Producto orgánico y comercio justo, nueva vía para caficultores

SUSANA GONZÁLEZ G. LA JORNADA.


Una alternativa que ha servido para que miles de caficultores del país obtengan mejores ingresos por su producción ha sido sembrar los llamados cafés orgánicos, de nicho, de origen o de especialidad, que venden de manera directa con pequeños y medianos tostadores, segmentos muy especializados, asociaciones de consumidores o el comercio justo, tanto a escala nacional como internacional”, aseveró José Juárez, responsable de comercialización de la Cooperativa Unión de la Selva, asentada en la zona de Frontera en Chiapas, principal estado cafetalero, pues concentra 41 por ciento de la producción nacional.



Así, dependiendo de la calidad y los servicios adicionales a los que se vincula, como el cuidado del medio ambiente o de las aves, aseguró que el café orgánico y de especialidad llega a venderse entre 25 y 50 por ciento por arriba del precio del grano tradicional, fijado en la bolsa de valores de Nueva York.


A la fecha, calculó que unos 60 mil caficultores de Chiapas, que representan 30 por ciento del total del estado, producen y venden café por vías alternas, gracias a la experiencia organizativa social que por años han desarrollado para mejorar su calidad de vida y defender sus intereses, ya que pertenecen a comunidades indígenas que viven en zonas aisladas con altos índices de pobreza.


El comercio justo es la punta de lanza. Se han desarrollado muchas iniciativas que apuntan a lo mismo: generar condiciones favorables tanto para el pequeño productor, que le funcione el negocio, como para los consumidores porque se les garantiza calidad y un precio razonable, además de que se les abre la oportunidad de contribuir con programas de desarrollo social y ambiental, ya que hay café que se cultiva bajo sombra, en armonía con las aves o para coadyuvar a su conservación y aromático vinculado a servicios ambientales, como la captura de carbono, detalló.


En menores porcentajes, también productores de Oaxaca y Veracruz han seguido la misma ruta. No ha sido fácil, porque es una tendencia que va caminando a contracorriente de las políticas públicas y las corrientes dominantes del mercado. Si contáramos con condiciones favorables, posiblemente lograríamos duplicar el número de caficultores que trabajen con estas alternativas, pasar de 30 a 60 por ciento, para ingresar incluso al mercado convencional, pero gestionado por organizaciones de productores, indicó Juárez.


El café orgánico que se cultiva en México es, además, producto de exportación desde hace 33 años, pues el primer cargamento fue enviado desde Oaxaca por la cooperativa UCIRI hacia Europa.


Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Puebla, los principales estados productores, entre los 15 donde se siembra el aromático, generan 350 mil sacos de 60 kilos de café orgánico, en conjunto, con lo cual México se ubica como el segundo productor del mismo y el principal exportador, porque cada año envía más de 28 mil toneladas a Europa, de acuerdo con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación.


México es uno de los mayores productores de orgánicos en el mundo (entre ellos el café) . En el país se destina más de un millón de hectáreas a la agricultura orgánica, extensión que equivale al estado de Querétaro y es una de las 10 naciones que más terrenos ha dedicado a estos cultivos en años recientes. El país produce 262 mil toneladas de 130 productos distintos, convirtiéndolo en el cuarto productor de alimentos orgánicos a escala global. Además, con 210 mil personas, México es el tercer país con la mayor fuerza productiva en el mundo, después de India y Uganda, destaca un análisis de la unidad de inteligencia de negocios de ProMéxico, organismo de la Secretaría de Economía (SE) que se encarga de promover la exportación de productos mexicanos.


Consideró que los productos orgánicos mexicanos están en una posición privilegiada para su comercialización a escala global, y atribuyó su éxito a los productores que aún utilizan técnicas ancestrales para cultivar, refirió que ocho de cada 10 son mujeres de comunidades indígenas que producen orgánicos en media hectárea o menos.

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