Mujeres a la cabeza de la agricultura orgánica en la India

¡Beba kokam, no coca cola!, dice un cartel a la espalda de Manorama para atraer clientes a su puesto en el Festival Orgánico Nacional de Mujeres de la India, que arrancó recientemente en la capital de un país que concentra más del 30 % de los productores orgánicos del mundo, 835.000.


Esta mujer de mediana edad se dedica a hacer productos a base de kokam, una fruta exótica originaria de la India, roja por fuera y blanca por dentro, que produce zumos concentrados que se diluyen en agua y prometen ser buenos para las dolencias estomacales y de bronquios.


La quinta edición de la feria será hasta el próximo 4 de noviembre un escaparate para medio millar de mujeres procedentes de los más remotos lugares de la India y que, como Manorama, conforman un pilar importantísimo en la producción de productos orgánicos en el país asiático.


“Todos los productos están fabricados por mujeres de diferentes aldeas, sin conservantes, sin colorantes artificiales”, se enorgulleció Manorama en declaraciones a Efe.


En los puestos se exhiben cereales, arroz, legumbres, productos para el cuidado de la piel, tejidos y hasta joyas.


La gran mayoría están custodiados por las propias productoras del material, pero también se puede ver algún que otro hombre apoyando la iniciativa con sus artes de venta. Vijay Jardhari, de 66 años, es uno de ellos.


El agricultor, que viajó hasta Delhi desde el estado norteño de Uttarakhand, fomenta estos días semillas, granos y legumbres de todo tipo en el festival, organizado por el Ministerio de la Mujer y el Niño e inaugurado por la titular de ese departamento, Maneka Gandhi.


El viaje de Jardhari hacia la agricultura orgánica comenzó con lo que describe a Efe como el Movimiento Chipko, del que fue activista y que tenía como lema “¿Qué favores nos hacen los bosques? Tierra, agua y aire que nos ayudan a vivir”.


“Este lema cambió nuestra mentes y entendimos los beneficios de la tierra y nos volvimos más conscientes de las semillas venenosas (con fertilizantes) que usábamos en la agricultura porque estaban envenenado nuestras granjas”, explicó Vijay.


Fue entonces cuando, en la pequeña aldea de Jardhar, iniciaron el Movimiento Salvar las Semillas, con el que promueven la cultura agrícola “natural”, capaz de mantener a la población “saludable” y de alimentar a todos, a pesar de las voces críticas que apuntan a su falta de potencial para ello.


“Si lo hacemos de la manera correcta, entonces tendremos tanta producción como la que podemos obtener de la agricultura híbrida”, afirmó, y se puso a sí mismo como ejemplo del logro.


A día de hoy, producen más de 220 variedades de alubias y más de 350 de arroz, además de utilizar cerca de 600 variedades de semillas, ayudando a impulsar un sector, el orgánico, que en el año fiscal 2017-2018 exportó desde el país por valor de 515 millones de dólares, según datos del Gobierno indio.


Este interés en la India por la agricultura orgánica obtuvo su mayor reconocimiento internacional este mes con el nombramiento de la región india de Sikkim, escondida entre Nepal y Bután, como el “primer estado orgánico en el mundo”, según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).


Con todas sus tierras agrícolas certificadas orgánicas y la utilización de pesticidas químicos prohibida en todo el estado, en el marco de una iniciativa lanzada por el Gobierno en 2003, el pequeño Sikkim recibió el principal premio Future Policy Award de la FAO.


“La India será sana si tenemos alimentos naturales y no como hoy, cuando nos alimentan con químicos, nos enferman y luego abren hospitales. Abrir hospitales no hará ningún bien”, manifestó el agricultor Vijay.


“Para estar sanos tenemos que, primeramente, comer sano, respirar aire fresco y beber agua fresca”, concluyó.

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