Siembra directa en ajonjolí

La agricultura es un proceso que requiere de una gran experiencia por parte del productor del campo, fundamentalmente en el manejo del ambiente que propicie que el genotipo exprese su máximo potencial, es por esto que para un mismo cultivo muchas veces se dan importantes diferencias en su manejo  al comparar localidades y otras tantas veces se dan importantes diferencias el comparar distintas temporadas de siembras para una misma localidad.

Turén y sus alrededores, en el estado Portuguesa, es considerada una de las regiones agrícolas de mayor importancia en Venezuela, allí se siembran las mayores extensiones de maíz y arroz en el país, y en el caso específico del maíz, éste se siembra en época de lluvia, y se rota con cultivos como frijol, sorgo, girasol y ajonjolí, los cuales deben desarrollarse con la humedad acumulada en el suelo, pues normalmente durante todo su ciclo no hay precipitación, y no son cultivos que se lleven bajo riego. Tradicionalmente el ajonjolí se siembra en el estado Portuguesa luego de una muy intensa labranza que prácticamente pulveriza el suelo, esto para asegurar que la pequeña semilla del ajonjolí entre en contacto con la humedad acumulada en el suelo, la cual se mueve por capilaridad a través del perfil. Esta estrategia, aun cuando ha sido exitosa durante muchos años, puede estar llevando a la paulatina alteración de la estructura del suelo con consecuencia impensadas a futuro sobre todo proceso agrícola que se lleve a cabo en esos suelos. Esa amenaza, unida a la coyuntura de poca oferta de combustible en el país para lograr una preparación de suelos tradicional, ha llevado a muchos productores a cambiar la forma de labranza, y explorar la adecuación de la siembra directa en ajonjolí. Primeramente hay que considerar que las ventajas teóricas que se pueden asumir al aplicar este esquema, son entre otras, una mínima alteración de la estructura del suelo, propiciando esto una mayor infiltración del agua que precipita. Este aspecto es muy importante al entender que en el sistema agrícola que se da en esta zona, si bien es cierto que el maíz obtiene el agua necesaria del agua que precipita, el ajonjolí o cualquiera de los cultivos con los que se rota el maíz obtienen el agua de lo que se acumuló en el perfil del suelo, por tanto para este sistema agrícola es indispensable favorecer la infiltración del agua para que esta se acumule en el perfil. Además de esto, la siembra directa permite una mayor acumulación de materia orgánica, pues la remoción de la materia orgánica se minimiza al disminuir la intensidad de la labranza. Por supuesto, lo que mas se considera en la situación actual como «disparador» del uso de la siembra directa es la significativa disminución de necesidad de combustible.

La forma como se ha venido dando la siembra directa en ajonjolí en Venezuela, inicia con la destrucción de los restos de cosecha del maíz, esto se logra bien sea mediante rotativas, o mediante un pase de rastra liviana, a mayor velocidad que el pase convencional, de tal manera de propiciar tan solo la destrucción de hojas y tallos de maíz, evitando roturar el suelo. Esta desintegración de los restos de cosecha, incrementa la velocidad de su descomposición, y por tanto incrementa el contenido de materia orgánica en el suelo, lo cual a su vez incrementa la dinámica de nutrientes en el suelo debido a que estos estarán más probablemente adsorbidos a las micelas de esta materia orgánica, disminuyendo la posibilidad de su pérdida por lixiviación e incrementando la posibilidad que pasen a la solución del suelo que será absorbida por las raíces de la planta.

Adicionalmente a las ventajas generales que puede aprovechar la producción de ajonjolí con la siembra directa, existe una ventaja muy grande en su manejo. Desde el inicio de la producción de ajonjolí se ha recomendado la «siembra temprana» (aproximadamente en noviembre), es decir, a inicios de la época seca, esto entre otras razones porque así se evita que las plantas de ajonjolí coincida en campo con las máximas poblaciones de mosca blanca que se dan entre febrero y marzo, además de evitar que la cosecha coincida con el inicio de lluvias. Pero una de las limitantes para seguir esta sugerencia era justamente la labranza intensiva que tradicionalmente se utiliza en el cultivo, para esto había que esperar que el suelo estuviese suficientemente seco (condición que no se lograba de «forma temprana»), y adicionalmente, si se lograba la labranza a tiempo, había el riesgo de alguna lluvia que por muy poco intensa que fuese, provocaba el encostramiento del suelo, como consecuencia de la pulverización del suelo; partículas de suelo en contacto con agua cayendo violentamente tendían a agregarse formando una costra en la superficie, la cual impide la emergencia de las plántulas. Al establecer el cultivo con siembra directa, no hay una extrema necesidad de que el suelo esté seco para preparar la siembra, no hay labranza y por tanto no hay pulverización de suelo, es decir, que si hay alguna precipitación luego de la siembra el riesgo de encostramiento es prácticamente nulo.

Por supuesto, es necesario considerar que pueden generarse problemas con este tipo de siembra en ajonjolí que quizás no se presentan con la labranza convencional. Probablemente los hongos del suelo podrán incrementar su densidad de inóculo al no labrar el suelo, probablemente podrán darse daños al cultivo por parte de algunas poblaciones de algunos insectos plaga, que anteriormente no se daban de forma significativa por la eliminación de restos de cosecha. Pero estos potenciales problemas, no parecen ser lo suficientemente graves como para no poder manejarlos, y como para dejar de ver todas las bondades -tanto técnicas como ambientales- que se generan con la siembra directa en ajonjolí. Es necesario mantener la observación constante sobre los lotes que se tienen bajo siembra directa, para así poder identificar los problemas que se generen en la realidad, y poder abordarlos desde la óptica de la investigación agrícola, para así transformar definitivamente la visión que muchos tienen que el ajonjolí es un cultivo cuya producción afecta muy negativamente los suelos.

Nuevos desafíos deben ser abordados al implementar nuevas tecnologías, de estas pareciera urgente optimizar la densidad de siembra, para así contribuir en el incremento de los rendimientos y mejorar la eficiencia, especialmente porque el ajonjolí venezolano debe competir en el mercado externo por lo cual se maximiza la necesidad de optimizar la eficiencia, tanto técnica, como económica como ambiental.

 

Video gentilmente compartido por el productor Jusem Nimer, estado Portuguesa, Venezuela … allí muestra desarrollo de plantas establecidas mediante siembra directa, semilla con tratamiento

 

 

Ing. Agr. Hernán Laurentin (M.Sc., Ph.D.)

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