El heno de alfalfa como alimento proteico en el vacuno de leche

La alfalfa (Medicago sativa), pertenece al grupo de leguminosas (tréboles, esparceta, zulla, etc.). Además, se puede considerar como cultivo agroambiental, debido a su alta capacidad de fijación de nitrógeno atmosférico, siendo éste elemento esencial para la vida. Sólo algunos microorganismos son capaces de transformar el nitrógeno atmosférico o mineral en orgánico, facilitando así su utilización por el resto de los seres vivos.

Estos microorganismos se desarrollan en las raíces de las leguminosas, entre los que se encuentra la alfalfa, fijan el nitrógeno atmosférico para su propio crecimiento y después lo asimila. El nitrógeno atmosférico pasa posteriormente al resto de los organismos vivos, cuando se consume el forraje o es absorbido por el siguiente cultivo.

Composición química y valor nutritivo de la Alfalfa

La alfalfa es la planta forrajera con mayor aplicación en la producción animal. Está considerada como uno de los forrajes más completos, desde el punto de vista nutritivo en la alimentación de los rumiantes, de allí su importancia en la nutrición animal.

La alfalfa en regadío produce una media de 15.500 kg/ha de materia seca con un contenido proteico medio del 16%, se trata del cultivo que más proteína de origen vegetal genera por unidad de superficie (2.500 kg/ha, frente a los 860 kg/ha de la soja).

Esta planta forrajera destaca por su notable valor energético, un elevado valor proteico y un elevado contenido en calcio, fósforo potasio, magnesio y azufre. Es una fuente de proteína a nivel intestinal para satisfacer las necesidades en aminoácidos de los animales, proporciona nitrógeno degradado a nivel de rumen para satisfacer las necesidades microbianas y mantener de esa forma la ingestión, la digestibilidad y la síntesis de proteínas microbianas, lo cual la pone en ventaja frente al ensilado de maíz, pero en desventaja frente a las tortas (soja, girasol, etc.).