Tratamiento y prevención del mal de pie

El mal de pie, es una infección en las raíces de las plantas, producida por el hongo Gaeumannomyces graminis, y afecta principalmente a los cultivos de cereales como el trigo, la avena y la cebada, en muchas latitudes, lo que hace del tratamiento del mal de pie, una tarea muy laboriosa, un verdadero  dolor de cabeza para los agricultores, donde lo mejor es la prevención de la enfermedad del mal de pie, ya que una vez que afecta los cultivos, el único tratamiento efectivo comprobado es sacar el cultivo y rotarlo después de tratar los suelos por un tiempo, para eliminar el patógeno, ya que éste vive en la tierra.


Se considera que esta enfermedad está entre las más destructivas, para los cultivos de cereales, principalmente el trigo, llegando a afectar duramente todas las partes de la planta, además que los métodos de control y tratamiento del mal de pie, no han demostrado efectividad real, y hasta ahora no se conocen tratamientos biológicos efectivos comprobados, cosas que dificultan el manejo de la enfermedad, una vez aparecida en los cultivos.


Los tres factores que dificultan su tratamiento efectivo, están vinculados, principalmente al intercambio entre las plantas, el patógeno que causa la enfermedad y las condiciones medio ambientales, lo cual facilita la manifestación y desarrollo de la enfermedad.


Como toda enfermedad por patógenos dañinos, lo más recomendable es la prevención del mal de pie, ya que una vez detectada en los cultivos, hasta ahora no se conocen métodos efectivos para combatirla, más allá de la rotación de cultivos, por lo que lo mejor en estos casos, es mantener los suelos en las mejores condiciones a nivel de nutrientes, nivel de alcalinidad, humedad, hidratación y aireación, antes de cultivarlos.


Por otro lado dependiendo de las condiciones del suelo, existen otros factores, que pueden facilitar el desarrollo del patógeno Gaeumannomyces graminis en los suelos, tales como:


– Una mala hidratación del suelo.


– Sobre humedad y condiciones arcillosas.


– Falta de macro nutrientes como potasio, fósforo y nitrógeno.Falta de micro nutrientes vitales como el manganeso.


– Aireación pobre.


– Presencia de hierbas gramíneas hospederas del patógeno, en ausencia de cultivos.


La mejor forma de identificar el mal de pie en los cultivos de trigo, para pensar en posibles tratamientos del mal de pie, así como una futura prevención del mal de pie, una vez hecha la rotación de cultivos, es conociendo sus características.


La principal característica, que determina la presencia de la infección por hongos patógenos de mal de pie, pueden ser identificadas por los siguientes síntomas:


– Al romper una de las raíces en las primeras etapas de desarrollo, internamente son de color negro, principalmente la región central de la raíz. Mientras que en las últimas etapas de la enfermedad, tanto la parte inferior del tallo, así como las raíces se tornan de color negro.


– Por otro lado las plantas se desprenden del suelo con mucha facilidad, lo que permite que sean arrancadas de un leve jalón, ya que sus raíces están atrofiadas por la enfermedad.


– El mal de pie afecta muchas zonas de la planta, incluso los macollos, hasta llegar a extensiones que abarcan una gran extensión de la planta.


– Es una enfermedad patógena, que se expande mucho más rápido en condiciones de humedad, principalmente en suelos mal nutridos o muy alcalinos.


– Otro de los síntomas muy comunes es que las hojas de tornan de color amarillento, sobre todo en las hojas más antiguas de la planta. Cuando la enfermedad ataca tempranamente, este amarillamiento en las hojas, va acompañado de un desarrollo muy lento en las plantas.


– La aparición de espigas blancas, también evidencia la presencia de la enfermedad. En este caso las plantas se tornan de un color amarillo muy pálido, muriendo de modo prematuro luego del surgimiento de las espigas. Puede que lleguen a dar granos, pero serán completamente atrofiados como succionados desde adentro, de un tamaño irrelevante y de apariencia escuálida, en comparación con los granos de las plantas sanas.


– Otro síntoma que evidencia la presencia de la enfermedad, son las espigas muertas, las cuales se incrementan en la medida que va avanzando la estación de cultivo.


Una vez identificada la presencia de la enfermedad en los cultivos, se debe proceder a hacer un diagnóstico, para verificar científicamente la presencia del patógeno, con ayuda de análisis de laboratorio, donde en efecto se podrán apreciar en el microscopio la presencia de las hifas del hongo, las hifas son los filamentos microscópicos que forman el tejido del hongo.


Fases del diagnóstico


Primero se debe hacer un revisión de todas las partes de las plantas y sus raíces, comenzando por ubicar en la plantación las plantas de menor desarrollo, con coloraciones amarillentas o de un verde muy pálido. Seguidamente se recolectan algunas de estas plantas, procediendo a lavarles las raíces con abundante agua, luego se colocan sobre papel blanco para poder observar con claridad la coloración precisa de las raíces. Si se encuentran raíces de coloraciones negras o marrones, son indicativos de que están infectadas con la enfermedad.


En sentido general, se considera que la única causa de que las raíces de los cultivos de cereales, se tornen negras o marrones, es la presencia del mal de pie, se asume esta fase del diagnóstico como suficiente para aceptar la existencia del patógeno en la plantación. Pero si persisten las dudas, se puede proceder a analizar las muestras con el microscopio, cuyos resultados darán la última voz sobre la existencia de la enfermedad.


A la hora de realizar un análisis mediante la detección en laboratorio, lo más recomendable es contar con el apoyo técnico de un profesional del área, que tenga los conocimientos y las herramientas para aislar el patógeno, y así hacer la debida identificación, del modo correcto.


En virtud de que hasta ahora no se ha detectado la existencia de otros hongos resistentes, para combatir el patógeno que produce el mal de pie, así como no hay tratamiento fungicida efectivo, lo primero que debe considerarse para evitar la enfermedad, es prevenir, evitando que el patógeno entre en el cultivo, ya que una vez en el suelo, lidiar con él es sumamente complejo.


Generalmente el ingreso del patógeno en el suelo, que es su lugar de residencia, puede ocurrir por diversas vías:


– Por el uso de instrumentos y maquinarias infectadas, que fueron usadas en terrenos contagiados con el patógeno. Si dichos instrumentos y herramientas de labranza no fueron debidamente lavados antes de ser usados, pueden contagiar el siguiente suelo.


– Si se usan animales en las labores de labranza y se usan en el siguiente terreno, sin la limpieza debida de patas y cascos, también pueden infectar el suelo con el patógeno, ya que los restos de tierra servirá para transportar el hongo.


– Incluso el patógeno puede ingresar por el uso de herramientas menores, las cuales hayan entrado en contacto con suelos contaminados.


El problema real con todo este tema de la prevención del mal del pie, es que una vez que el patógeno ingresa al suelo, permanece para siempre, lo cual hace las labores de cultivo de estos rubros una labor muy complicada.


Si estamos ante la presencia de la enfermedad, en determinado cultivo, lo mejor es optar por métodos vinculados con las prácticas culturales, así como con el manejo integral de cultivos. De esta forma se buscará el favorecimiento de las plantas, en contraste con una reducción y limitación de desarrollo del patógeno.


Una de las prácticas culturales más efectivas en los casos de terrenos donde se ha detectado la presencia del patógeno del mal de pie, lo constituye sin lugar a dudas la rotación de cultivos, claro está hecha de manera consciente y siguiendo procedimientos efectivos.


Ciertamente que la rotación de cultivos, está comprobada como ser una práctica muy efectiva, en la reducción de los daños generados por el mal de pie, ya que ayuda con la reducción del patógeno en los suelos, por lo que se considera el mejor tratamiento. Está demostrado que mientras mayor sea el tiempo entre un cultivo de trigo y otro, mejor se podrá controlar esta problemática.


Para llevar a cabo de modo efectivo la rotación de cultivos, hay una serie de datos a ser tomados muy en cuenta antes de implementarlo. Por ejemplo, si un terreno tiene historial de presencia del patógeno de mal de pie, el trigo nunca debe sembrarse después de la cebada. A pesar de que éste último cultivo es más resistente que el trigo, a pesar de ello, la enfermedad puede llegar a multiplicarse en esta especie, generando entre una temporada y otra un aumento de la población del patógeno.


Asimismo puede pasar si se siembra el trigo en terrenos naturales o llenos de malezas gramíneas. Ya que está comprobado que el hongo puede desarrollarse en muchos tipos de estas gramíneas, lo que lleva a tener consideraciones especiales a la hora de hacer los cultivos en este tipo de terrenos. En este sentido el uso de raps o canola es una alternativa bastante efectiva, ya que al no ser hospedero del hongo, por otro lado liberan compuestos muy volátiles, llamados isotiocianatos, capaces de destruir los hongos patógenos dañinos, presentes en los suelos.


Otra opción efectiva en la rotación de cultivos, es la papa, ya que con su cultivo se evita el exceso de fertilización por nitrógeno, ayudando en la disminución del patógeno.


En el control de la maleza gramínea, está uno de los principales secretos, para combatir y reducir la proliferación del patógeno del mal de pie, buscando su disminución al máximo, evitando así los riesgos de contagio  en los nuevos cultivos.


En virtud de que el hongo patógeno del mal de pie, encuentra en una gran variedad de malezas gramíneas, hospederos para su proliferación y aumento de su población, se hace vital y fundamental el control anual de malezas de este tipo, ya que está demostrado que aun cuando no esté sembrado el trigo, el hongo del mal de pie, puede sobrevivir y multiplicarse alojado en estas malezas gramíneas, lo cual hace de la rotación de cultivos una práctica ineficiente.


Ambos, la rotación de cultivos y el control de malezas gramíneas, deben llevarse a cabo al unísono, para garantizar un efectivo control de la enfermedad.


Cuando hay deficiencia de macro nutrientes en el suelo, como potasio, nitrógeno y fósforo, esto genera un aumento en los daños producidos por el patógeno del mal de pie.


El otro elemento fundamental es el manganeso, cuya deficiencia en el suelo aumenta considerablemente la posibilidad de incremento de la enfermedad, ya que las plantas no lo pueden obtener para generar mecanismos naturales de defensa, quedando a expensas del patógeno.


Es muy importante que el suelo esté en las condiciones óptimas, en cuanto a nutrientes, ya que esto por un lado se traducirá en un mejor desarrollo de las plantas, a la vez de hacerlas tolerantes a los ataques del patógeno, sin embargo las cantidades de nutrientes deben ser controlados, para evitar efectos nocivos por excesos, sobre todo de nitrógeno.


Un suelo excesivamente húmedo, con drenajes deficientes, es el caldo de cultivos perfecto para el mal de pie. El exceso de agua acumulada impide el desarrollo radicular, impidiendo la absorción de nutrientes, quedando expuestas a los ataques del patógeno. Una alternativa para solventar este problema, es mejorar los sistemas de drenaje del suelo.


Podemos concluir con que ciertamente, la mejor forma de tratamiento del mal de pie, es conocerlo y evitar su ingreso a los suelos de cultivo, mantener los terrenos debidamente fertilizados, ricos en macro nutrientes y manganeso, además de estar bien drenados. Igualmente contar con rotación de cultivos y control de malezas gramíneas.


Asimismo a modo de conclusión, es interesante acotar el hecho de que se hace imperativa la necesidad de investigación científica, sobre tratamientos biológicos, que sean eficaces en el tratamiento de esta enfermedad.

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