una empresa y gestionar el cambio climático podrían parecer tareas muy distintas. Una se enfoca en maximizar beneficios, satisfacer clientes y competir en el mercado. La otra, en cambio, apunta a reducir emisiones, proteger ecosistemas y garantizar la sostenibilidad del planeta.
Sin embargo, cuando se examinan desde una perspectiva de gestión del riesgo y toma de decisiones, ambas comparten una lógica común.
Este artículo propone un paralelismo revelador: la gerencia empresarial y la gestión del cambio climático siguen los mismos principios de planificación, organización, ejecución y control, y ambos parten de una herramienta central: el análisis de riesgo.
1. Análisis de Riesgo: El Punto de Partida Común
Tanto en la gerencia empresarial como en la gestión climática, el proceso inicia con una evaluación estructurada del riesgo. Se trata de identificar factores que pueden afectar los objetivos de la organización (empresa o sociedad) y evaluar su probabilidad e impacto.
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En la empresa: se analiza el riesgo financiero, operativo, legal, reputacional o de mercado.
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En el clima: se evalúan los riesgos por fenómenos extremos, pérdida de biodiversidad, escasez hídrica o inseguridad alimentaria.
Este diagnóstico inicial permite definir prioridades, anticiparse a eventos adversos y diseñar planes proactivos.
2. Planificar: De los Objetivos a los Escenarios de Acción
Con base en el análisis de riesgos, ambas formas de gestión elaboran planes estratégicos que incluyen metas, indicadores, responsables y escenarios posibles.
En la empresa | En la gestión climática |
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Planes de negocio, continuidad o expansión | Planes nacionales de adaptación y mitigación |
Análisis de escenarios del mercado | Modelos climáticos y proyecciones |
Presupuestos y recursos | Financiamiento climático y fondos verdes |
En ambos casos, se definen umbrales o niveles de tolerancia para ciertos indicadores clave. Si una variable (como el flujo de caja o la temperatura) supera ese límite, se activa una respuesta preestablecida.
3. Organizar: Construir la Capacidad de Respuesta
Un plan sin estructura no puede ejecutarse. Por eso, tanto la empresa como las instituciones climáticas necesitan:
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Asignar responsabilidades claras.
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Definir procedimientos internos (manuales, protocolos).
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Crear equipos multidisciplinarios (marketing, finanzas, sostenibilidad, gestión del riesgo).
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Establecer canales de comunicación efectivos.
Esta etapa crea la infraestructura organizativa necesaria para reaccionar ante escenarios adversos, ya sean una caída en ventas o una sequía prolongada.
4. Ejecutar: Actuar en Tiempo Real
Cuando un riesgo se materializa, lo esencial es actuar con agilidad y coherencia. Por ejemplo:
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Una empresa ejecuta su plan de contingencia ante la quiebra de un proveedor clave.
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Un país implementa su protocolo de emergencia frente a una inundación extrema.
En ambos casos, se activan mecanismos previamente definidos, basados en datos, con roles asignados y metas de mitigación. La clave es que la ejecución no sea improvisada, sino producto de una preparación anticipada.
5. Controlar y Aprender: La Gestión como Ciclo de Mejora
Después de cualquier evento crítico —una crisis económica o un desastre natural— lo más importante es aprender. Tanto en la gerencia como en la gestión del cambio climático se realiza un proceso de:
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Monitoreo de indicadores clave.
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Evaluación de los resultados obtenidos.
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Análisis de fallas o aciertos.
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Reajuste de estrategias.
Incluso los eventos inesperados o poco probables, si se analizan adecuadamente, pueden fortalecer el sistema. En ambos campos, el verdadero liderazgo se demuestra no sólo al prevenir, sino al adaptarse, mejorar y evolucionar después del impacto.
6. Un Enfoque Integrado: Riesgo, Resiliencia y Responsabilidad
El paralelismo entre estos dos modelos no es solo técnico, sino conceptual. Ambos se mueven hacia enfoques de gestión proactivos, resilientes y basados en datos. Y en ambos casos, la clave del éxito no está solo en los planes, sino en la capacidad de anticipar, responder y transformar.
Además, tanto las empresas como los gobiernos están siendo llamados a integrar criterios de responsabilidad social y ambiental, generando una nueva lógica de gestión que conecta la rentabilidad con la sostenibilidad, y la eficiencia con la justicia climática.
Un Mismo Lenguaje de Gestión para Desafíos Distintos
La planificación, organización, ejecución y control no son solo funciones administrativas: son principios universales de gestión que unen mundos distintos bajo una misma lógica de anticipación y adaptación.
Tanto el gerente de una empresa como el tomador de decisiones ante el cambio climático enfrentan incertidumbre, recursos limitados y consecuencias complejas. Ambos necesitan sistemas de alerta, indicadores clave, manuales de acción y procesos de aprendizaje. Ambos trabajan para minimizar daños y maximizar oportunidades.
Por eso, la gestión del riesgo climático no es ajena a la lógica empresarial. Al contrario, es su espejo en el ámbito socioambiental. Comprender este paralelismo permite integrar esfuerzos, potenciar sinergias y transitar hacia una gestión más consciente, sostenible y preparada para los desafíos del siglo XXI.
Por: Ing. Agr. Ricardo Castillo López
MSc. Dr.
universidadagricola.com