Los niños lideran la recoleccion de residuos en el Campamento de refugiados sirios de Azraq

En su refugio, en el Campamento de refugiados de Azraq en Jordania, Bayan, de 11 años y la menor de siete hermanos, ha asumido la mayoría de las tareas domésticas, incluida la clasificación de los residuos sólidos, mientras su madre se recupera de una enfermedad.


La madre de Bayan escapó a Jordania con sus tres hijos y su hija menor después de que su padre desapareciera cuando visitaba a sus padres en Sayyidah Zaynab, una ciudad Siria situada en la provincia de Rif Dimashq, a 10 km al sur de Damasco. Las tres hijas mayores, todas casadas, se quedaron en Siria. «Temí por la vida de mis hijos y quise que terminaran su educación, por eso huí. Quiero que Bayan sea médico”, dice su madre.


En el Campamento de refugiados de Azraq se encuentra un centro de reciclado de plásticos (Centro Verde), dedicado a la gestión y recuperación de plásticos usados. Operado por la ONG World Vision y financiado por la Unión Europea recupera materiales reciclables de casi 25 toneladas de residuos sólidos recolectados diariamente dentro del campamento donde viven más de 36.000 refugiados sirios.


Junto a la recolección de desechos, los refugiados que forman parte del equipo del Centro Verde, son formados como activistas comunitarios de forma que ellos mismos realizan reuniones y visitas a las familias para enseñar a separar los materiales reciclables de los desechos orgánicos utilizando los contenedores de residuos de color azul y verde.


El centro involucra también a las niñas como Bayan, para que enseñen a todos los niños a mantener limpio su entorno y separar correctamente los desechos dentro de sus tiendas. Hasta la fecha, alrededor de 600 niños de tres aldeas del campamento han participado en una serie de eventos infantiles donde otros niños y niñas escriben y leen poemas sobre cómo mantener sus hogares limpios a través de la segregación. Los jóvenes, con el apoyo de Mohammad Alshoubak, componen y cantan canciones sobre los contenedores de colores y los residuos que les corresponden.


La madre de Bayan escapó a Jordania con sus tres hijos y su hija menor después de que su padre desapareciera cuando visitaba a sus padres en Sayyidah Zaynab, una ciudad Siria situada en la provincia de Rif Dimashq, a 10 km al sur de Damasco.

Mohammad Alshoubak es un músico que vivía en la ciudad siria de Homs cuando estalló la guerra. Junto con su esposa Nadia, cruzaron la frontera y se establecieron en el Campamento de refugiados de Azraq. Ahora están volcados en mejorar la vida de los niños que les rodean. Nadia trabaja como voluntaria involucrando a los niños en el manejo de residuos sólidos. Mohammad les enseña a tocar.


«La música es mi vida y una parte de mí murió cuando tuve que huir de Homs y dejar mis instrumentos», recuerda Mohammad. Con todo el dinero que ganó durante tres años haciendo trabajos de mantenimiento en el campamento, Mohammad compró instrumentos para seguir creando música. «Me siento vivo cada vez que toco y compongo canciones». Los muchachos a quienes enseña también han ganado confianza y se han unido a las actividades.


“La música transmite mejor los mensajes entre los más pequeños ya que recuerdan más fácilmente una rima o una canción pegadiza”, dice Hasmik Kocharyan, Gerente del Proyecto de Gestión de Residuos Sólidos. Así, de la mano de los más pequeños, música y poesía se unen en el Centro Verde del Campo de refugiados de Azraq para crear conciencia y cambiar conductas desde la infancia, reduciendo la contaminación plástica en nuestro medio ambiente.


Por Dominique Monera-Tabora, World Vision


Por: ECOticias.com / Red / Agencias

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