Introducción al Manejo Integrado de Malezas

Desde los albores de la agricultura, el hombre percibió la importancia de la interferencia causada por las malezas sobre los cultivos e invirtió cuantiosos recursos y energía en un esfuerzo denodado para combatirlas.

En las últimas décadas, el enfoque alternativo más utilizado para solucionar el problema de las malezas consistió en el uso de herbicidas. Su alta eficacia condujo a la idea de la erradicación de malezas, continuamente renovada por el desarrollo de nuevos herbicidas y repetidamente frustrada, lo que pone en evidencia la compleja realidad del problema. El empleo de herbicidas se limita a la aplicación rutinaria de un agroquímico, sin considerar aspectos de la biología de las malezas ni su integración en programas de manejo que incluyan otras técnicas de control.

La elección de estrategias de reducción, o de erradicación, de malezas en lugar de optar por estrategias de prevención y contención se vio favorecida no sólo por factores tecnológicos como la eficacia de los principios activos y la tecnología de aplicación, sino también por factores económicos y socio-culturales como la disminución de los costos relativos, la escala productiva y los actores involucrados en el proceso de producción.

La Importancia del Manejo Integrado de Malezas

Frente a la posibilidad de que se manifiesten problemas de tolerancia y/o resistencia a herbicidas, no debemos alarmarnos pero sí estar alertas y tener en cuenta que la prevención es la actitud apropiada. Así, la implementación técnicas de manejo integrado de malezas contribuyen a lograr ese objetivo; de este modo, podemos manejar o retrasar su manifestación puesto que no existe ningún método o estrategia individual que sea totalmente efectiva.

En otras palabras, el manejo integrado de malezas va mucho más allá del mero control de malezas sino que se refiere a la integración de diferentes prácticas que, en conjunto, ayudan a reducir la interferencia de las malezas así como a limitar su propagación. La aplicación de esta filosofía aportará, sin lugar a dudas, sostenibilidad al agroecosistema.

Entre los componentes del manejo integrado de malezas podemos citar:

La rotación de cultivos:es una de las prácticas más importantes en un programa de manejo integrado de malezas ya que permite diversificar los modos de acción de los herbicidas empleados y el mejor aprovechamiento de los recursos (agua, luz y nutrientes), favoreciendo así el efecto de la competencia del cultivo sobre la maleza (control cultural). El monocultivo, por el contrario, incrementa la presión de selección sobre las poblaciones y comunidades de malezas. Dentro de este tópico, la implementación de cultivos de cobertura o puentes verdes son actores fundamentales en la lucha contra las malezas ya que contribuyen a limitar su crecimiento y propagación.

La rotación de herbicidas con distintos modos de acción: incluye el uso de modos de acción múltiples durante el barbecho previo y durante el ciclo del cultivo, a fin de incrementar la diversidad dentro del programa de control de malezas; una opción puede ser el uso de combinaciones de herbicidas (secuenciales o en mezclas) con distintos modos de acción, que solapen sus espectros sobre las especies con mayor riesgo de manifestar resistencia, evitando repetir en un mismo año, un tratamiento herbicida simple. El registro de los herbicidas empleados contribuye a evitar abusos y superposiciones.

El monitoreo de malezas: esta práctica, cuando se realiza correctamente, permite conocer las malezas que afectan a las distintas etapas del proceso productivo. El monitoreo permite identificar las malezas presentes, lo cual ayuda a definir qué herbicidas son los más adecuados para el manejo de las comunidades presentes en cada lote, definir la presión de las malezas, conocer la situación histórica de malezas, determinar cuáles son los sectores más problemáticos, identificar los escapes para eliminarlos y evitar su propagación. La destrucción de los escapes puede requerir de tratamientos con mochila y/o controles mecánicos con implementos manuales.

La aplicación de conocimientos de biología al manejo que aporta a la oportunidad de las prácticas de manejo y, por ende, a su máximo impacto.

La aplicación correcta de los herbicidas: este tópico incluye no solo a la tecnología de aplicación apropiada sino también la dosis correcta y el momento oportuno, de modo de lograr el máximo impacto con la mínima exposición del medio al herbicida.

Sembrar semilla de buena calidad, de origen conocido y libre de propágalos de malezas: el uso de semilla certificada permite cumplir con esta premisa.

No sembrar sobre malezas vivas: es importante para reducir la interferencia inicial. Para cumplir con este objetivo, la clave es un prolijo manejo de las malezas en el barbecho previo. El descuido en esa etapa puede acarrear consecuencias sumamente costosas y cuestionables durante el ciclo del cultivo de soja.

Selección de arreglos espaciales competitivos: este factor aporta a lo que se conoce como control cultural de malezas o control sin labranzas ni herbicidas.

Limpieza de equipos: la limpieza de las máquinas que ingresan al lote, a fin de eliminar propágulos de malezas, debe ser una premisa insoslayable, especialmente si provienen de lotes con problemas de resistencia, a fin de evitar la propagación de malezas. Recordar siempre que el hombre, a través de las prácticas agrícolas es uno de los principales agentes de dispersión de malezas.

Planificar las acciones: la planificación de las acciones tendientes al manejo de las malezas, permite contar oportunamente con las herramientas de control más adecuadas.La misma incrementa las probabilidades de éxito y reduce los costos de control. Por el contrario, las medidas coyunturales, en general son costosas y los resultados son aleatorios.

Generación de conocimientos y  capacitación continua en manejo de malezas de todos los actores del proceso productivos. 

El Modo de Acción de los Herbicidas

Los herbicidas son una de las maneras más económicas, efectivas y confiables para controlar malezas. Es importante comprender que estos compuestos actúan inhibiendo procesos bioquímicos o vías de biosíntesis específicas de los vegetales. Esta es la actividad concreta de la secuencia de eventos denominada modo de acción (MoA), y su conocimiento es fundamnetal a fin de implementar racionalmente un programa de rotación de herbicidas.

Si bien el conocimiento de este tema es una obligación de los Ingenieros Agrónomos asesores, con frecuencia los productores lo desconocen. No obstante, en los últimos años se ha implementado un sistema consistente en la inclusión en el marbete de los herbicidas de letras que hacen referencia a su modo de acción y que se basa en un sistema de clasificación internacionalmente reconocido (HRAC); es así que si dos principios activos o bien dos marcas comerciales diferentes comparten la misma letra en sus etiquetas, significa que sus modos de acción son similares.

Consideraciones Finales 

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En los últimos años se verificó una sobrestimación del potencial de la tecnología asociada al uso de glifosato e incluso de otros pocos herbicidas económicos, agravado por el desconocimiento, subutilización o indisponibilidad de otros principios activos y por la falta de aplicación de métodos de control no químicos.

Se consideraba que podía prescindirse de información respecto al tipo de especies a controlar, su biología, la oportunidad y tecnología de aplicación y la dosis a utilizar, entre otros factores. Esto generó un empleo rutinario de unos pocos herbicidas, aumentado así la presión de selección hacia especies de malezas con alto nivel de tolerancia o aún de resistencia a ellos. Estos procesos selectivos obligan la sofisticacón creciente de la tecnología de control de malezas .

Existe una idea erronea y muy generalizada que los problemas de malezas van a ser “mágicamente” resueltos por herbicidas con nuevos modos de acción que “están a punto de salir al mercado” y que permitirán continuar con el modelo productivo de “agricultura industrial”. En realidad, la revolución en materia de herbicidas ya ocurrió entre las décadas de 1970 y 1980, y la magnitud de esa revolución fue tal que sus efectos aún se perciben a través de la re-introducción en el mercado de variantes en forma de nuevas formulaciones o mezclas comerciales o incluso de moléculas de reciente introducción pero con modos de acción básicamente similares a los principios activos tradicionales. Es importante asumir que ninguno de esos herbicidas es sustituto del glifosato y menos aún dentro del modelo agrícola industrial con base en el monocultivo.

Los avances que se vislumbran en materia de control de malezas posiblemente provendrán del mejoramiento genético y de la biotecnología, así como del desarrollo e implementación efectiva de métodos no químicos los que, de adoptarse y aplicarse en forma racional, integrada, armónica y equilibrada incrementarían la diversidad relativa del agroecosistema y, por lo tanto, su estabilidad y sustentabilidad contribuyendo así a morigerar la manifestación de los problemas aquí enunciados.

Por: Juan Carlos PAPA. INTA

Tomado de: https://inta.gob.ar