El cambio climático es, en esencia, un problema de bienes públicos. Tanto su mitigación como muchas medidas de adaptación generan beneficios no excluibles y no rivales, lo que conduce a fallas de mercado y acción colectiva.
Este artículo analiza las implicaciones del carácter de bien público del cambio climático desde una perspectiva económica e institucional. Se exploran los principales obstáculos para su gestión efectiva, incluyendo el dilema del polizón, la racionalidad limitada, la fragmentación institucional y la falta de incentivos adecuados. Finalmente, se discuten estrategias para mejorar la gobernanza de estos bienes públicos en escalas globales y locales.
1. Introducción: ¿Qué tienen en común el clima y un faro?
En economía, un bien público es aquel del cual nadie puede ser excluido y cuyo uso por una persona no reduce su disponibilidad para los demás. El ejemplo clásico es el faro, que ilumina a todos los navegantes por igual. El clima estable, como bien público, comparte estas características: todos se benefician de un sistema climático funcional y predecible, pero nadie puede ser excluido de sus beneficios ni asumir individualmente los costos de su degradación.
Este carácter genera desafíos fundamentales: no hay incentivos suficientes para que individuos, empresas o países actúen por sí solos para proteger el clima. Así, el cambio climático se convierte en el mayor fracaso colectivo de nuestra época.
2. El cambio climático como problema de acción colectiva global
Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del calentamiento global, provienen de fuentes dispersas: industrias, transporte, agricultura, deforestación. Sin embargo, los efectos son compartidos: elevación del nivel del mar, eventos extremos, inseguridad alimentaria. Como las consecuencias de mitigar las emisiones benefician a todos, los países tienen un incentivo a esperar que otros actúen primero y disfrutar de los beneficios sin incurrir en los costos: el problema del polizón.
A esto se suman:
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Racionalidad limitada: Los actores (gobiernos, empresas, ciudadanos) subestiman los impactos futuros del cambio climático o dan prioridad a beneficios inmediatos.
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Horizontes políticos cortos: Los líderes toman decisiones en ciclos de 4-6 años, mientras que el clima opera a escalas multigeneracionales.
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Desigualdades estructurales: Los países más pobres y menos emisores son los más vulnerables, mientras que los más responsables históricamente tienen más capacidad para adaptarse.
3. Bienes públicos climáticos: también un desafío local
Aunque el cambio climático es global, muchas de sus soluciones son locales y también presentan características de bienes públicos. Por ejemplo:
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Reforestación: Mejora el microclima, captura carbono y regula el agua, pero sus beneficios se extienden más allá de quien planta el árbol.
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Infraestructura verde (canales, terrazas, cortinas rompevientos): Reduce riesgos climáticos para la comunidad entera.
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Sistemas de alerta temprana: Protegen a todos, aunque solo algunos contribuyan a su mantenimiento.
En contextos rurales, donde predominan la informalidad y los recursos limitados, estas iniciativas enfrentan barreras adicionales: descoordinación, poca apropiación comunitaria, falta de recursos públicos, y en ocasiones, conflicto entre actores.
4. La economía neoinstitucional y la provisión de bienes públicos climáticos
Desde la economía neoinstitucional, el problema no es solo técnico o financiero, sino organizativo e institucional:
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Oportunismo: Actores que se benefician de las acciones de otros sin contribuir.
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Información asimétrica: Desigual acceso a información sobre riesgos y soluciones.
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Costos de transacción elevados: Coordinar acciones entre múltiples actores, niveles de gobierno y sectores implica altos costos de negociación, monitoreo y cumplimiento.
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Falta de mecanismos de gobernanza adecuados: La gestión de estos bienes requiere instituciones estables, legítimas y flexibles, capaces de promover cooperación en escenarios de incertidumbre y conflicto.
5. Caminos hacia una mejor gobernanza climática de bienes públicos
Para mejorar la provisión de bienes públicos frente al cambio climático se requiere:
a) Coordinación multinivel
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Fortalecer mecanismos de cooperación entre niveles local, nacional y global (ej. fondos climáticos internacionales con ejecución local).
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Impulsar la diplomacia climática para aumentar la ambición y cumplimiento de los compromisos internacionales (Acuerdo de París).
b) Incentivos adecuados
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Implementar mecanismos de mercado como los pagos por servicios ambientales (PSA) o impuestos al carbono que internalicen los beneficios sociales.
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Diseñar subsidios o beneficios fiscales a quienes adopten prácticas sostenibles.
c) Gobernanza participativa e inclusiva
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Involucrar comunidades locales, especialmente grupos marginados, en el diseño y gestión de soluciones climáticas.
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Apoyar redes de cooperación territorial, comités de cuenca, consorcios de productores y plataformas multiactor.
d) Institucionalidad adaptativa
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Promover marcos institucionales que permitan aprendizaje continuo, experimentación y ajuste de políticas ante nueva información climática.
6. Conclusión
El cambio climático desafía nuestras estructuras de acción colectiva, al afectar bienes públicos que son esenciales para la vida y el desarrollo. Su carácter no excluible y no rival genera inercia, oportunismo y descoordinación, tanto en la escala global como en los territorios.
Superar estos obstáculos requiere rediseñar nuestras instituciones, crear incentivos adecuados y fomentar una gobernanza climática basada en la cooperación, la inclusión y la adaptación. Solo así podremos transformar la crisis climática en una oportunidad de innovación social y ecológica a largo plazo.
Por: Ing. Agr. RIcardo Castillo López
MSc. Dr.
universidadagricola.com