Al rescate de los maíces originarios

 El maíz, con sus diversas razas ancestrales, representó la base alimentaria de una gran cantidad de pueblos originarios de todo el continente americano. En la Argentina, algunos de estos cultivos nativos se siguen sembrando en el norte del país para el autoconsumo y la venta a los turistas que visitan la región. No obstante gran parte de este patrimonio está en riesgo y, con su desaparición, no sólo se pierde parte de la cultura local sino también un material valioso para el mejoramiento del cultivo.

Durante las horas de rodaje compartidas con Cámara Hernández, los documentalistas conocieron una gran variedad de maíces y de recetas que podrían ayudar a las diferentes razas.

Esta situación motivó la producción de un nuevo documental de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), sobre la base del trabajo desarrollado en las últimas cuatro décadas por el profesor e investigador Julián Cámara Hernández, reconocido entre los “Grandes Maestros de la UBA”, quien se dedicó a viajar a las provincias de Misiones, Formosa, Catamarca, Jujuy, entre otras, para recolectar, registrar y estudiar las variedades de maíces originarios: sus morfologías y clasificación sistemática, como también los usos, prácticas de manejo y tradiciones asociadas.

El trabajo de Cámara Hernández ya posibilitó la vuelta a la tierra de razas de maíz que se habían dejado de cultivar. Además, a partir de sus múltiples viajes contribuyó a la generación de una colección de semillas depositadas en el banco de germoplasma del INTA Pergamino. “Este trabajo permitió conservar más de 30 razas y, sobre todo, generó una oportunidad de desarrollo para los pueblos originarios”, destacó Miguel van Esso, director del Centro de Educación a Distancia de la FAUBA (CED) y productor de este documental que se lanzará en la segunda mitad del año.

Buscan llevar al cine la visión de los pueblos originarios desde su experiencia en el cultivo y su gastronomía tradicional, así como el aporte de los científicos en el área. Foto: GET QOM

“La idea del documental es tener la voz académica de la FAUBA (a través de Julián) y, por otro lado, la visión de los pueblos originarios desde su experiencia en el cultivo y su gastronomía tradicional”, contó Verónica Fernández Bargiela, documentalista y estudiante de Diseño de Imagen y Sonido de la UBA, quien está a cargo de la dirección.

Hasta el momento, el equipo documentalista realizó viajes para interiorizarse en la temática: se visitaron las regiones de producción donde registraron el contexto y se filmaron diferentes entrevistas para conocer a los protagonistas mediante sus testimonios. Allí, se asombraron al descubrir una gran diversidad de formas, colores y usos del maíz que no se conocen en el resto del país: “Pudimos conocer de cerca el pororó, el pisingallo, el overo y el colorado, con muchos colores (blanco, violeta, rojo y negro, entro otros) y diferentes tamaños, y una gastronomía con platos que requieren un tipo particular de raza de maíz”, señaló Fernández Bargiela, quien trabaja en el CED en el marco de un proyecto UBATIC, y lamentó que muchas de estas tradiciones se fueron perdiendo y que en restaurantes, incluso en los del NOA, las recetas no incluyen a estos maíces, sino a otros híbridos que actualmente se siembran de manera extensiva.

La película, que comenzó su filmación hace un año, se convirtió en un homenaje inesperado a Cámara Hernández. Foto: GET QOM

“Julián siempre decía que si cada familia de la Ciudad de Buenos Aires hiciera una comida al año con alguna de estas variedades, la producción de los maíces del norte argentino no alcanzaría para satisfacer la demanda. Eso podría dar inicio a un círculo virtuoso como el que existe con la quinoa, que hace 15 o 20 años era considerada como un maleza, y contribuiría a la economía de los pueblos y a que los sigan cultivando y conservando”, agregó Van Esso.

Durante las horas de rodaje compartidas con Cámara Hernández, los documentalistas también conocieron una gran variedad de recetas que podrían ayudar a las diferentes razas de maíz a conservarse y, a su vez, aumentar la diversidad en la alimentación: “Luego de booms como el de la papa andina o la quinoa, que saltaron gracias a la demanda originada por un chef estadounidense, quizás la gastronomía tenga un lugar en el documental y aporte al enfoque multidisciplinario que utilizamos”, consideró Van Esso.

La película, que comenzó su filmación hace un año, se convirtió en un homenaje inesperado a Cámara Hernández a raíz de su reciente desaparición física: “Mostrar la pasión con la que estudió el cultivo quizás puede ayudar a dar el salto necesario para que perdure en las comunidades”, agregó van Esso.

Van Esso resaltó la importancia de la interdisciplina

Van Esso, productor de documentales de la FAUBA como “Gran Chaco”, resaltó la importancia de la interdisciplina para el abordaje y divulgación de las problemáticas complejas: “La interacción entre alumnos y profesores de distintas facultades es muy enriquecedora. Desde hace seis años tenemos la suerte de trabajar en conjunto con alumnos de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA. Además compartimos parte del viaje con el Grupo de Estudio y Trabajo qom de la FAUBA, que es multidisciplinario”.

Además, Van Esso destacó que la UBA, como otras universidades, es una fuente de información y conocimientos que podrían llegar a una mayor proporción de la comunidad a través de los documentales. “Luego de las grandes repercusiones de la primer película producida por la FAUBA, comprobamos el poder de comunicación y visibilización que tiene el cine y, por ello, fomentamos la utilización de esta herramienta”, sostuvo.

Este es el segundo documental que realiza la FAUBA. El anterior, “Gran Chaco”, narra los conflictos socio ambientales que afectan a la región boscosa más grande del mundo luego de la Amazonía, causados por la deforestación y el avance de la frontera agrícola, a partir del testimonio de pobladores de las comunidades originarias e investigadores. Los interesados pueden verla en: http://www.granchacolapelicula.com.ar