Parte de la clave de las pérdidas en el tambo está en el calor

El día de hoy concluye en el auditorio de la Universidad Catolica Argentina la cuarta edición del Simposio del Plan Más Leche de La Serenísima, con la premisa «Nutrición, bienestar animal e innovación tecnológica».

Con el objetivo puesto en el crecimiento, la industria sigue acercandose a sus principales proveedores para hablar de mejores condiciones, más calidad, pero sobre todo nuevos objetivos conjuntos donde la tecnologia es la clave.

«Argentina tiene la frustración de no poder avanzar en los últimos 20 años, estamos colgados de los 10 mil millones de litros al año de poducción primaria, mientras paises vecinos como Brasil han duplicado su producción, sin perder condiciones de animales, genética, tecnologia, ni de suelo, por eso en este punto hemos fracasado. Pero lo cierto es que a futuro hay muchísimas posibildades en la demanda mundial, en cuanto a la demanda de grasa y proteína», señaló Ernesto Arenaza, subdirector General de Mastellone Hnos, durante la apertura, que también completó Fernando Storni director de Compra de Materia Prima.

Con inversiones de 90 millones de dólares en mejoras en procesos de producción, finales de línea, se refuerza la idea crecimiento, mirando a un futuro inmdiato donde la competencia por la leche y el consumo será mucho mayor, en todo el mercado mundial y presencia en más de 200 países. Esto nos ha hecho multiplicar por dos y por tres volúmenes, con lo que es el músculo distribuidor de Arcor, porque le ha aportado al negocio visión, solidez, solvencia. Mastellone hoy es una empresa más fuerte que puede apostar al futuro, inviertiendo y con miras de crecer».

La industria entiende en una mirada más ampliada que 2019 terminará siendo mejor y se estima como en otras empresas que el precio de las liquidaciones del mes de noviembre llegarán a superar los nueve pesos, aunque siga siendo una cifra que corra por detrás a los costos.

La proyección mundial genera una perspectiva de expansión del consumo de 16 por ciento, necesitándose a 2030 unos 304 mil millones de litros adicionales a los actuales mientras en la Argentina se debaten condiciones con industrias trabajando al 33 por ciento de la capacidad ociosa.

El mensaje es claro para la producción, quedarse en el negocio es promisorio, el problema es que los números sigan lejos de la necesidad. Pero existen estrategias que pueden modificar esta situación y que están a mano de la producción, además de lo que refiere a créditos para la incorporación de tecnología, el uso de semen sexado, la mejora en la crianza de terneros, entre otras cosas.

Como disertante, el Dr. Israel Flanembaum planteó algo diferente. El toma al verano como un impuesto, porque es un costo tan alto como pagar el doble de una carga tributaria. «En verano una vaca produce dos mil watts de calor en días de alta temperatura y necesita ayuda externa para poder enfriarse y mejorar la producción», dicho de otra manera, «la vaca es un radiador de cuatro patas».

Según el análisis de este consultor internacional en la gestión de rodeos, «el problema es que Argentina está intentando producir leche con vacas al sol, en zonas calurosas a las que se les agregan mil seiscientos watts de calor sobre cada animal y esto es un crimen. En otros lugares las vacas están bajo techo, en confinamiento, protegidas del daño».

Los datos reflejan que la vaca que se refresca en el verano da mas leche hasta llegar a secarse, por lo tanto la pérdida que vemos por temporada es sólo una parte de todo lo que deja de ganar.

En la principal cuenca lechera argentina durante casi 120 dias al año las vacas están expuestas al riesgo de estrés calórico. Dejar de rumiar tiene riesgos en la cantidad de saliva, en menos cantidad de grasa en la leche y al llenarse de agua el estómago la vaca no come, deja de tener apetito, lo cual explica cerca del 60 porciento de la caída de la producción en verano. «En promedio, en Argentina cada vaca está perdiendo cinco a seis litros en su pico de lactancia, que repersentan 1.500 litros», agregó.

Del mismo modo, el estrés aumenta la cantidad de células somáticas en la leche, se baja la tasa de concepción, por lo tanto en muchos lugares ya se evita la inseminación en temporadas de calor, aunque sea algo que también se puede llegar a controlar.

«Hay terneros más pequeños por menor irrigación sanguínea, ante una ubre menos desarrollada pre parto, e incluso se incrementa la mortandad de terneros ante estas condiciones», por lo tanto el planteo de Flanembaum abarca mucho más que una mera caoida en la cantidad de litros.

Un vaca expuesta entre 22 y 25 grados va aproducir un 15 por ciento más de leche que si se expone a más de 30 grados. Ese animal va a requerir más alimento y más agua, así el especialista enuncia que por año el estrés calórico le hace perder 1.200 peso al año al productor, por animal. De tenerlo, quizá ese dinero que se esfuma en el calor, se podría invertir en obras para evitar eset mismo problema. 

Para el israelí, «los tamberos ven al estrés calórico como un hecho, como la lluvia, pero es algo que se puede cambiar y se debe cambiar. No le veo futuro al sector lechero si no se cambia la forma de producción, porque en diez o 15 años no se va a poder seguir produciendo con todo el calor que soportan las vacas, por no darles suficiente sombra». La pérdida en eficiencia productiva es una pérdida en eficiencia económica para el tambo y es algo que se repite cada año.

El planteo del especialista abarca alternarivas, como el enfriamiento indirecto, que se aplica sólo a climas secos, o el enfriamiento directa, donde los costos ya a finales de los ´70 hizo descartaral aire acondicionado. La evaporación de agua con ventilación forzada hace que el animal libere cinco veces más calorías.

«Se necesita agua, viento y tiempo para enfriar a las vacas en verano», indica Flanembaum, ya que está probado que un litro de agua externa enfría cinco veces más al animal que si lo tomara, por eso «hay que empapar a la vaca». El animal requiere en tiempos de alta temperatura unas seis horas de enfriamiento por día para liberar todo el calor.

En números, teniendo en cuenta la producción aumentada por la mitigación del estrés, teniendo en cuenta cifras de gasto por alimentación, costos operativos, a 8 pesos por litro, el animal puede rendir 5.600 pesos anuales más de ganancia, por lo tanto el recupero de cualquier inversión contra el calo, como mediasombra, ventiladores, agua y personal para refrescarlas tiene un recupero inmediato.
Para tomar la frase de otro expositor, el Dr. Gustavo Schuenemann, profesor de la Universidad de Ohio, en definitiva «el negocio lechero es el arte de controlar variación y manejar el riesgo». De eso se trata el día a día en el tambo».

.