Malezas presentes en el cultivo de calabazas

Las malezas presentes en las siembras de calabaza competirán principalmente por espacio, nutrientes, luz y humedad, reduciendo los rendimientos del cultivo. También las malezas pueden ser hospederas de insectos, nematodos, hongos, virus y bacterias que afectan el cultivo. Por otro lado, si las malezas alcanzan la etapa de florecida y eventualmente la de producción de semillas o de estructuras reproductivas, éstas permanecerán en el suelo, aumentando el banco de semillas.

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Cuando esto ocurre, las siembras subsiguientes tendrán las mismas especies de malezas que fueron difíciles de controlar. Por lo tanto, es necesario manejar adecuadamente las malezas para ser exitoso en la producción de calabaza. Debido a que la calabaza es una planta suculenta y con un ciclo de crecimiento relativamente corto, el período crítico de competencia de malezas no es muy prolongado. La calabaza requiere un período libre de malezas durante las primeras cuatro a seis semanas después de la siembra.

Las especies de malezas frecuentemente encontradas en los predios de calabaza dependerán del área geográfica, tipo de suelo e historial de uso del terreno. Las malezas de hoja ancha más comunes son bledo (Amaranthus dubius), lecha vana (Euphorbia heterophylla), bejuco de puerco (Ipomoea tiliacea) y peseta (Trianthema portulacastrum). Las gramíneas más comunes son pendejuelo (Digitaria sanguinalis), pata de gallina (Eleusine indica), arrocillo (Echinochloa colona), yerba peluda (Rottboellia cochinchinensis), yerba guinea (Panicum maximum) y yerba Johnson (Sorghum halepense). Las ciperáceas más comunes son el coquí (Cyperus rotundus) y la cortadora (Cyperus ferax).

Antes de establecer el manejo adecuado para las malezas en calabaza es aconsejable que se mantenga un registro de las especies presentes en cada uno de los campos o predios a ser sembrados. Este registro ayuda en la planificación y en el establecimiento de estrategias de manejo, particularmente para las malezas difíciles de controlar como yerba Johnson, coquí y bejuco de puerco. El establecimiento de las siembras de calabaza en la zona sur del país, donde predominan los terrenos llanos, depende mayormente del uso de cubierta plástica y de herbicidas.

Sin embargo, en la zona montañosa del país no se usa la cubierta plástica, por lo que se depende de los herbicidas y del control manual. Para el manejo de malezas, el uso de trasplantes de calabaza, en lugar de la siembra directa, tiene como ventaja que el follaje del cultivo cubre más rápidamente el suelo y reduce la emergencia de las malezas. Se recomienda realizar uno o varios riegos previos a la siembra o el trasplante para promover la germinación de semillas de malezas.

Ese momento es el oportuno para aplicar un herbicida de contacto para controlar las malezas que han emergido, favoreciendo de esta manera el establecimiento posterior del cultivo. Otra práctica recomendada es eliminar toda la vegetación post-cosecha para evitar mayor producción de semillas de malezas en las próximas siembras. Si las malezas florecen y por consiguiente producen semillas, se hace más difícil el manejo y control de las mismas.

En calabaza sembrada sin cubierta plástica, se recomienda el control mecánico después de tres semanas de haber sembrado, utilizando un cultivador rotativo (“rolling cultivator”) cerca de las plantas de calabaza. Es deseable desyerbar con azada las malezas que no son eliminadas por el cultivador o aplicar cuidadosamente un herbicida dirigido. En los espacios entre hileras pase una rastra o triturador (“rototiller”); esta práctica se puede repetir hasta antes del cierre de los bejucos de la calabaza. Si se utiliza cubierta plástica, el uso de herbicidas se limita al área entre bancos.