El cultivo del garbanzo

ALGUNAS CARACTERISTICAS BIOLOGICAS DE LA PLANTA DE GARBANZO

Esta especie pertenece a la familia de las leguminosas y como tal es capaz de vivir en una relación simbiótica con bacterias del género Rhizobium sp, microorganismos fijadores de nitrógeno atmosférico que lo incorporan a la planta y al suelo. De ahí el calificativo de “mejorantes” que tienen las legumbres.

Ese fenómeno era conocido empíricamente por los agricultores desde los tiempos antiguos, tal y como podemos leer en las obras de Columela y Abu Zacaría; pero entonces ya sabían que de todas las especies de leguminosas cultivadas el garbanzo era la menos mejo­rarte. Efectivamente, hoy podemos medir la cantidad de nitrógeno fijada por varias especies y ello nos permite comprobar que mientras las habas son capaces de incorporar 200 kg/ha/campaña de nitróge­no; el guisante, la lenteja y la soja son algo menos eficaces; la judía aporta aproximadamente 100 kg/campaña y el garbanzo 50 kg/ha/campaña.

Al hecho de tener esta especie la menor eficacia fijadora de nitró­geno se añade un fenómeno más: el garbanzo es muy sensible a una

enfermedad que se produce en el invierno, la Rabia (Dvdimella ro­biei); para librarse de ella el labrador retrasaba la siembra todo lo que podía —por San José— con lo cual las bacterias simbióticas de las raíces apenas si tenían tiempo para desarrollar su función. Este fenómeno biológico-agronómico era responsable de que el garbanzo fue­se considerado una leguminosa poco mejorante

Conocido lo anterior es obvio que la cualidad mejorante del gar­banzo aumenta adelantando la fecha de siembra y disminuye retrasándola, técnica que hay que utilizar sabiamente para lograr una buena cosecha, así como fijar una considerable cantidad de nitróge­no y de materia orgánica al suelo y evitar la aparición de enferme­dades del cultivo, técnica de la cual trataremos a lo largo de este trabajo.

Respecto a la relación de determinados factores edáficos con la calidad del garbanzo se ha comprobado que la fertilidad y la canti­dad de potasio asimilable influyen positivamente en la calidad, mientras que el aumento de la caliza activa o la arcilla inciden nega­tivamente. También ha podido ser comprobado que en las primave­ras más secas se produce un garbanzo de poca calidad, y que un au­mento de la densidad de siembra influye negativamente en la calidad de la semilla al disminuir el calibre de la misma.

LABORES

Como este cultivo suele ir en alternativa detrás del cereal, es habitual hacer un alza del terreno de 20-30 cms., seguida de pases de grada o cultivador, tantos como sean necesarios para dejar el suelo suelto y sin terrones.

Aunque los aperos normalmente utilizados son la vertedera y la grada de discos, también se suelen emplear el Chisel y el Kongskitde ya que perjudican menos la estructura del suelo, rompen menos agregados y no dejan suela de labor.

Erróneamente el agricultor suele dar más labores de las necesarias, lo cual conlleva efectos negativos: gasto de gasóleo, tractor, hierros, y lo que es más importante, llega a formar una capa de tierra fina, casi polvo, sobre el suelo, consecuencia de la destrucción de los agregados, estructuras que han requerido muchos años para su formación.

En la última labor, y para facilitar la aplicación y efectividad del herbicida y/o la siembra, es conveniente pasar una rastra de púas o algún implemento que deje el suelo liso, sin lomos ni terrones.

ABONADO

Los dictados de la agricultura productivista iniciada en los años cincuenta aconsejaban el empleo de 300-400 kg/ha de abono com­plejo del 9-18-27. Posteriormente investigaciones realizadas muy cuidadosamente han puesto de manifiesto que no hay diferencias de producción entre parcelas abonadas y sin abonar.

En aquellos casos en que el enterrado de la rastrojera del cultivo precedente sea muy cercana a la siembra puede ocurrir que los mi­croorganismos del suelo, estimulados por la incorporación de mate­ria orgánica abundante, se multipliquen activamente y compitan por el nitrógeno existente en el suelo con las plantas recién germinadas gastando gran cantidad del mismo. Este fenómeno se une al hecho de que las bacterias Rhizobium sp se comportan como parásitos du­rante la primera fase de su incorporación al vegetal, razones ambas que pueden aconsejar la distribución en el terreno de alguna pequeña cantidad de nitrógeno (20-30 kg/ha), hecho que los agricultores conocen empíricamente.

Con la aplicación de los elementos básicos nutritivos al suelo se favorece la simbiosis, se aumenta la producción y se incrementa la rentabilidad. El abonado de las leguminosas se viene realizando de forma tradicional y normalmente en sementera. Para el cálculo de la dosis de abonado habrá que tener en cuenta las extracciones de cada uno de los nutrientes, que deberán compensarse con el aporte de los fertilizantes. Si se aplican fertilizantes orgánicos en la rotación, habrá que considerar el contenido de nutrientes que estos aporten, para calcular el cómputo de la fertilización mineral, si bien teniendo en cuenta el tiempo necesario para la mineralización del fertilizante orgánico. Las necesidades de nitrógeno de las leguminosas serán atendidas en su mayor parte por la fijación de nitrógeno atmosférico por Rhizobium sp., mientras que las de fósforo y potasio se situarían entre 40-70 kg P2O5/ha y 40-100 kg K2O/ha, respectivamente. En la tabla 18.6 se indican unas recomendaciones de abonado en unas condiciones normales de contenido de nutrientes en el suelo y una precipitación media anual del orden de 400 l/m2

18.3.

En condiciones de regadío las dosis de fósforo y potasio se deberán elevar al menos en un 25 por cien. El garbanzo es una planta con altas necesidades en azufre, aunque todavía no se han hecho estudios muy exhaustivos. En general, únicamente se han visto algunas deficiencias poco serias de hierro, zinc y molibdeno, fácilmente corregibles con aspersiones foliares.

Las leguminosas, además de “fabricar” el nitrógeno que necesitan, dejan el “exceso” en el suelo a disposición de la cosecha siguiente, que experimentará un notable aumento en la producción con un aporte mucho menor de este nutriente. Este exceso depende de muchos factores y por tanto, el aporte realizado por la fijación simbiótica puede ser muy variable entre años. Es recomendable conocer la situación al inicio del cultivo siguiente con un análisis del suelo. Si se desea que las leguminosas sean un cultivo productivo, deben de ser tratadas como los demás, no como el pariente pobre, que es la práctica más habitual.

ALTERNATIVA EN LA QUE INTERVIENE EL GARBANZO

El garbanzo, como planta mejorante, entra a formar parte de múltiples alternativas. Las más frecuentes son:

Cereal – garbanzo – cereal – barbecho (alternativa tradicional desde antiguo)

Los agricultores ponen especial cuidado en que el garbanzo de invierno no vaya a continuación de girasol o guisante, particularmente el garbanzo de invierno, ya que los herbicidas tradicionales no controlan la nascencia de plantas del cultivo anterior, lo que obligaría al arranque o escarda de las plantas que a lo largo del cultivo vayan apareciendo. En las siembras de primavera tiene menos incidencia este accidente, que se puede paliar con pases de cultivador.

VARIEDADES Y CULTIVARES SEMBRADOS EN ESPAÑA

Los cultivares tradicionalmente sembrados son Blanco Lechoso, Venoso Andaluz, Castellano y Pedrosillano; los cuatro primeros son de grano grueso, destacando el Blanco Lechoso y el Venoso Andaluz por su blancura; los siguientes son de color beig y el último de me­nor tamaño y de piel lisa.

Después de la mejora genética emprendida en España a final de los años ochenta hoy poseemos una colección de variedades con resistencia a parásitos, buena producción de paja, facilidad de recolección…

La mayoría de las variedades obtenidas corresponden a garbanzo de grano pequeño, tipo Pedrosillano, también denominados “Desi” y con mayor propiedad “Microsperma”; los grandes, de color claro, ti­po Blanco Lechoso son denominados Macrosperma.

Las variedades obtenidas y registradas actualmente en España son las siguientes: Alcazaba, Amelia, Amparo, Anguiano, Athenas, Bagdad, Bonal, Candil, Castellano, Castúo, Chamad, Elvira, Eulalia, Fardón, Inmaculada, Kairo, Lechoso, Pedrosillano, Pilar, Puchero, Tizón (para consumo animal) y Zegrí.

De los cultivares tradicionales el Blanco Lechoso, de gran tamaño y color blanco, es muy sensible a la Rabia, aunque la demanda del consu­midor hace que el agricultor se arriesgue a cultivarlo; el Castellano, de color beig y algo menor de tamaño, es menos sensible a la Rabia que el Blanco Lechoso; en cuanto al Pedrosillano, de menor tamaño aún que los anteriores y piel lisa, es tolerante a la Rabia. Las nuevas variedades microsperma obtenidas evidencian, entre otros caracteres mejorados, un buen comportamiento frente a la Rabia.

Variedades

SUELOS Y CALIDAD DE LA PRODUCCION

El garbanzo se siembra prácticamente en todos los suelos cultiva­bles; pero el agricultor conoce, tradicionalmente, que existe una rela­ción muy estrecha entre determinados tipos de suelo y la calidad de la semilla que se obtiene en ellos.

Los índices de calidad utilizados son diversos:

Físicos: Peso de grano o calibre (36-41 semillas/28’7 gr para los de primera, 66-70 semillas/28’7 gr los de sexta categoría); dureza: proporción de piel o tegumento…

Químicos: Cantidad de proteínas, potasio, calcio, fósforo.

Organolépticos: Aspereza o aterciopelado de la piel, pastosi­dad, sabor…

HERBICIDAS

El garbanzo, como toda leguminosa, es muy propenso a la apari­ción de malas hierbas, particularmente el de invierno por estar más tiempo en el suelo, por cultivarse en tiempo lluvioso, y por la difi­cultad, ante su marco de siembra, de darle labores entre líneas, por cuanto precisa tratamiento de herbicidas.

En presiembra se emplea la trifluralina a razón de 1,5 litros por hectárea, incorporada al suelo con cultivador antes de que transcurran seis horas desde su aplicación.

Una vez incorporada se procede a la siembra procurando mo­ver lo menos posible la tierra, ya que este herbicida actúa en for­ma de gas, que queda en la capa superficial del suelo; por tanto, cualquier labor que se haga irá en detrimento de la efectividad del herbicida.

En pre-emergencia se suele usar terbutilazina con terbutrina a ra­zón de 2,5 a 3 litros por hectárea. Tiene el inconveniente de que para un buen resultado es necesario que llueva antes de transcurridos 12-14 días desde su aplicación.

También se emplean cualquiera de los avenicidas que existen en el mercado, si por la presencia de avena loca (Avena fittua) es aconsejable.

La terbutrina controla bastante bien adventicias mono y dicotile­dóneas, pero al ser un herbicida selectivo de trigo y cebada, si el gar­banzo es el cultivo siguiente a uno de éstos habrá una gran nascencia de trigo y cebada en el campo de garbanzos.

Productos

SIEMBRA

La época de siembra está en función del cultivar o variedad a sembrar.

— Garbanzo de invierno (Castúo, Candil, Fardón, Tizón… etc.):

La fecha de siembra es del 15 de noviembre al 30 de diciembre, aunque admite siembras más tardías, incluso hasta finales de febrero, no obstante está demostrado que cuanto más nos alejemos de la fe­cha recomendada menor es la producción.

Cultivares tradicionales:

Garbanzo Cv Pedrosillano.— Siembra desde principio de febrero.Garbanzo Cv Castellano.— Siembra desde principio de febrero.Garbanzo Cv Blanco Lechoso.— Siembra desde mediados de febrero.

La profundidad a la que queda la semilla varía entre 4 y 6 centí­metros, o algo más si hay que buscar la humedad del suelo. Una vez realizada la siembra el terreno debe quedar llano para facilitar la re­colección, lo que se logra con un pase de rastra o si el tempero lo permite con un pase de rulo.

Dosis de semilla.— La dosis de semilla admite márgenes muy am­plios según el potencial productivo del suelo. Así, el garbanzo de invierno suele sembrarse con dosis que van desde 90 a 120 kg. por ha. Para el Pedrosillano la dosis suele estar en torno a los 100-120 kg/Ha.

Las dosis de Blanco Lechoso y Castellano son muy variables se­gún comarca; las siembras tradicionales se vienen haciendo con 75­ 90 kg. por ha., las más adecuadas deben ser próximas a 200 kg/ha.

De cualquier manera, y puesto que la semilla varía bastante en peso de una cosecha a otra, lo correcto es emplear como parámetro de siembra el número de semillas (planta)/m2. En el caso de elegir algún cultivar o variedad de calibre pequeño (Microspermas) y porte erecto, las mejores producciones en tierras fértiles suelen obtenerse con 45 plantas/m2; en el caso de cultivares o variedades de calibre grande el número óptimo de plantas está en 25 o algo más semillas (plantas)/m2.

Tratamiento de semillas.— Es frecuente impregnar la semilla, tanto si se trata de garbanzos de invierno como de primavera, con fungicida para controlar o paliar marras de nascencia, Furarium, Botrytis, Ascochyta.

Se suele emplear metil-tiofanato más maneb (cinco gramos por kilo de garbanzo); para mejorar el fijado se humedecen con agua. (4 cc/kg de garbanzo)

También es habitual el tratamiento con carbendazima (tres gra­mos por kilo de garbanzo) mezclada con mancoceb (dos gramos por kilo de garbanzo).

Maquinaria para siembra.— Las siembras tradicionales del gar­banzo se suelen hacer a voleo, bien a mano o a máquina, empleando la abonadora centrífuga o la sembradora frontal de cereales.

Si se siembra en líneas, hay que procurar que el surco de siembra no coincida con la pisada de la rueda, pues suele ser un inconvenien­te para el correcto enterrado de la simiente, inconveniente que au­menta en tierras arcillosas. Para esta siembra es frecuente utilizar la sembradora neumática, la de chorrillo en sus distintas modalidades, o bien la sembradora de girasol, acoplándole unos platos de mayor grueso y con abundantes taladros, los necesarios para que eche la dosis recomendada.

La siembra en línea es fundamental para el garbanzo Blanco Le­choso y Castellano, por ser variedades que pueden precisar algún tratamiento (Rabia, Heliothis) o algún pase de cultivador contra las malas hierbas, tratamientos ambos que requieren el uso del tractor, por lo que la separación entre líneas debe ser la mínima suficiente para permitir el paso de las ruedas sin provocar daños importantes (50-60 cm).

Una vez realizada la siembra se suele dar un pase de rulo con objeto de favorecer la germinación y dejar el terreno igualado.

RECOLECCION

El garbanzo, y más particularmente el de invierno, admite reco­lección mecánica con sólo introducir algunas operaciones en la cose­chadora tradicional de cereales, las fundamentales son:

Reducir al mínimo las revoluciones del cilindro desgranador (se puede dejar en cuatro barras).— Reducir las revoluciones del molinete aprovechando el piñón pequeño que traen algunas marcas.Atrasar el molinete a la barra de corteColocar una parrilla con 16 mm. de separación entre alambres, o si la parrilla que tiene es espesa quitar alambres alternos. (Existe un fabricante de parrillas para adaptar a cualquier mo­delo de cosechadora de cereales que mejora extraordinariamen­te la recolección).Colocar levantamieses, uno cada tres púas (particularmente pa­ra Blanco Lechoso).Cambiar las cuchillas de la barra de corte en cuanto hayan perdido el filo de sierra; esto suele ocurrir a las 24 horas de trabajo.Las cribas deben ir más bien abiertas; así se evita el retorno.

Defectos habituales en la recolección mecánica y posibles causas

La barra no corta las plantas. Puede ser consecuencia de falta de filo en las cuchillas.Se caen garbanzos al tocarlos la máquina. Suele ser por estar excesivamente secos.Salen garbanzos con la paja. Normalmente es por estar las plantas demasiado verdes.El garbanzo (Blanco Lechoso) sale dañado, con pequeñas incisiones. Es debido al exceso de revoluciones del cilindro desgranador. Algunas marcas de cosechadora precisan, para disminuir estas revoluciones, introducir un reductor.Salen garbanzos partidos. Puede ser debido al exceso de revoluciones del cilindro, aunque lo más frecuente es que sea producido por el tubo de descarga (tornillo sinfín que entrilla y parte el garbanzo). Se puede paliar reduciendo la longitud de este tubo, o mejor suprimiéndolo si se dispone de una pala cargadora en el tractor. El garbanzo cae a esa pala que pasa al remolque

Como recomendaciones generales se tiene en cuenta lo siguiente:

Procurar que el garbanzo se coseche seco, sin plantas verdes, pues los garbanzos no maduros pueden mermar el valor de la partida, ya que, incluso cuando se sequen posteriormente, seguirán teniendo un color más oscuro que el resto.

Otra recomendación importante para el garbanzo Blanco Le­choso es la de cuidar que el cilindro desgranador no dañe al garbanzo, pues esas incisiones se pueden confundir fácilmente con ataques de insectos que hacen difícil su venta. Los garbanzos afectados no pueden eliminarse más que manualmente, lo que encarece y llega a hacer antieconómica la operación.

Las máquinas con barra de corte pequeña suelen hacer mejor recolección.

No preocuparse excesivamente porque el garbanzo salga per­fectamente limpio de la cosechadora. Esto suele ser difícil de conseguir, por lo que aconsejaríamos sacarlos algo más sucios, pero menos dañados y sin partir. Posteriormente se pasarían por una aventadora o seleccionadora, operación que resulta poco costosa

En explotaciones familiares, y en superficies pequeñas, el garbanzo Blanco Lechoso puede ser más interesante segarlo o arrancarlo a mano. La diferencia entre este coste y la recolección mecánica, teniendo en cuenta el valor de la paja, es escaso. Siempre presenta mejor aspecto un garbanzo segado a mano donde no aparecen semillas partidas ni dañadas.

Producciones obtenidas con las nuevas técnicas.— Las produccio­nes obtenidas aplicando las técnicas aquí expuestas en las tierras férti­les de la Campiña Sur de Extremadura son: 2000 kg/ha en siembra de principios de invierno con variedades resistentes a Rabia y 1000 kg/ha en siembras de final de invierno con cultivares tradicionales.

PLAGAS

Por JOSÉ DEL MORAL DE LA VEGA  y ÁNGEL MEJÍAS GUISADO

1. INTRODUCCIÓN

Durante mucho tiempo se ha aceptado como algo incuestionable que las plagas de los vegetales estaban causadas por parásitos y las enfermedades por patógenos, considerando como parásitos a los artrópodos (insectos y ácaros) y como patógenos a los nematodos, hongos, bacterias, virus, viroides y micoplasmas. Esa clasificación era puramente convencional y como tal producía confusión. En 1989 Robinson revisa esta cuestión y afirma que los parásitos son aquellos seres vivos que desarrollan una gran parte de su vida sobre un vegetal nutriéndose de él; por tanto los ácaros, insectos, nematodos, bacterias, virus, viroides y micoplasmas son todos ellos parásitos. Ese nuevo concepto ha sido elegido por nosotros para confeccionar este breve catálogo de los parásitos más frecuentes del garbanzo en España.

Se añade al mismo una relación de adventícias o mal llamadas “malas hierbas”, así como una consideración sobre accidentes de origen físico-químico (frío, elementos del suelo…). También se incluye, al final, una descripción de aquellos estados de desarrollo del garbanzo (fenología) bien diferenciados morfológicamente entre sí; estados que pueden servir para relacionar a los parásitos con el desarrollo del vegetal.

2. MARRAS DE NACENCIA

De esta manera definen los labradores a un grupo de enfermedades cuya manifestación común es que las plantas de garbanzo mueren en fase de germinación o en edad juvenil.

Este fenómeno, común en todos los países y zonas donde se cultiva esta leguminosa está mal cuantificado, aunque en campos experimentales de Extremadura se han podido apreciar, en siembras tempranas, disminuciones de cosecha de hasta un 20%.

2.1. Síntomas de la enfermedad

Cuando las semillas son parasitadas en una de las fases previas a la germinación, éstas aparecen blandas, sin radícula y con una capa de tierra adherida a las mismas. En otros casos puede ocurrir que las semillas germinen, aun cuando las plantas no llegan a emerger y también aparece, como síntoma frecuente que las plantas recién nacidas manifiesten primeramente una podredumbre blanda a nivel del cuello y algunos días después se aprecie la muerte de éstas, fenómeno cuya distribución en el campo suele ser en forma de corros.

2.2. EI parásito y su desarrollo

Los causantes de estos síntomas suelen ser varios, aunque los mas frecuentes son Pythium spp. y Phytophthora megsasperma, especies a las que genéricamente se les denomina mildius. Estos parásitos pertenecen al grupo de los hongos menos evolucionados, y por ello su desarrollo está ligado a la presencia de agua en estado líquido así como días frescos, condiciones que se producen habitualmente en siembras adelantadas y terrenos mal drenados.

3. LA RABIA

Es el nombre que los agricultores dan en España a una enfermedad de los garbanzos que está producida por el desarrollo parasitario de un hongo sobre este vegetal.
La importancia de la enfermedad es grande, su presencia es coincidente con el garbanzo en cualquier parte del mundo donde éste se cultiva y la disminución de cosecha que produce en las variedades sensibles puede llegar a ser del 100%.

3.1. Síntomas
En tallos, hojas y frutos de los garbanzos enfermos aparecen unas manchas circulares en cuyo centro pueden apreciarse puntitos negros que corresponden a la fructificación del hongo. Cuando la variedad de garbanzo sobre la que se presenta la enfermedad es muy sensible, suelen apreciarse tallos tronchados o simplemente muertos justo a partir de las manchas circulares u oblongas que hay en los mismos.

Lo frecuente es que los primeros focos de la enfermedad estén formados por plantas aisladas que al cabo de unas semanas se extienden, constituyendo rodales de plantas muertas muy bien definidas, que observadas a una distancia de 20 ó 30 m aparecen como áreas más o menos circulares de colores ocres, contrastando muy bien con el verde de ]as plantas sanas y circundantes a las enfermas.

3.2. EI parásito y su desarrollo
El hongo causante de la enfermedad tiene una fase perfecta y una imperfecta

El primero de ellos, situado en restos de cosechas enfermas, está constituido por unos cuerpos globosos (75- I50 x 120-250 µm de diámetro) dentro de los cuales se encuentran las ascas con las ascosporas (12,5-19 x 6,7-7,6 µm).
La fase imperfecta la forman unos corpúsculos negros más o menos esféricos (65-245 µm) que aparecen en las manchas de órganos afectados por la enfermedad y que tienen en su interior unas esporas de 6-16 x 3,4-5,6 µ m.
Si partimos de semillas infectadas por el parásito como el primer paso del ciclo biológico de la enfermedad, éste puede ser el siguiente: de las semillas infectadas surgen plantas enfermas que contagian a otras y que producen a su vez semillas infectadas. En los restos de estas plantas se producen a su vez los órganos de reproducción del hongo que mantienen la supervivencia del parásito durante más de dos años en las parcelas donde aparece la Rabia.
Las condiciones ambientales y las técnicas de cultivo utilizadas por el labrador pueden propiciar o limitar el desarrollo de este parásito.

Entre las condiciones naturales que pueden considerarse como peligrosas o muy peligrosas por su efecto estimulante del hongo productor de la Rabia están las siguientes:

– Rodales de caliza coincidentes con suelo mal nivelado donde duerme el agua.

– Humedad relativa superior al 75% durante más de 12 horas y con temperaturas entre 15-20 °C.

Como técnicas de cultivo que favorecen el desarrollo de la Rabia podemos citar:

– Cultivo de una variedad o cultivar sensible al parásito.

– Empleo de la siembra directa como técnica de cultivo en la alternativa donde interviene el garbanzo.

– Siembra anterior a febrero de variedades sensibles o tolerantes a la Rabia.

– Siembra sucesiva de garbanzo con un intervalo de sólo una o dos campañas.

– Rastrojos de garbanzos sin barbechar ni redilear próximos a la parcela de cultivo.

• Las técnicas que pueden considerarse positivas para impedir o frenar el desarrollo de la Rabia son las siguientes:

– Empleo de semillas certificadas y pildoradas.

3.3. Medidas sanitarias contra la enfermedad
Respecto a la alternativa en que interviene el garbanzo es muy recomendable estar tres campañas sin cultivarlos entre dos siembras sucesivas en la misma parcela.
Las semillas deben ser sanas, para lo cual es conveniente comprarlas certificadas, y si no están tratadas con un fungicida se deben tratar empleando hasta 3 g de un bencimidazol (benomilo, carbendacima, metiltiofanato, tiabendazol…) además de hasta 2 g de un ditiocarbamato (maneb, mancoceb, zineb…) por cada kilogramo de semilla, para lo cual se puede utilizar una hormigonera limpia donde se introducen los garbanzos y el fungicida en polvo; se tapa la boca de la máquina con un plástico y se pone en marcha ésta hasta que los garbanzos aparezcan bien impregnados del producto.
La mayoría de las variedades resistentes a la Rabia registradas en España, actualmente, tienen un mismo origen, y por ello su comportamiento fisiológico frente al parásito puede ser igual. Esta característica conlleva el peligro de que si apareciera una raza del hongo que nos produjese la pérdida de la resistencia, no tendriamos variedades españolas de recambio. Es por tanto necesario emplear las variedades resistentes a la Rabia junto a todas las medidas sanitarias recomendadas contra el parásito.
Las siembras tempranas (noviembre-enero) deben de hacerse con variedades resistentes a la Rabia (Fardón, Candil, Castuo…)
Las siembias de febrero pueden hacerse con variedades tolerantes o sensibles a la enfermedad, pero siendo muy cuidadosos con todas las medidas sanitarias para evitar su aparición, y empleando clortalonil sobre los focos de Rabia, tratamiento que debe generalizarse o repetirse según la evolución de la enfermedad, la época en que aparece y el grado de sensibilidad de la variedad al parásito