Productividad en el tomate

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La productividad del cultivo de tomate en cierto grado suele estar limitada por luz, temperatura, nutrición y abastecimiento de agua. Por ejemplo, en el Altiplano del centro norte de México no es posible producir tomate de calidad durante el invierno sin el apoyo de calefacción (Muñoz y Medina, 2004). Por otro lado, en varias zonas del Bajío, ha sido posible producir durante el invierno sin el apoyo de calefacción.

La producción de cultivos en casas sombra ha mostrado gran auge en el Noroeste del país (Sinaloa, Sonora, Baja California y más recientemente en Coahuila y San Luis Potosí), su ventaja fundamental es la reducción de la temperatura. Estas estructuras funcionan como barrera física para los insectos y mejoran el ambiente en zonas con alta irradiación, alta temperatura y baja humedad relativa.

Radiación

La calidad de la luz y el fotoperiodo no son tan importantes para el crecimiento del tomate como la radiación integral diaria. Tratar de superar las limitaciones de luz a escala comercial utilizando luz artificial, rara vez se justifica económicamente. Generalmente es más recomendable maximizar la iluminación natural poniendo especial atención en el material y limpieza de la cubierta de los invernaderos; además de un diseño cuidadoso y una óptima orientación del invernadero y del cultivo dentro de este.

En la Figura 3.9 se aprecia el efecto del lavado del plástico sobre la cantidad de radiación captada en un día de invierno. Los datos fueron tomados en un invernadero comercial de Celaya, Guanajuato, en el mes de enero, en dos días con cero de nubosidad. El primer día, el plástico estaba con polvo y fue lavado al final de la tarde.

En ambos días se midió el integral de radiación global diaria. Con polvo en el plástico se captaron 13.7 MJ/m2/día. En el segundo día, con el plástico limpio se captaron 16.3 MJ/m2 por día. Esta práctica permitió incrementar la radiación global en el interior del invernadero en un 19%, tan solo con eliminar el polvo adherido al plástico. En verano la radiación no suele ser problema.

Se estima que para que el cultivo de tomate produzca con mínimas restricciones fotosintéticas, debe ocurrir una radiación incidente fuera del invernadero del orden de 14 a 16 MJ/m2 por día.

En los meses de diciembre y enero, que es cuando hay más restricciones de luz en el hemisferio norte, esto no resulta prohibitivo para prácticamente ninguna región de México. Mientras que en Holanda la radiación acumulada que incide en los meses de octubre a marzo es menor de 10 MJ/m2 por día. Incluso en Almería, que está en el sur de España, en los meses de noviembre a enero se presenta una cierta limitación en la radiación captada, pues apenas llega a los 10 MJ/m2 por día. En Chapala, Jalisco, se superan los 15 MJ/m2 por día en los meses de invierno, de menor radiación.

Esto indica el potencial que tiene México para la producción hortícola protegida durante el periodo invernal en comparación con Holanda o incluso comparado con el sur de España. No obstante, hay zonas con mayor radiación que otras durante el invierno como es la zona de Chapala y la zona de Azúcar de Matamoros, por la gran cantidad de días despejados que ocurren en el invierno en esas regiones. En el resto del año la radiación es mucho mayor y no representa ninguna restricción.