El principio de Pareto y su relación con la gerencia de una empresa agrícola

Vilfredo Pareto (1848-1923) fue un ingeniero, sociólogo, filósofo y, además, economista Italiano, que basó gran parte de su vida y de su carrera profesional, en perfeccionar su capacidad de observación en diferentes campos.

Entre los más importantes de sus aportes se encuentra el desarrollo de las «Curvas de Indiferencia» para el análisis microeconómico, su incorporación a la «teoría del equilibrio general» y, lo más conocido, el Principio de Pareto, de lo que hablaremos en este artículo

 

Según describe la literatura, a principio del siglo XX,  Pareto se percata de que aproximadamente el 80% de la producción agrícola de su país, provenía  del 20% de sus tierras fértiles, y este fenómeno, que no había sido estudiado hasta esa fecha, parecía repetirse también en los sectores industriales. En estas últimas, de acuerdo a sus estudios, del 20% de las ventas  provenía el 80% de sus ingresos. De allí, que el principio de Pareto​ es conocido como la regla del 80-20 o “Regla de los Pocos Elementos Vitales y de los Muchos Triviales”.

Algunas aplicaciones prácticas del Principio de Pareto en la gerencia de las empresa agrícolas

Muchas aplicaciones se deducen rápidamente del conocido Principio de Pareto, sabiendo que la mayoría de los resultados obtenidos en una finca se derivan  de un número reducido de actividades, a saber:

80% del tiempo en una finca se utiliza para realizar el 20% de sus actividades.

80% del alimento de los animales provienen del 20% de los potreros.

20% de los obreros producen 80% del trabajo.

80% de los retrasos en las actividades son producidos por no más de 20% del total de posibles causas.

¿Son válidos estos planteamientos en casos prácticos y repetidos en la finca?

En la cotidianidad de una empresa agrícola, con mucha frecuencia no nos detenemos a pensar en cosas que, desde afuera, son muy evidentes. Como prueba de ellos, debemos señalar una realidad muy común relacionada con el hecho de que cualquier trabajo de difícil solución o que implique mayores retos, se lo asignamos  a quienes consideramos como nuestros mejores empleados, en lugar de aprovechar el talento de los mismos,  en trabajos que pudieran considerarse esenciales para la empresa. Dicho de otra forma, en  muchos casos mantenemos a nuestros empleados ocupados en trabajos triviales, repetitivos y de poco valor, en lugar de ocuparlos en aquello de lo que realmente depende nuestra empresa.

Hay un ejemplo que siempre pongo a mis estudiantes, relacionados con las fincas ganaderas. En la mayoría de éstas, el principal factor limitante es el elemento alimentación (la producción de forrajes), pero gran parte de los recursos monetarios de sus dueños son utilizados para la adquisición de animales de alto valor genético y no para mejorar los potreros. Cuando se le habla a un ganadero de realizar inversiones en sistemas de riego, muchas veces las consideran innecesarias o muy elevadas, sin tomar en cuanta que, de ese factor, depende la mayor parte de la producción. La idea, derivada del principio de Pareto, es que debemos concentrar esfuerzos en las cosas o actividades realmente vitales de nuestra empresa.

 Afina tu foco constantemente. Eso es lo que trata de enseñarnos el Principio de Pareto. Deja de perder el tiempo en actividades triviales y concentra tus esfuerzos en las pocas actividades que son vitales.

Muchos estudios demuestran que invertimos el 80% del tiempo de trabajo en realizar actividades triviales que generan el 20% de los ingresos de nuestra empresa, mientras que dedicamos sólo el 20% de nuestro tiempo en realizar aquellas actividades vitales, que son, precisamente, las que generan el 80% de nuestros ingresos. De allí que la idea es concentrar nuestros esfuerzos en menos actividades, pero que sean más productivas.

 

Dr. Ricardo Castillo López  (Ing. Agrónomo, MSc)