Erisipela porcina

Resultado de imagen para Erisipela porcina

Esta enfermedad, también denominada mal rojo del cerdo, está causada por la bacteria Erysipelothris rhusiophatie, germen que suele presentarse como un bastón delgado, pequeño, de forma recta o curvada Es anaerobio facultativo y no forma esporos.

El microorganismo penetra en el organismo del cerdo por la ingestión de alimentos y agua contaminados, y más raramente por heridas infectadas de la piel, especialmente las localizadas en las plantas de las extremidades y en los dedos.

Es posible que los insectos puedan trasmitir la enfermedad, concretamente la mosca del establo. Existen numerosos huéspedes naturales entre los mamíferos y las aves. A partir de la puerta de entrada, el germen se distribuye por todo el organismo por medio de la sangre, originando lesiones en la piel, en las articulaciones y en corazón.

Síntomas
La erisipela porcina puede presentarse de tres formas:
En la forma aguda los animales tienen fiebre de 40º C. o más. Dejan de comer. Disnea acompañada de estertores secos o húmedos Artritis en una o varias articulaciones, por lo que los animales prefieren estar tumbados, y si se les obliga a caminar cojean. A los dos o tres días aparecen las lesiones cutáneas, parecidas a picaduras de insectos. En los cerdos de piel clara se aprecian áreas de color rosa claro o púrpura oscuro que, por lo general hacen relieve. En los animales de piel oscura no se notan a simple vista, por lo que sólo pueden detectarse por palpación. Si los enfermos se recuperan, a los pocos días desaparecen sin más efectos que una descamación superficial.

La forma subaguda presenta síntomas menos severos. La fiebre no es tan alta y persistente, el apetito puede ser normal y las lesiones cutáneas tan escasas que pueden pasar inadvertidas. Como es lógico, el animal se recupera mucho antes.

La forma crónica, normalmente sigue a la forma aguda. Se caracteriza por alteraciones necróticas de la piel, artritis y lesiones cardiacas. Las zonas necróticas son de color oscuro, secas y duras. La piel se separa del tejido subyacente formando escaras. También suele afectar la necrosis a las orejas, al y rabo y a las falanges. La artritis, en una o varias articulaciones, ocasionan diferentes grados de rigidez y aumento de tamaño.

Lesiones
Salvo las lesiones cutáneas, la forma aguda no presenta síntomas patognomónicos. Todas las alteraciones internas son las que corresponden a una septicemia. El pulmón se encuentra edematoso y congestionado. En el corazón se ven hemorragias equimóticas o petequias tanto en el pericardio como en el miocardio. La cavidad abdominal, el estómago y el intestino, inflamación catarral o hemorrágica. Hígado congestionado. Si el animal ha estado enfermo varios días el estómago aparece congestionado y aumentado de tamaño, con hemorragias puntiformes en su corteza.

El aspecto morfológico de los ganglios linfáticos depende de lo que esté la zona que ellos drenan. En la forma aguda están aumentados de tamaño y congestionados; en la crónica, hiperplásicos y con focos necróticos. Las lesiones articulares de la forma aguda son las típicas de una artritis serosa, las de la forma crónica existe una proliferación productiva del tejido adyacente que deforma y aumenta de tamaño de la zona articular.

En el corazón, signos de inflamación cónica y, a veces, crecimiento de las válvulas.

Diagnóstico
En la forma aguda, la erisipela puede confundirse con el cólera porcino, la salmonelosis aguda y otras septicemias. La apreciación de la esplenomegalia en la necropsia puede orientar el diagnóstico hacia la erisipela. Las artritis de la forma crónica pueden estar causadas por estreptococos, estafilococos, corinebacterias o brucelas. Por este motivo, el diagnóstico definitivo de erisipela sólo puede hacerse por el aislamiento del agente causal.

Las muestras han de tomarse de todas las vísceras porque el microorganismo puede faltar o ser muy escaso en ciertos tejidos y muy abundantes en otros. Las muestras han de tomarse del hígado, del riñón, bazo, ganglios linfáticos y articulaciones afectadas y del tejido subyacente de la piel que presente coloración roja. Si no retoman muertas de todos los sitios indicados es posible que el laboratorio no pueda confirmar el diagnóstico.

Tratamiento
Cuando aparece la erisipela en una explotación hay que pasar a un local no utilizado recientemente a los cerdos que tienen temperatura normal y conservan el apetito.

La administración de suero específico, por vía subcutánea o intravenosa, obtenido de caballos hiperinmunizados por repetidas inoculaciones de microorganismos de la erisipela, hace que los animales se recuperen más rapidez. Los antibióticos que se han mostrado más eficaces han sido la penicilina y la eritromicina, y si se utiliza al mismo tiempo suero específico, aumenta el porcentaje de los que se recuperan.

Para controlar la enfermedad hay que enterrar en fosas profundas los cuerpos de los animales muertos, cubriéndolos con cal.
Una vez acabado el brote, las paredes y los suelos deben ser raspados y desinfectados cuidadosamente con desinfectantes corrientes: álcalis, hipocloritos, compuestos cuaternarios de amonio, etc.

Prevención
– Vacunación con virus virulentos y suero. La duración de la inmunidad es suficiente para proteger a los ceros hasta su sacrificio.
– Vacunas atenuadas. La virulencia de la cepa seleccionada puede atenuarse con acridina, tripaflavina o rivanol, o mediante desecación. Con las vacunas atenuadas producen una infección atenuada que produce la inmunidad.
– Vacunas avirulentas, obtenidas por desecación. Proporcionan una inmunidad que dura tres meses.