El cambio climático no es una amenaza futura: ya está causando impactos irreversibles en muchas regiones del mundo. Inundaciones, olas de calor, aumento del nivel del mar y sequías prolongadas están generando pérdidas y daños que afectan la vida, la salud, los ecosistemas, las economías y las culturas.
Frente a esta realidad, el tema de «pérdidas y daños» ha ganado creciente importancia dentro del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), como un tercer pilar de la acción climática, junto con la mitigación y la adaptación.
¿Qué se entiende por «pérdidas y daños»?
Pérdidas y daños (Loss and Damage) se refiere a los impactos negativos del cambio climático que no pueden ser evitados ni a través de la mitigación ni de la adaptación. Se trata tanto de:
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Pérdidas económicas: daño a infraestructura, cosechas, propiedades, medios de vida.
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Pérdidas no económicas: pérdida de vidas, cultura, salud, biodiversidad, identidad comunitaria, etc.
Esta noción reconoce que, a pesar de los esfuerzos de adaptación, hay límites físicos, financieros y sociales que impiden proteger totalmente a las comunidades más vulnerables. En muchos casos, los impactos son permanentes o irreversibles.
Evolución del tema en el CMNUCC
1. Reconocimiento inicial (1991 – 2007)
El concepto fue introducido por los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID), que ya experimentaban consecuencias graves del aumento del nivel del mar. Durante mucho tiempo, las discusiones se centraron en la responsabilidad histórica de los países desarrollados, pero no se lograba consenso sobre cómo abordar ni financiar esas pérdidas.
2. Reconocimiento formal en Varsovia (COP19, 2013)
En la COP19 (Varsovia), se estableció el Mecanismo Internacional de Varsovia sobre Pérdidas y Daños (WIM), con el objetivo de:
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Mejorar el conocimiento sobre pérdidas y daños.
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Fortalecer la coordinación institucional.
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Apoyar acciones para enfrentar y abordar los impactos.
Este fue un paso significativo, aunque aún sin un marco financiero sólido.
3. Inclusión en el Acuerdo de París (2015)
El Acuerdo de París, en su Artículo 8, reconoce explícitamente la importancia de abordar pérdidas y daños, incluyendo aspectos como:
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Eventos extremos (huracanes, olas de calor, etc.).
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Fenómenos de evolución lenta (subida del nivel del mar, desertificación).
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Pérdidas no económicas.
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Desplazamiento forzado.
Sin embargo, el acuerdo aclara que no implica bases legales para reclamaciones de compensación, lo que fue una exigencia de los países desarrollados.
4. Avances recientes: COP27 y COP28
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En la COP27 (Egipto, 2022), se logró un hito histórico: la creación de un Fondo para Pérdidas y Daños, que canalizaría apoyo financiero a países particularmente vulnerables.
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En la COP28 (Dubái, 2023) se acordaron los primeros compromisos financieros y la estructura de gobernanza del fondo, con la participación del Banco Mundial como entidad interina para su gestión.
Estos avances reflejan una evolución política y moral hacia el reconocimiento de la justicia climática.
¿Por qué es tan importante el tema?
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Porque las comunidades más vulnerables no son responsables del cambio climático, pero sufren sus peores consecuencias.
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Porque muchas pérdidas ya no pueden evitarse ni revertirse, y se necesita respaldo económico y técnico urgente.
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Porque el abordaje de pérdidas y daños es parte central de la credibilidad del régimen climático internacional.
Desafíos actuales del enfoque de pérdidas y daños
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Financiamiento insuficiente y no garantizado
Aún no hay una fuente clara y permanente de recursos. El nuevo fondo necesita ser capitalizado adecuadamente, con criterios de acceso justos y ágiles. -
Desacuerdos sobre responsabilidad y compensación
Los países desarrollados temen que el fondo implique obligaciones legales de compensación, mientras los países en desarrollo insisten en que debe haber responsabilidad diferenciada. -
Medición de pérdidas no económicas
Resulta difícil cuantificar y valorar pérdidas como identidad cultural, desplazamiento forzado o salud mental. -
Coordinación institucional compleja
Hay múltiples órganos y fondos dentro del CMNUCC, lo que requiere una articulación eficiente y coherente.
¿Qué se espera a futuro?
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Una ampliación del fondo de pérdidas y daños, con aportes de actores públicos y privados.
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Mecanismos de acceso que prioricen a los países más vulnerables, como los PEID y los países menos adelantados.
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Sistemas de alerta temprana y seguimiento del riesgo climático que alimenten las decisiones de apoyo.
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Mayor reconocimiento del conocimiento tradicional y comunitario en la evaluación y respuesta a las pérdidas.
Por: Ing. Agr. Ricardo Castillo López
MSc. Dr.
universidadagricola.com