Libro Producción de Semillas en Venezuela

Uno de los hitos más importantes en la historia de la humanidad fue el surgimiento y desarrollo de la agricultura, la cual propició el cambio radical en la forma de vida de las distintas sociedades. Este cambio logró que el ser humano pasara de ser nómada, cazador y recolector, a sedentario y agricultor.  Este fue un proceso lento y paulatino que permitió al mismo tiempo lograr la domesticación de las especies vegetales que actualmente se cultivan. Durante la domesticación, la semilla como medio de propagación jugó y aun juega un papel importantísimo, debido a que es la estructura que posee la información genética que le permitirá a la nueva población de plantas parecerse a la de sus padres.

De manera tradicional, y durante miles de años, la semilla requerida para un nuevo proceso productivo se obtenía de la cosecha que se hacía del producto de consumo, es decir, no se daba un proceso agrícola específico para la producción de semillas. Actualmente, con el reconocimiento de la importancia capital del insumo semilla como la primera garantía de éxito en todo proceso agrícola, el procedimiento de obtención de semilla ha cambiado. Bajo la premisa de los conceptos de calidad, poder asegurar dicha garantía requiere de procesos agrícolas especialmente diseñados para la obtención de semilla, mucho más exigentes en el control ambiental que lo que puede ser un proceso agrícola orientado hacia la obtención de un producto vegetal para consumo (alimentación, vestido, etc.).

En semilla, esta calidad integral está representada por cuatro tipos de calidad: genética, fisiológica, sanitaria y física. La necesidad de un proceso especial para la obtención de semilla permitirá asegurar plantas con genotipos superiores que darán la calidad genética; plantas que crezcan con un mínimo estrés que permitan una adecuada formación de gametos y por tanto un buen desarrollo de las semillas que lograrán un porcentaje de germinación óptimo (calidad fisiológica); plantas que tengan una mínima incidencia de enfermedades y por tanto sus semillas no se verán afectadas por la presencia de algún patógeno (calidad sanitaria); y finalmente plantas que crezcan bajo condiciones tan controladas que al cosechar su semilla esta venga prácticamente libre de cualquier impureza (calidad física).

Bajo estas premisas, se define como semilla a toda aquella estructura botánica (de origen sexual o asexual) que permita la continuidad de una especie, y que se obtiene por un proceso agrícola previamente planificado para tal fin, lo cual le permite garantizar la calidad que se requiere para ser el insumo idóneo al inicio de un nuevo proceso agrícola. Es en este marco es que se establece el proceso de certificación de semillas, que no es más que la declaratoria de alguna institución sobre la calidad integral de la semilla producida. En Venezuela esta declaratoria es dada por el Estado.

Todo programa de semillas lo conforman dos fases: una primera de mejoramiento genético de plantas, y una segunda de multiplicación de la semilla que se obtuvo en el mejoramiento genético. La primera fase parte de la variabilidad existente en un cultivo, y mediante la selección se van alterando las frecuencias alélicas y genotípicas en la población hasta obtener el cultivar deseado. Este cultivar está constituido por lo que se denomina la semilla genética, que normalmente es muy poca su cantidad.

Esta semilla genética entra a la segunda fase que es la multiplicación de semilla, que a diferencia de la fase de mejoramiento genético, parte de una población genéticamente uniforme y el objetivo es multiplicarla en grandes cantidades manteniendo dicha uniformidad, lo cual se logra impidiendo la acción de las fuerzas modificadoras de las frecuencias alélicas: flujo genético (se impide mediante el aislamiento), selección (el proceso de selección se lleva en la fase de mejoramiento genético, no en la de multiplicación) y mutación (aun cuando no se puede impedir, se pueden eliminar plantas fuera de tipo que eventualmente podrían ser consecuencia de alguna mutación).

En Venezuela la fase de mejoramiento genético viene dada por instituciones públicas y privadas, sin requerir su ejecución la fiscalización del Estado venezolano, y la fase de multiplicación viene dada también por instituciones públicas y privadas pero con supervisión a nivel de campo y con toma de muestras para análisis en laboratorio por parte del Estado venezolano, para lograr la obtención de la semilla certificada.

La producción agrícola venezolana tiene estadísticas oficiales de producción de 84 especies cultivadas (esta cifra no incluye los pastos), lo cual está acorde con la riqueza de ecosistemas que tiene un país cuyo territorio abarca costas a 0 m.s.n.m. hasta montañas con nieves eternas a mas de 5.000 m.s.n.m. En la agricultura del país se producen cereales, leguminosas, oleaginosas, hortalizas, frutales, raíces y tubérculos y cultivos tropicales que abarcan en una gran medida las particularidades alimenticias del venezolano, es decir, que exceptuando el trigo, las lentejas y las manzanas que son de amplio consumo en el país, Venezuela tiene el potencial para producir la gran mayoría de alimentos que se consumen. Lamentablemente esto no es una realidad, por una serie de factores cuya discusión trasciende los objetivos del presente libro, pero sí puede afirmarse que la falta de uso de semilla certificada es un problema a resolver.

De los 84 cultivos que se producen en Venezuela, solo en 10 se usa  semilla certificada. De estos 10, en 4 la casi totalidad de la semilla certificada es importada; es decir, solo en 6 de 84 cultivos en Venezuela se produce semilla certificada mayoritariamente nacional. Adicionalmente hay que agregar, que en estos 6 cultivos la producción de semilla certificada está entre 19 y 100% de las necesidades de semilla de estos cultivos en el país.

A todas luces esta es una situación que atenta grandemente contra la soberanía alimentaria, y muestra al país sumamente vulnerable ante los vaivenes políticos y/o económicos del mercado de semillas mundial. Es por esta situación que se hace urgente ejecutar acciones a corto, mediano y largo plazo que logren optimizar los programas de semilla que se estén llevando, activar los que por una u otra razón se abandonaron, y abordar el inicio de programas en cultivos en los cuales nunca han existido. La ejecución de estas acciones indudablemente requiere del conocimiento del estado del arte de la producción de semilla en cada uno de los cultivos que se producen en Venezuela.

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