El cambio climático representa uno de los mayores desafíos contemporáneos para la agricultura. La creciente variabilidad del clima, la intensidad de fenómenos extremos y la modificación de patrones de precipitación y temperatura alteran profundamente los sistemas agroproductivos.
En este escenario, la gestión de riesgos se convierte en una herramienta esencial para preservar la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y la viabilidad económica de los sistemas agrícolas. Sin embargo, para que esta gestión sea efectiva, debe contemplarse desde una perspectiva integral que considere los tres niveles gerenciales: estratégico, táctico y operativo.
1. Nivel Estratégico: Visión y Políticas de Largo Plazo
A nivel estratégico, los responsables de la alta dirección —gobiernos, asociaciones gremiales, grandes empresas agroindustriales— deben definir una visión de largo plazo frente a los riesgos climáticos. Este nivel establece políticas, asigna recursos y promueve marcos normativos que permiten la construcción de sistemas resilientes.
Las funciones clave en este nivel incluyen:
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Formulación de políticas públicas y planes de adaptación climática.
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Fomento de inversiones en infraestructura agrícola resiliente (sistemas de riego, bancos de semillas, tecnología de monitoreo).
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Diseño de sistemas de seguros agropecuarios y fondos de emergencia climática.
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Impulso a la investigación científica y la innovación tecnológica, como nuevas variedades resistentes a sequías o plagas emergentes.
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Promoción de esquemas de gobernanza multi-actor, que integren a productores, empresas, sociedad civil y academia.
En este nivel, la gestión del riesgo se orienta a construir capacidades sistémicas y crear condiciones estructurales para reducir vulnerabilidades a mediano y largo plazo.
2. Nivel Táctico: Coordinación y Planificación de Recursos
El nivel táctico corresponde a la gestión intermedia: gerentes de fincas, cooperativas agrícolas, organizaciones de productores, técnicos extensionistas y responsables de programas gubernamentales descentralizados.
Sus funciones son principalmente de planificación y coordinación, y se enfocan en:
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Análisis de riesgos específicos por regiones o cadenas productivas.
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Diseño de planes de contingencia ante eventos climáticos extremos.
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Gestión de la información agroclimática (boletines, pronósticos, sistemas de alerta temprana).
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Capacitación y asistencia técnica para implementar buenas prácticas agrícolas sostenibles.
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Asignación eficiente de recursos, como fertilizantes, agua o maquinaria, en función del riesgo previsto.
En este nivel se vincula la estrategia general con la realidad de cada territorio, y se garantiza que las políticas lleguen de forma adaptada y contextualizada a los productores.
3. Nivel Operativo: Ejecución en el Campo
El nivel operativo corresponde a quienes están directamente en contacto con la tierra: pequeños, medianos y grandes agricultores, trabajadores rurales y técnicos de campo. Su papel es fundamental, ya que son quienes ejecutan las acciones concretas que definen el éxito o el fracaso de la gestión de riesgos.
Aquí, las acciones incluyen:
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Ajuste de calendarios de siembra y cosecha según pronósticos climáticos.
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Uso eficiente de insumos y recursos naturales.
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Implementación de prácticas de conservación de suelos y agua.
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Diversificación productiva para mitigar pérdidas.
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Registro y evaluación de pérdidas para retroalimentar estrategias futuras.
La efectividad de este nivel depende en gran medida de la información, formación y apoyo que reciban desde los niveles táctico y estratégico. Sin una articulación fluida, muchas prácticas de resiliencia no pueden ser adoptadas.
Integración de Niveles: Clave para la Resiliencia Agroclimática
La correcta gestión del riesgo en la agricultura, en el contexto del cambio climático, no puede depender de un solo nivel de decisión. Se requiere una articulación coherente entre la estrategia de largo plazo, la planificación táctica y la acción directa. La falta de integración puede derivar en duplicidades, desconexiones o incluso ineficiencia frente a fenómenos climáticos cada vez más complejos.
Además, es esencial fomentar espacios de diálogo entre los tres niveles gerenciales, promoviendo la inteligencia colectiva, el aprendizaje adaptativo y la construcción de confianza entre actores.
Por: Ing. Ar. Ricardo Castillo López
MSc. Dr.
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