Cómo analizar fácilmente el suelo del jardín

Conocer las características del suelo de nuestro jardín nos servirá de gran ayuda y orientación. Para ello podemos realizar un análisis práctico y rápido:

Abriremos un hoyo de 30 cm de profundidad en el suelo del jardín y tomaremos una muestra de tierra en la que analizaremos:

pH o grado de acidez del suelo: Existen diversos kits en los centros de jardinería para realizar un test del pH. Los más eficaces para el aficionado serán los de tiras de colores.

Se mezcla en un tarrito la muestra de tierra y la solución siguiendo las medidas indicadas por el test elegido. Se agita la mezcla y se introduce la tira en la disolución. Se espera unos minutos y se analiza el color obtenido, color que marcará el grado de acidez que tiene el suelo analizado.

El pH de la tierra afecta a la disponibilidad de nutrientes del suelo. Un suelo puede tener gran cantidad de nutrientes, pero si no están solubles, la planta no los puede tomar.

Se pueden clasificar los siguientes estados de pH en el suelo:

Suelo ácido: Muy Ácido: pH < 5,5 / Ácido: pH entre 5,6 – 6,5

Suelo neutro: pH entre 6,6 – 7,5

Suelo alcalino o básico: Alcalino: pH entre 7,6 – 8,5 / Muy alcalino: pH > 8,5

La mayoría de las plantas prefieren suelos algo ácidos con pH entre 6 y 7. Los problemas surgen en suelos muy ácidos o muy alcalinos, pero en esos casos podremos cultivar plantas de suelo ácido (acidófilas) o plantas de suelos alcalinos.

Si queremos cultivar plantas que necesiten un pH diferente al del suelo de nuestro jardín, podemos preparar un macizo con sustrato especial.

Textura del suelo: Se humedece la muestra de tierra y se aprieta en la palma de la mano. Una vez compactada, se intenta modelar alguna figura:

Suelo de textura arenosa. Si la tierra se resbala entre los dedos sin manchar y sin permitir crear ninguna figura se trata de un suelo con textura arenosa.

Los suelos arenosos son ligeros y cómodos de trabajar, aunque son pobres en nutrientes, se calientan y enfrían con rapidez, y retienen muy poco la humedad. El suelo arenoso se puede mejorar incorporando compost, estiércol o humus en pequeñas cantidades y con frecuencia. Hay muchas plantas mediterráneas adaptadas a los suelos arenosos.

Suelo de textura franca o limosa: Si se puede crear un cordón fino y la tierra se puede desmenuzar entre los dedos dejando color en las manos, se trata de un suelo con textura limosa o franca. Los suelos limosos son suelos muy equilibrados, ricos en humus y que retienen bien el calor, el agua, el aire y los nutrientes. Es la textura ideal buscada en jardinería para la mayoría de las plantas.

Suelo de textura arcillosa: Si se puede moldear un rosco cerrado o donut, se cuenta con un suelo de textura arcillosa. Los suelos arcillosos son pesados, impermeables y difíciles de trabajar, aunque tienen un alto contenido en nutrientes. Mezclándolos con arena e incorporando compost una vez al año se pueden hacer más sueltos y permeables.

Sólo en casos extremos, con suelos muy arcillosos y compactados, podemos sufrir problemas de encharcamientos en profundidad que estén produciendo la asfixia de las raíces de las plantas. Para solucionarlos podemos crear una estructura de drenaje.

Materia orgánica: Hay dos formas muy sencillas de saber si en la tierra hay presencia de materia orgánica.

Observando el color de la muestra de tierra se obtienen pistas acerca de la proporción de materia orgánica:

o Marrón oscuro: Indica presencia de humus o materia orgánica

o Marrón rojizo: Indica presencia de hierro

o Marrón claro o pardo: Indica poca presencia de materia orgánica

La materia orgánica del suelo está constituida por sustancias de origen animal y vegetal que se incorporan al suelo, transformándose en nutrientes para las plantas.

Fertilidad del suelo: La presencia de macroorganismos, lombrices, pequeños mamíferos, insectos y raíces son señal de fertilidad en un suelo.

La combinación de todas las características del suelo, su textura, su pH, su nivel de materia orgánica, los macroorganismos y microorganismos que viven en él, etc…, confieren a la tierra un determinado nivel de fertilidad que permitirá que las plantas extraigan del suelo gran parte de los elementos químicos que necesitan para su desarrollo.