Enfrentándonos a la Sequía con digitalización

Está acabando el año 2017 y tras un trienio seco y un otoño muy seco en gran parte de las regiones españolas, vuelven a sentirse los peores efectos de la sequía sobre la piel de toro. Todo ello agravado por temperaturas medias superiores a las normales, veranos que se alargan e inviernos que se acortan, dando como resultado una mayor aridez y déficit hídrico que afecta a los cultivos y pastos de secano, y a las reservas de agua, tanto superficiales como subterráneas.


El problema no es nuevo, ya lo hemos vivido en España en 2011, 2005, 1995, 1983, 1945, 1930, 1567… Es cíclico, ha ocurrido antes, ocurre ahora y seguirá ocurriendo en el futuro.


El consumo de agua para riego agrícola en España supone más del 70% del consumo total de agua, por lo que se trata del sector con mayor consumo, muy por encima de todos los demás. Aunque el calentamiento global tiende a empeorar los balances hídricos, sí contamos con nuevas herramientas que nos pueden ayudar mucho a reducir los impactos negativos en el sector Agro de la sequía actual y de las que están por venir.


Se trata de nuevas soluciones digitales que nos ayudan a optimizar el uso de un recurso escaso, tanto a nivel de gestión hidrológica de cuencas como en la aplicación del riego en cultivos.


En lo referente a gestión hidrológica, desde hace ya unos años contamos con redes digitales de medición y control en tiempo real de agua embalsada en superficie, caudales, pluviometría o redes piezométricas para controlar los niveles de las aguas subterráneas.


A todo ello, se une la importante mejora reciente de las imágenes de satélites de observación terrestre, fundamentalmente las ligadas al programa europeo Copernicus y sus satélites SENTINEL, para monitorizar la evolución de la vegetación con mayor precisión, y alta frecuencia (2-3 días). A partir de ello, se puede conocer qué fincas reciben riego, estimar las dosis de riego, y contrastarlo con las concesiones vigentes o con los niveles piezométricos, evitando consumos excesivos o no autorizados, y que en todo caso no superen los niveles de recarga medios de los acuíferos en el caso de aguas subterráneas.


Por lo que respecta a la distribución del agua de riego en parcela, las nuevas herramientas y soluciones digitales permiten medir y controlar mejor el riego agrícola, la homogeneidad de su distribución, su eficiencia, elegir y automatizar los momentos de aplicación, reducir las pérdidas de la red o dosificar el agua a lo largo de cada campaña. Así, con herramientas como Hortisys, se pueden instalar sensores de suelo a distintas profundidades para conocer los niveles de humedad, y sensores de ambiente.


Con esos datos, unidos a las previsiones meteorológicas y aplicando estrategias de riego deficitario, se calculan dosis de riego por aplicación, para optimizar el rendimiento agrícola de cada campaña dada una cantidad de agua máxima.


Adicionalmente, estas soluciones contemplan el coste o la disponibilidad energética como factor a tener en cuenta en la planificación del riego, lo cual es importante ante la volatilidad de los costes energéticos de la red o la disponibilidad variable de la energía solar fotovoltaica, cada vez más utilizada en el riego agrícola.


Este tipo de soluciones también admiten la gestión de las planificaciones y de las dosis de riego calculadas, automatizando la apertura y cierre de electroválvulas, arranque y parada de bombas o incluso la detección de posibles fugas.


El uso de las soluciones digitales no puede ayudar a que haya más recursos hídricos en caso de sequía, como ocurre actualmente, pero desde luego sí ayudar de manera importante a medir y controlar el consumo de agua, optimizando y rentabilizando el uso de cada gota.


No esperemos más, tenemos la tecnología y debemos utilizarla para optimizar el uso de un recurso escaso y muy valioso, como es el agua.


 

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